A las 13 h, L da de comer a S y lo acuesta para que haga una siesta. A partir de ahora, un mediodía a la semana es de los padres: M está en el colegio y S, aunque no va a la guardería, todavía no opina. L y D suspenden el trajín del trabajo y se encuentran, esta vez, en el Caixa Forum. Han planeado ver la retrospectiva de Miquel Barceló, La solitude organisative, y luego comer algo rápido: D debe regresar a su oficina a las 16 h y L debe recoger a M al colegio, un poco después. Mientras S duerme, L termina unos asuntos pendientes de su trabajo. Al rato, sube a S al coche y se encamina hacia el Paseo del Prado.
Pronto divisa Gran Elefant dret, una figura de bronce de unos siete metros de altura, dispuesta de cabeza y ubicada frente al jardín colgante del Caixa Forum. Llega puntual. Ya está D ahí. S se espabila al ver a su padre, se anima. D lo carga. Desde la fachada suben por el ascensor para personas con movilidad reducida, y cochecitos de bebé, al segundo piso. Hay poca gente. En Madrid, en cuanto una exposición aparece mucho en los periódicos, las colas de gente rodean el sitio. Pero un día de semana al mediodía, las salas suelen estar casi vacías: en la ciudad poca gente sacrifica un almuerzo-siesta. Para estos planes, lo ideal es que el lugar esté en el centro y que no sea muy extensa. O habrá que hacer dos visitas.
La pareja que detesta las salas llenas de gente, en la que más que hacer un recorrido relajado para disfrutar observando cada obras, se convierte en una carrera de obstáculos para salvar a esos eruditos que comentan cada obra a todo pulmón para impresionar a su acompañante, o esos que suelen respirar en la nuca del que va adelante, porque no pueden esperar su turno para ver un cuadro o una escultura. Aunque el carrito es útil en alguno de estos casos: una rueda sobre un zapato y el erudito evitará volver a coincidir con ese distraído padre o madre.
La pareja disfruta de la exposición, sobre todo de los trabajos que hizo Barceló en África: acuarelas de escenas rurales y animales, y la sala de retratos que clausura la retrospectiva. Con tranquilidad y sin incidentes, terminan de ver la muestra en 45 minutos.
Ahora, a comer en otro lapso similar. Suben al restaurante del centro en el que suelen tener un buen menú por 12 euros. Pero hay que esperar. Suben la cuesta de Verónica, pero el Targantúa también está lleno. Prueban en el Roda y tienen suerte: queda libre una mesa. L avisa a D, que espera en la acera. Pero al abrir la puerta, una pareja que acaba de llegar quiere entrar antes que ellos. Así que L tiene que jugar como Puyol y bloquear la portería mientras con una mano ayuda a D a subir el coche por los escalones. Comen. D se marcha y L se queda al postre y a darle la merienda a S. En el bar, hará tiempo hasta que se acerque la hora de recoger a M.