“He pasado por muchas intervenciones quirúrgicas. Me han retirado el útero… me operaron a los cincuenta y seis años y me volvieron a operar a los nueve mese porque no quedé bien. Desde una de esas operaciones ya no pude tener relaciones sexuales con mi esposo, es decir, con penetración. Quise que me solucionaran ese problema, pero el médico que me atendió en el seguro social se burló cuando le conté que la razón era porque me dolía mucho cuando tenía relaciones sexuales. “¿Qué acaso usted aún tiene relaciones con su esposo?” Ya se había burlado y hecho mofas en relación con mi sexualidad después de la operación. Luego de esto no quise regresar más al servicio de salud pública y hasta ahora no he solucionado mi problema. De eso ya han pasado años”.
Éste es uno de los 28 testimonios recogidos en un hermoso libro, Yo amo mi vulva, de Silvia Maza, Dina Cedano y Liz Cabrel, que compila confesiones de mujeres peruanas, unas que han sabido disfrutar de su sexualidad y otras, como la anterior, que lleva años sin mantener relaciones sexuales por la estupidez, supina de un médico retrógrado y corto de miras. Por no decir simplemente gilipollas.
Lo curioso de este libro es que cada testimonio es ilustrado con una fotografía de la vulva de la que habla: imágenes en blanco y negro, primeros planos… No busquen pornografía, que no la hay. La obra es simplemente un homenaje a la mujer, a su sexo y a su derecho a disfrutar plenamente de su sexualidad. Algo que no es sencillo en Perú, de donde son originarias dos de las autoras, pero tampoco aquí ni en otros muchos países…
Conocí a las chicas que están detrás de este proyecto (más información en www.yoamomivulva.org) porque vi uno de sus artículos en la tienda Los Placeres de Lola donde tenían colgada en la pared La vulva títere, una herramienta de trabajo (es como una marioneta) utilizada para enseñar cómo es el órgano sexual femenino. Las vulvas son fabricadas por mujeres del poblado marginal de Manchay, cerca de Lima, quienes, gracias a microcréditos, cuentan con sus propios talleres y han conseguido ganarse la vida con esta actividad (www.elmundo.es/america/2009/11/02/noticias/1257190429.html).
Me decían las cabezas pensantes de esta iniciativa en las primeras conversaciones: “No te puedes imaginar la cantidad de mujeres peruanas que no ha tenido nunca un orgasmo”. Y yo añadía que en España también contábamos con un buen número de éstas, pero no nos engañemos, las hay por doquier: recuerden sino la escena de una de las protagonistas de la película Tomates Verdes Fritos cuando descubre cómo es su órgano sexual gracias a un espejo.
El año pasado tuve la oportunidad de acudir a uno de los mal llamados talleres de la Junta de Extremadura mal llamados por algunos medios “talleres que enseñaban a la masturbación””. Allí me di cuenta, rodeada de chicos y chicas, del desconocimiento que muchos jóvenes tienen todavía respecto al sexo. Parece mentira, ¿verdad?, a pesar de toda la información que existe.
Así que, desde este post, os animo queridos lectores/as, si es que hay alguno/a, a regalar una vulva títere a vuestras hijas, si las tenéis. O a miraros la vulva detenidamente y con cariño en caso de ser señoritas. O a explorársela con mimo a la compañera/amante en caso de ser señores.