Que China esté a punto de convertirse en la segunda economía mundial rebasando a Japón(5,05 billones de dólares de PNB frente a los 4,91 de China), que la Administración de Obama reconozca abiertamente el peso creciente del gigante asiático, deferencias hacia Beijing del Presidente americano en su periplo asiático, China interlocutor privilegiado en la Cumbre de Copenhague en detrimento de la Unión Europea…, hacen aflorar la idea de que junto al antiguo G-8 convertido ahora en G-veintitantos ha surgido un G-2 integrado por Estados Unidos y China.
Para algunos se trata sólo de una sugestiva imagen periodística. China, aunque hace ya un par de años que esta en la Champions League aún no tendría la estatura de Estados Unidos. Para otros, el G-2 es aún algo balbuceante, aunque inevitable a la larga, pero últimamente ha sufrido algún frenazo. Los dos colosos parecen tener disensiones de cierto calado. La luna de miel de la pareja chino americana sufrió un primer berrinche, según la versión de Beijing, con la imposición por el gobierno americano de cargas aduaneras a la entrada de neumáticos y tubos de acero chinos. Luego China, resiente y lo manifiesta, que Washington esté a punto de vender miles de millones de armamento a Taiwan. Es lo que viene haciendo Estados Unidos desde la separación de las dos Chinas hace sesenta años pero el tema es sensible para Beijing.
Por parte de Estados Unidos, las quejas son abundantes. Aunque la cuestión del respeto de los derechos humanos ha sido tratado con sordina por Obama y sus colaboradores, no puede, con todo, ser archivada completamente. Las asociaciones de derechos humanos estadounidenses se quejan abiertamente de la complacencia hacia China de la Administración. Luego, China se ha negado airadamente a revaluar su moneda y jugó al ratón y al gato en Copenhague rehusando que en el texto aprobado se pusieran límites a la emisión de gases. La «entente» entre los dos países fallaba en temas cruciales. Más ruidoso ha sido el incidente con Google. La empresa se ha quejado de que unos «salteadores» cibernéticos chinos(oficiales) se hayan introducido en su estructura implicando que cometían actos de piratería y de robo de propiedad industrial en Google y otras compañías. Las autoridades chinas han puesto cara de inocentes pero la Administración estadounidense ha intervenido en el asunto. Hillary Clinton había recibido a los directivos de Google antes de que estos hicieran la revelación y anunciaran que en adelante no respetarían la censura que las autoridades chinas les imponían. El Departamento de Estado señaló que en adelante Estados Unidos incluiría el tema de la libre navegación por internet en sus negociaciones con cualquier país.
La señora Clinton hace un par de días fue más lejos. En clara referencia a la nación asiática y evocando a Churchill lamentó que » un nuevo telón informático está cayendo sobre una parte del mundo». En un primer momento, los chinos trataron de presentar el asunto como algo estrictamente comercial pero acabaron reaccionado a las palabras de la Secretaria de Estado. El viernes el Ministerio de Asuntos exteriores declaraba que los Estados Unidos tenían que «respetar la verdad y dejar de utilizar el tema del internet para formular acusaciones sin fundamento». La sangre no llegará al río. La colaboración de China en cuestiones capitales como las sanciones a Irán, la desnuclearización de Corea o Afganistán es vital.
Al ritmo que van los acontecimientos, China en este año de crisis ha crecido el 8´7% y Estados Unidos le debe billones de dólares, el G-2 acabará siendo una realidad, pero la luna de miel, hoy por hoy, no es plácida.