En mi infancia era normal comprar coches de tercera mano, es decir, que habían tenido dos propietarios anteriores. Así fue el caso de alguno de los inolvidables vehículos de mi propio padre. Hablar de “tercera mano” se asocia a estas inefables transacciones de una época que se fue (aunque quizá acabe volviendo).
Más novedoso resulta el concepto de humo de tercera mano. Con el tabaco y el humo que genera se pueden distinguir varios pasos sucesivos o yuxtapuestos, que a continuación enumero.
El humo de primera mano es el procedente de la corriente principal, la que se genera en la combustión activa del cigarrillo durante la calada. Este humo es el responsable de la mayor parte de las enfermedades que el fumador sufre, porque el alquitrán que contiene (el extracto seco) está cargado de sustancias nocivas y carcinógenas.
Cuando del cigarrillo se abandona en un cenicero, esto es, mientras el fumador no fuma, se está produciendo menos humo pero quizá más tóxico porque contiene mas monóxido de carbono. Es el responsable de la mayor parte de las enfermedades que sufren los fumadores pasivos, los convivientes del fumador. Sería el humo de segunda mano.
Finalmente existe evidencia reciente de que el humo que exhala el fumador y que emite el cigarrillo se adhiere a los compuestos grasos y también a los compuestos nitrosos que emiten las tapicerías, las moquetas y los papeles pintados, provocando el conocido y desagradable olor a tabaco al entrar en edificios y vehículos.
La combinación del humo con estas sustancias provoca la aparición de las nitrosaminas específicas del tabaco, compuestos altamente cancerígenos, que pueden persistir en el ambiente. Estos compuestos son inhalables, pero fundamentalmente llegan a nosotros por contacto directo con la piel o también por contaminación de los alimentos grasos, a los cuales se adhieren. Los niños serían especialmente vulnerables a ellos.
Mucho tiempo después de haber fumado en un cuarto o en un coche, un niño puede exponerse innecesariamente a este peligroso humo de tercera mano, razón por la cual, sólo se debe fumar al aire libre, en el caso de que aun no haya conseguido dejarlo por completo.