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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 31 / 2010

De mi Diario : Semana 31 / 2010


Weiß/Colonia, 1°.8., primeras horas del día

Matthias de Zordo, el lanzador de jabalina alemán, ganó la medalla de plata en el campeonato europeo que se está celebrando en Barcelona. Pero el caso es que su lanzamiento alcanzando 87,81 m es un récord mundial, puesto que lo hizo con la mano izquierda, nadie arrojó nunca la jabalina tan lejos con esa mano. Me quedo pensando en lo curioso del caso, un zurdo que se llama Zordo.

 

Weiß/Colonia, 1°.8.

Un día tranquilo, en casa, sin nietos, leyendo, haciendo descubrimientos insólitos en internet, viendo las competiciones del último día del campeonato europeo de atletismo, en Barcelona (¡esa gacela croata, la Blanka Vasic, corriendo a saltar el listón colocado a 2,03!) Y además un krimi sueco previsto para las 10.30 p.m. Entre lo descubierto en internet, además de varios preciosos incunables del Flaco de Oro (a cuya estatua de Lavapiés siempre peregrinamos Diny y yo cuando estamos en Madrid), dos grabaciones en youtube de Jorge Negre cantando zarzuela;  grabaciones de la peli Teatro Apolo, una de las que más llevo perseguidas desde que existen el vídeo y el DVD, pero hasta ahora de manera desesperanzadamente inútil. Me encanta oír cantar esa voz “seria”, que incluso hace creíble un acento andaluz más falso que Judas (diría mi abuela Remedios) en una escena de El puñao de rosas. Y ahora, pues, un buen whisky para acompañar la nueva aventura del comisario Beck y su equipo.

 

Weiß/Colonia, 2.8. (1)

En el libro de Jon Lee Anderson, en una crónica de las que no conocía, me tropecé ayer con otra frase sospechosa. En su “Carta de Panamá”, y hablando del Palacio de las Garzas, domicilio del presidente, Anderson escribe: «En el siglo XVII, este palacio fue la residencia de un juez de la corona española. Se construyó sobre un brazo de tierra que a un lado tenía la entrada pacífica del canal y al otro una bahía». ¿En el siglo XVII existía una entrada desde el Océano Pacífico a un canal que recién se construyó entrado el siglo XX, inaugurándose en 1914?  Regreso al error detectado al hablar de la “coronación” del rey de España y me digo que es posible que haya habido falta de chequeo por parte de JLA, pero también descuido, tanto por parte del traductor como de la editorial, máxime teniendo en cuenta que son españoles, y no latinoamericanos.

 

Weiß/Colonia, 2.8. (2)

Primera de las diez nuevas sesiones de linfodrenaje. Veremos, como dijo el ciego. Me ha hecho mucho bien el reencuentro con las manos de hada de Frau Schumacher. Como también me hizo bien dejarlo todo en barbecho, a las 8.15 p.m. y ponerme a ver un western que hacía años que no veía, de Howard Hawks, y es de lo mejorcito que dirigió: The Big Sky. Cuando no logro sacar nada de la neurona que me funciona todavía, lo mejor es desconectar y dedicarme a los placeres que aún me puedo permitir, la música y el cine. Y la degustación de un buen whisky, claro.

 

Weiß/Colonia, 3.8. (1)

Un artículo cuya ilustración merece todos los honores : Julio Cortázar, con un impermeable tipo Humphrey Bogart en Casablanca, sentado, llevándose la mano izquierda a la boca para agarrar el faso que está fumando, mientras vicha de soslayo, con inequívoca curiosidad antropológica, la figurita posada en su mano derecha extendida, un Maradona enano con los ojos estupefactos. Pocas veces se habrá mostrado de forma tan palpable una tan acusada diferencia de estaturaen todos los sentidos. “Sin ir más lejos”, como diría el impertérrito locutor de Les Luthiers.

 

Weiß/Colonia, 3.8. (2)

Me escribe Héctor que anda metido en correspondencia con una amiga que lo quiere matar por su artículo sobre las corridas de toros, y que la discusión está al rojo vivo. Le contesto que en cuanto a discusiones sobre el tema de los toros, una vez, con Andrés Hoyos, acá en casa, quedamos de acuerdo en que hay dos temas sobre los que no se debería discutir, por la sencilla razón de que –ontológicamente hablando– los contrincantes no se podrán poner  jamás de acuerdo: uno de ellos es el doblaje de las pelis, y el otro las corridas de toros. En todo caso, y por lo que se refiere específicamente a Cataluña, le digo, lo que a mí me emputa es que la  prohibición no llega por amor a los toros sino por odio a lo que los catalanistas llaman España, como si ellos mismos, con ese furor uterino antiespañolista, no fueran la prueba palpable de que son más españoles que el resto de los pueblos de la península. Es decir, rechazan las corridas por ser una «fiesta nacional». Ahora vamos a ver cómo reglamentan esas fiestas tan populares en la Cataluña profunda, los correbous, donde sueltan los bueyes por las calles del lugar y los van persiguiendo, pinchando, apaleando, tirándoles del rabo y haciéndoles dar vueltas hasta que los pobres se caen mareados, o prendiéndole fuego a los cuernos envueltos en estopa, en fin, un espectáculo salvaje que en los pueblos costeros culmina acosando a las pobres bestias hasta la orilla del puerto para que no tengan otra opción que tirarse al mar, de manera que muchas se ahogan, o quedan tan malheridas que no hay más remedio que darles un tiro de gracia. Ah, pero no, no, no, la cultura mediterránea (esa será la excusa que alegarán los catalanistas, supongo) peligraría si se prohibiesen esas tradiciones tan entrañables¡La progenitora que los dio a luz!, para decirlo en castellà.

 

Weiß/Colonia, 3.8. (3)

Pasaron en la tele, dentro de la serie sobre los grandes ríos del mundo, el capítulo del Mekong. Pero más de la mitad del reportaje estuvo dedicada no al Mekong, sino al río del Lago Tonle; Tonle Sap en idioma khmer significa “gran lago”, y lo es: es el más grande del sudeste asiático. Y el río que lleva el nombre del lago desemboca en el Mekong a la altura de Phnom Penh, la capital del país, Camboya, presentando una particularidad que lo hace único en el mundo. Durante la época de los monzones, el Mekong baja tan cargado de agua que empuja las del Tonle hacia el lago y hace que éste se desborde y fertilice toda la cuenca adyacente. Cuando cesan las lluvias, es el lago el que sale a desaguar en el Mekong, las aguas corren entonces en sentido contrario. Un río de ida y vuelta. Casi una metáfora de lo que a veces quisiéramos que fuesen nuestras vidas, pero ay, el río del Tiempo desconoce la estación de los monzones.

 

Weiß/Colonia, 4.8. primeras horas del día

Acabo de ver una una peli sueco-danesa buenísima, Efter brylluppet [Después de la boda], candidata en el 2007 al Oscar a la mejor cinta extranjera, y producida por Nordisk Film, la más vieja firma cinematográfica del mundo que sigue en activo: se fundó nada menos que en 1906. Le escribiré a Rolando diciéndole que no se la pierda, esta peli de Susanne Bier, es una de esas que se le meten a uno bajo la piel. Y a dormir, que son pasadas las 2.00 a.m.

 

Weiß/Colonia, 4.8.

Quedé fascinado con la lectura del censo de la vida marina, mejor dicho, de los extractos que publica hoy la prensa alemana. Pero con todo y ser tan científico el soporte de lo investigado y lo que se acaba de dar a conocer, siempre me queda sin embargo un remanente de escepticismo. ¿Cómo podemos hacer afirmaciones tan taxativas sobre las costumbres de algunas especies que pueblan las aguas a profundidades donde aún no ha llegado la mirada humana, ni directamente ni por intermedio de aparatos teledirigidos?  Tengo la convicción de que cuando se extinga la vida humana sobre la tierra (no creo que falte mucho, considerando la carrera suicida a la que nos hemos entregado), a lo mejor la mente humana llegará a haber desentrañado el misterio del Big Bang, pero nunca el que guarda celosa e impenetrablemente el abismo abisal. El ser humano es posible que logre desembarcar en Marte, pero jamás alcanzará el centro de su propio planeta.
(Termino de escribirlo, y releo la frase y me río, me río preguntándome qué veleidad filosófica se le habrá metido hoy en la cabeza a la única neurona que aún tengo activa).

 

Weiß/Colonia, 5.8. (1)

La lectura de la prensa me informa de que en el cruce de la calle Bonner con la Teutoburger se ha constituido la República bananera de Colonia: es el centro de una rotonda de mucho tráfico donde un vecino del lugar llevó una planta de banano, ornamental, que tenía en su casa y que había crecido tanto que su compañera le exigió que la sacase de bajo el techo común. Y tras un par de incidencias (entre las cuales se cuenta hasta el robo de la planta, luego devuelta por un ladrón contrito), algunos vecinos han plantado allí varias más –son 16 entre tanto–, y siendo Colonia como es, tan adicta a este tipo de excentricidades urbanas, ya dispone de una república bananera autónoma, e incluso de un “Presidente” [sic, en castellano], el primer plantador en la rotonda. Y la otra noticia que me interesa, de la prensa de hoy, es que la pequeña Laura se salió con la suya. Laura Dekker, la holandesita de 14 años, navega ya con su padre camino de Lisboa, desde donde partirá sola a dar la vuelta al mundo en su velero, y si logra regresar indemne al cabo de unos dos años (tal es la previsión del viaje), se convertirá en la persona más joven que haya circunnavegado nuestro planeta. Me gustaría vivir todavía para verla llegar de regreso a Lisboa. Pero lo esencial es que regrese, e indemne.

 

Weiß/Colonia, 5.8. (2)

Me encuentro con Violeta en la galería de Carmen, para platicar acerca de una actuación suya titulada “Lugares del amor”, cuando se inaugure allí, el 3.9., la siguiente exposición: una de un fotógrafo español, Mauro Fariñas, titulada a su vez “Pleased to meet you”. Previamente me había hablado por teléfono de un recital de poemas españoles de amor, pero ahora, in situ, me dice que su idea es convertir la vitrina-escaparate de la galería en un pequeño escenario, y en él actuar como si estuviese tejiendo una tela, recitando a la par. Ello me trae al recuerdo el canto de las esclavas en La tejedora de sueños, de Buero Vallejo, y la idea le resulta muy atractiva. Nos citamos para el martes próximo, cuando ya haya estudiado el texto y la partitura, y sobre esa base perfilar los detalles. Luego me voy con Carlitos (que apareció cámara en ristre) al mejor local de Colonia en materia de salchicha con curry y papas fritas belgas. Y allí, degustando esos pobres manjares, de repente se me ocurre la idea para mi conferencia sobre Miguel Hernández, justamente cuando le estaba contando a Carlitos que no sabía de qué hablar en esa conferencia.

 

Weiß/Colonia, 5.8. (3)

Buscando un dato en internet, se conoce que al paso activé un programa que se me presenta en pantalla preguntándome si quiero vivir, trabajar o estudiar en Estados Unidos, y cuando intento sacarlo de la pantalla, activa otra ventana en la que aparece el formulario de solicitud de una “carta verde”. Hastiado, pulso para desconectar Internet Explorer y reconecto luego a salvo de la obsequiosidad gringa. Que se metan sus Green Cards por donde amargan los pepinos.

 

Weiß/Colonia, 6.8., primera hora del día

Cena en casa de los Bayer, en Linz del Rhin. Fuimos en el coche de Carlitos, es hora y ¼ desde Colonia. Esta vez nos acompañó Leonardo. Durante la cena (Marlies se mandó una ensalada india de la que repetí dos veces, y eso quiere decir algo), Osvaldo y yo nos trenzamos en una disputa toponímica sobre Buenos Aires, que terminó con una apuesta, el que la perdiese tenía que aportar una botella de whisky de calidad. De regreso en casa me precipito a consultar mi viejo plano de Baires, y le escribo sin demora a Osvaldo: «Chequeado nomás llegar a casa : Cabildo concluyyye en la General Paz, y a partir de ahí, hacia Tigre, es Maipú. Te debo, pues, una boteyyya de whisky de los güenos. Pero qué lindo reencuentro, ¿no? Eso vale más que todas las cosechas de malta escocesa».

Osvaldo me contesta casi a vuelta de correos: «Cuando vengan la  próxima por Linz  les voy a cantar un tango como Gardel, les voy a regalar un par de alpargatas como hacía Evita, y les voy a relatar un chiste a lo Borges, en inglés, mientras nos tomamos el Scotch. Sí, estuvo linda la noche, ya es un encuentro obligatorio, una especie de culto a lo gaucho; lo único que nos falta, al final, es tomar unos mates a bombilla. Arrivederla, pendes. Osbaldo Valle».

 

Weiß/Colonia, 6.8.

Hay en el garaje una gran cantidad de botellas vacías de agua mineral, y Diny me llama desde lo de Montse para que las devuelva en el contenedor ad hoc del supermercado y recupere su importe. Son tantas que debo vaciar la alforja izquierda de mi bici, y al hacerlo, no contando encontrar allí nada más que mi poncho impermeable para la lluvia, me encuentro con el siguiente inventario: Una toalla espesa (para cuando voy en bici al médico o a la fisioterapeuta y llego empapado en sudor), una gorra de visera (por si se me ocurre salir destocado de casa), unas gafas de sol, unos guantes forrados de lana (para proteger las manos en el invierno, que no se me queden agarrotadas en el manillar), una envuelta plástica para el sillín (por si llueve y no puedo estacionar la bici  bajo un resguardo), la bomba de mano (por si se vacía una rueda), y un plano de Colonia, porque ¿cuántas habrán sido las veces –¡innumerables!– que automovilistas, ciclistas, excursionistas por el bosque o simples transeúntes, no me hayan pedido orientación acerca del lugar adonde iban. Y para esa eventualidad también conviene andar pertrechado. Pensándolo bien, yo hubiera podido ser un contramaestre bastante guay en el Arca de Noé.

 

Weiß/Colonia, 7.8. (2)

Me manda Pepe, desde Madrid, una estupenda broma, en apariencia respaldada por un informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), sobre el descenso de nivel de la cultura española, y le respondo, en serio, lo siguiente: «El personal del INE debe de contar entre los españolelos, porque yo ya me había dado cuenta de la mutación del españolito de a pie hace por lo menos veinte años, como resultado de una dinámica tipo bola de nieve, generada a partes iguales por la movida y el destape, ambos salidos de madre y sin freno ni control, antes al contrario, más bien aplaudidos y fomentados. Me bastaba oír lo que la gente charlaba en los bares o en el Metro para deducir que el nivel de estupidez nacional había subido varios puntos hasta llegar casi a alcanzar el de la memez ya congénita, implementada casi como chip en el ADN nacional».

 

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