Con relativa frecuencia saltan a los medios de comunicación las noticias sobre el supuesto riesgo de cáncer por el uso de telefonía móvil. La legislación sobre antenas de este tipo de telefonía es una de las que más veces ha sido puesta en tela de juicio en todo el mundo.
Hasta donde sabemos hoy, no existe asociación entre telefonía móvil y cáncer, si bien no se considera apropiado el uso en niños y se recomienda alejar de la cabeza el terminal.
Sin embargo, más raramente se incide sobre lo que que sí puede ser muy importante: los tendidos de alta tensión y las subestaciones de transformación eléctrica.
Los tendidos de alta o muy alta tensión conducen la energía eléctrica por cables de aleaciones de cobre o hierro desde las centrales eléctricas hasta las ciudades y nuestros domicilios. Para poder transportar mas energía, se eleva la tensión hasta, por ejemplo, 30.000 voltios; así con la misma sección de cable conductor se transporta una gran intensidad eléctrica (es simplemente aplicación de la ley de Ohm).
Como estas tensiones serían letales en nuestras casas, deben ser reducidas en transformadores hasta las conocidas de 380 y 220 V. En este procedimiento se emiten radiaciones electromagnéticas de muy baja frecuencia (REMBF). Si esas emisiones se producen muy cerca de casa (en ocasiones en nuestro sótano, o en un pequeño cuarto inaparente del patio de casa), sí podría haber un eventual riesgo.
El riesgo de las REMBF no ha sido excluido y podrían estar relacionadas con algunos tumores cerebrales y leucemias infantiles, aunque no haya nada definitivo al respecto.
Además, durante mucho tiempo estos transformadores estaban llenos de una sustancia muy tóxica y altamente cancerígena: el policlorobifenilo (PCB), que se usaba como aceite refrigerante. Los PCB al ser quemados emiten dioxinas, igualmente cancerígenas, venenosas y volátiles. Los PCB han contaminado ríos de todo el mundo, como el Hudson o el Ródano.
Entretanto, las compañías eléctricas han comenzado a soterrar transformadores y tendidos eléctricos, porque así se atenúa la emisión. Otra medida es alejarlos de las casas. Y por supuesto algo clave, es no construir en las inmediaciones de esos tendidos eléctricos.
La sociedad civil debe organizarse para, desde el poder que da el ser consumidores (o no serlo) de un producto, exigir el soterramiento y el alejamiento de estas fuentes de REMBF. Al mismo tiempo las administraciones deben velar por la salud pública, incluso ante la falta de pruebas definitivas de las asociaciones causales.