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Mientras tantoDe la mano

De la mano


Mourinho gris humo. Mi padre enfadado. Mi hermana que se subía por las paredes. Yo poniendo paz con un catéter en la uretra. Demasiado. Me fui a Galicia a hablar de contrabando y a ver el clásico en la casa familiar. Y tres días después sigo con el recuerdo de una exhibición impúdica. La electrizante ronda del Barca contra su anticristo favorito. Los merengues que no aguantaron la tunda. Y dejaron señales de venganza. Muchas heridas en juego. Once campeones del mundo sobre el terreno de y unas elecciones catalanas recién servidas. Demasiado. Creo que Mou se acordó demasiado del Inter pero en el campo tenía al Real Madrid. Un merengue por cocer. Dos golitos, pim-pam-pum, en un abrir y cerrar de ojos, a la velocidad del éxtasis. Las bandas fueron un suplicio. Que Marcelo no está a la altura, lo sabemos, que Sergio Ramos perdería la compostura, nos lo imaginábamos. Villa y Pedro como protagonistas con Messi engañando a los centrales y los dos portugueses, Pepe y Carvalho, persiguiendo sombras todo el encuentro. ¿Hasta cuando el Barca encadenará una demostración tras otra? Los aficionados nos frotamos los ojos. Queremos decirnos a nosotros mismos que nunca vimos tal cosa y no nos atrevemos. Hay que mirar atrás para encontrar algo semejante. El Madrid de Di Stefano, el Barca de Kubala, el Milan de Sacchi, el Bayern de Beckenbauer, el Manchester de Bobby Charlton…Pero ahi está, asomado al vértigo de la obra maestra, al abismo de la perfección. Están creciendo los enemigos, pero de repente no tiene rival, o mejor dicho no tiene otro rival que él mismo. Guardiola lo sabe y sabe que no va a durar siempre. Después de la mano toca jugar el sábado en Pamplona. La vida sigue.

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