La vida y la muerte bordada en la boca…
Con este primer verso empezaba una canción de Serrat que siempre me emocionó y que la recuerdo mucho porque a mi padre le encantaba.
Esta versión de Antonio Vega nos gustaba especialmente
La vida y la muerte bordada en la boca… aquí todo el mundo tiene la vida y la muerte bordadas en la boca, grabadas a sangre, sudor y fuego en la cara como esas máscaras griegas partidas en tragedia y comedia.
Es curioso comprobar como a todo se acostumbra uno y algo que en España me parecía tan trágico y tan infrecuente aquí es el pan nuestro de cada día, o el bismilha, que la mayoría son musulmanes.
Bien es verdad que con los años, y yo ya tengo, acaba uno por ir a más entierros que a bautizos, por dos cuestiones fundamentales: la tasa de natalidad y los años. La tasa de natalidad baja, evidentemente porque se folla poco y los hijos ya no vienen con un pan debajo del brazo sino con muchas facturas de actividades complementarias en el colegio y másteres universitarios. Y eso si luego consigues que se vayan de casa…
Y con los años empiezas a asistir a los entierros de los padres de los amigos (aparte de los propios), sigues con los entierros de los amigos y acabas empezando a mirarles con recelo pensando en quién será el próximo. Tengo un grupo de amigos en España que después de la muerte de nuestro querido amigo Ricardo (este domingo es justo el aniversario de su muerte, no te olvidamos, Chino), dos de nosotros pensamos que podíamos hacer una porra para ver quién era el siguiente (justo nosotros dos éramos los que más probabilidades parecíamos tener). Aparte de destinar una parte para la viuda, tendría, el que ganara, que invitar a los demás a una buena juerga a la mayor gloria del difunto (a su salud no tendría ya mucho sentido).
Pero la gente se acojona si hablas de la muerte, más si bromeas sobre ella. Es tabú.
Este árbol lo derribó el viento hace 2 años, pero con pocas raíces pegadas al suelo es capaz de seguir resistiendo. Aquí todos son supervivientes. Puede que ellos sean los únicos cuando el destino nos alcance…
Aquí hay un montón de cosas que son tabú, según las etnias, las tribus, las aldeas, las familias o las personas. Hay tabúes de todas clases. Pero no la muerte, ni la vida.
Una sin otra no son nada y en Burkina Faso puedes disfrutar, en vivo y en directo, cómo la Vida se renueva día a día a pesar del magnífico trabajo de la Muerte. No sólo en las personas, en todo.
Barrages (estanques) que se secan absolutamente en la estación seca y que cuando vuelven las lluvias renacen de carpas y captaines (magnífico pescado local), miríadas de insectos que inundan el aire después de la lluvia como si la naturaleza se desbordara. Y, por supuesto, los niños que nacen (y mueren) con una facilidad asombrosa.
Así que casi todas las semanas asisto a un bautizo o conozco a alguien que ha dado a luz y casi con la misma frecuencia tengo que ir a dar el pésame por alguien que ha muerto.
Oumou, a la derecha, con Assietta, que falleció hace una semana. Esta foto es de la Fiesta de Fin de Carème. Se puso mala y en 5 días murió. La familia no la llevó al hospital ni al médico, falta de costumbre.
En los nacimientos es como en España, los niños son pequeños, unos bebés, pero en los decesos también pueden ser bebés o niños pequeños o jóvenes. El último, hace dos días, no tenía más de 15 años, Mainguidou, el sobrino de Oumou, la señora que me cuida. Y justo ese día habíamos vuelto de Koudougou de ir a ver a su hija Gladys, que acababa de dar a luz a Héctor. No tengo fotos de él, pero le conocía. Fui a la cour a dar el pésame a la madre y un sobre con dinero. Esta es la práctica habitual, tanto en bodas, bautizos o entierros: dar algo a la familia, regalos, comida, dinero. Pero voy a dejar de precisar las cantidades entregadas porque mi buen amigo Ignacio me lo ha afeado en una ocasión. Y puede que tenga razón porque como buen economista (coincidimos juntos en Económicas, porque estudiar yo no estudiaba) para él es más importante el concepto que la cantidad. Yo, la verdad, siempre me sentí más bien contable que otra cosa y me gustaban más las cifras en concreto que las ideas en abstracto. Cada uno tiene la cabeza amueblada de una manera, ni mejor ni peor: distintas.
Oumou, musulmana, con Gladys, su hija cristiana, y sus dos nietos: Rebeca y el recién llegado Héctor
Bueno pues eso, que le di su sobre y todas las mujeres que estaban sentadas en las napas del suelo, incluida la pobre madre, se levantaron para darme la mano y las gracias. Y yo sentado en un pequeño escabel que me habían traído como deferencia, sin saber qué decir dejando pasar los minutos como en cualquier funeral, pero callado como siempre por estas tierras. Porque sólo una de las 6 mujeres se dirigía a mí en francés. Tengo que aprender mooré como sea.
Me despedí, pero Oumou me llevó por las callejas de su cour alumbrándome con su móvil hasta la case de su tío, el jefe de familia. Issa es un hombre agradable y agradecido que siempre se muestra muy atento conmigo. En su case tiene luz eléctrica y por eso fue allí donde llevamos el año pasado el frigorífico que le regalé a Oumou, ella no tiene electricidad.
Issa, a la derecha. No recuerdo el nombre del anciano, pero también ha fallecido. La foto es de hace 6 meses.
Como siempre hablamos de la salud y de cómo nos encontrábamos cada uno. Como sabe que a veces le doy medicamentos a Oumou (aspirinas, ibuprofeno y poco más) se empeñó en mostrarme todo su historial clínico. Así que allí me tenéis a mí, poniendo cara de internista (médico internista, no integrista) mirando las radiografías, diciendo ajá, como si entendiera algo y diciendo que no veía nada raro, pero que algunas eran antiguas (se podía leer la fecha) y eso les dio confianza como para que pasáramos a ver los análisis y los medicamentos prescritos… vamos un papelón.
Salí de allí como pude diciendo que tomara lo que le habían prescrito (me mostró las cajas para que viera que no le quedaban, pero me disculpé: no trabajaba ese género) y que se cuidara mucho y se alimentara bien.
Porque aquí la alimentación es escasa y poco variada, y la sanidad es aún peor. Son las que llevan a la gente a la tumba. Y la ignorancia, que también pone lo suyo. Y la pobreza por si faltara algo, ya que no suelen tener para pagar las medicinas y los médicos.
Aquí el mundo puede ser maravilloso si te toca una tonelada de arroz. ¡Imaginaos la cantidad de paellas que se pueden hacer… o arroz con leche…!
Os pego una foto de sorteos especiales por el 50 Aniversario de la Independencia (esta semana Fronterad también cumple 50 semanas, hay un sorteo a venir a visitarme a Burkina, pero el billete de avión os lo pagáis vosotros).
El premio gordo son 1.000 kgs de arroz al día, pero se tienen que llevar el arroz a casa, nada de su contravalor en Fcfas. Y el eslogan debajo pone: “UN MUNDO MARAVILLOSO”
Un mundo maravilloso si te toca una tonelada de arroz… Una curiosa estrategia de marketing, porque así el premio es para toda la familia. Todo el mundo vendrá a pedirle unos kgs de arroz al ganador. Si fuera dinero podría decir que se lo ha gastado en copines, que se ha comprado una moto, una TV de plasma, cualquier cosa… Pero ¿quién se come de seguido una tonelada de arroz por más maravilloso que sea el mundo?
Así que así va marchando este mundo “un paso adelante, dos pasos atrás”, como decía otro gran letrista, Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin.
Otro de esos momentos mágicos de juventud. A veces pienso que eran unos ‘rojos’ estos Johnny y Charly y que le ‘colaron’ a la dictadura una canción con mucho recado
No sé si en él se inspiró Georgie Dann en sus bailes, aunque yo creo que sí fue la inspiración de La Yenka (izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, atrás, un, dos, tres…)
GALERÍA DE RETRATOS DE JAVIER NAVAS