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Mientras tantoEl asfalto

El asfalto


 

En El Asfalto (Narciso Ibáñez Serrador, 1966) un pobre señor se sumerge adherido al alquitrán de una calle, sin recibir ayuda, incapaz de salir de un magma viscoso y hostil.

 

 

El asfalto es un material que impermeabiliza el suelo, contaminando nuestro entorno de manera casi irreversible.

 

 

Los operarios que lo vierten sobre las calles y carreteras entran en contacto con sustancias altamente tóxicas, irritantes y carcinógenas.

 

 

Su contenido en alquitranes hace que, cuando las temperaturas estivales lo fluidifican, toneladas de vapores orgánicos volátiles sean emanadas a la atmósfera. Estos vapores, junto con la radiación solar, producen la mayor parte del ozono troposférico, un gas irritante para asmáticos y otros enfermos respiratorios, capaz asimismo de agravar las enfermedades cardíacas.

 

 

El tráfico rodado lo desgasta y pulveriza, en forma de partículas de hidrocarburos, en gran parte carcinógenas, por su contenido en benzopireno y otros componentes. Las partículas de menos de 5 micrómetros acceden sin dificultad a los pulmones.

 

 

Pier Paolo Passolini aborrecía el desarrollismo pero amaba el progreso. El asfalto es el paradigma del desarrollo insostenible, capaz de la destrucción de un planeta entero, que se vuelve impotente hasta para llevar agua a las raíces de los árboles justo después de las tormentas.

 

 

Existen otras formas de progreso sostenible, sin tanto asfalto ni carreteras innecesarias, sólo hay que promoverlas políticamente.

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