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Mientras tantoSi hoy es martes esto es… ¡Burkina!

Si hoy es martes esto es… ¡Burkina!


Creo haber contado ya, brevemente, que además de montar una biblioteca en Burkina Faso estoy intentando ver si funciona el cultivo del azafrán en aquellas condiciones, digamos adversas.

Parecía que la flor estaba a punto de brotar y me fui volando (literal) para allá porque allí se desconoce totalmente todo lo relacionado con su cultivo, como me pasaba a mí hasta hace unos pocos meses que mi hijo me convenció para probar.

Pero nada, me he vuelto con el rabo entre las piernas, normal, y sin trazas aún de que vaya a salir. Así que de nuevo en España para acabar de cuidarme y hacerme análisis y pruebas médicas.

 

Este es Pepsi, la fiera que protege mi hacienda y mi vida 

 

Pero en poco más de una semana ya os contaba las últimas solicitudes de ayuda o financiación recibidas.

En Burkina hay sobre todo ONGs y oficinas gubernamentales.

Estoy convencido de que si vas a alguna puedes pedir (por poco dinero, gratis seguro que no, aunque sea una pequeña mordida para el funcionario de turno) algún proyecto que tengan hecho en el ordenador y que te personalizan sobre la marcha y te lo imprimen con tu nombre.

 

Zacharias Ouedraogo se me presentó en casa y me entregó el suyo.

 

Zack es un hombre afable que me visita a primera hora de la mañana muchos días antes de entrar a trabajar y al que le invito a tomar café.

Cuando alquilé la casa, el anterior inquilino, Ashley, me vendió los muebles que tenía, me dejó su perro, Pepsi, continué con la señora que les limpiaba y cocinaba, Oumou, y con algún que otro amigo que pasaron a serlo míos: el Naabá Liguidí (literalmente significa en mooré Rey Dinero), un gran rey de una pequeña aldea; y Zack, un hombre tranquilo.

 

Con el Naabá Liguidí, cuando me presentó al Rey de Yatenga, Naabá Kibá

 

Zack trabaja en un pequeño hotel (la palabra hotel no representa las mismas cosas allí que aquí), Le Colibrí, que está muy cerca de mi casa. Así que desde marzo pasado, algunos días, no todos, Zack viene a mi casa a saludarme, le pongo un café, a veces zumo y/o galletas, y sin nada especial que hablar las más de las veces me desea que tenga un buen día y se va a trabajar.

 

Así han pasado los meses hasta que la semana pasada me entregó una solicitud de financiación de un microproyecto de cultivo de una huerta por importe de 600.000 Fcfas, algo más de 900 €.

Un proyecto genérico, sin pies ni cabeza, en el que han puesto su nombre (al final de las 4 páginas aparece un espacio como para la firma con el rumboso título de ‘Presidente’, Zack Ouedraogo). Lleva incluso un cronograma de implementación.

 

Me entregó el proyecto y le dije que lo miraríamos cuando volviera.

Tengo serias dudas de si Zack sabe leer o no y si entiende bien lo que me ha presentado. Lo que sí tengo claro es que tiene mucha necesidad, como todo el mundo en Burkina.

 

Zack con cuatro de sus hijos, en mi casa

 

Zack tiene 7 hijos y sólo uno ha estado trabajando mientras ha durado la construcción de la Ciudad de las Fuerzas Vivas en la que se alojaron los políticos que vinieron a la Fiesta Nacional del 11 de diciembre. Ahora vuelve a estar desocupado. Los demás están estudiando, con el coste que eso supone.

 

Cuando llegué, Ashley le propuso que porqué no se ponía a trabajar de guardián nocturno conmigo, pero supongo que dudaría que el nassaara se iba a quedar mucho tiempo y no querría perder su trabajo.

A mi guardián le pago un sueldo mensual normal para allí, 45.000 Fcfas/mes (69 €/mes), pero él gana sólo 20.000 Fcfas/mes, menos de la mitad.

 

Puede que penséis que es imposible vivir con esas cantidades, pero es lo que hay. La mayor parte de la alimentación se la proporciona el pequeño huerto que tienen y el terreno en la aldea donde cultivan el mijo, sorgo, maíz, etc, que les tiene que llegar para todo el año.

La ropa, lo que les dan las ONGs.

Las matrículas de las escuelas pagadas a duras penas y cruzando los dedos para que ninguno caiga enfermo.

Así son las cosas por más que nos cueste hacernos a la idea.

 

Cuando empecé a conocer su situación me dio por pensar que como se enterara de que los cafés que le pongo (Nexpresso), zumos, galletas, a lo largo de un mes cuestan más que lo que él gana, le iba a dar un cólico.


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