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Mientras tantoMulticulturalidad

Multiculturalidad


La palabra es fea y complicada, como lo que pretende describir.

El diccionario de la RAE define ‘multiculturalismo’ como la convivencias de diversas culturas. Y se quedan tan panchos. Supongo que a diferencia de a mí, les pagan por ser sucintos.

Wikipedia se adorna un poco más con el problema de intentar integrar en un mismo espacio físico, geográfico, culturas diferentes. Y toca, de refilón, algunos de los problemas que conlleva la multiculturalidad o el multiculturalismo: la discriminación de parte de los seres humanos o la negación de los derechos del individuo ante los derechos del grupo o el respeto a la tradición.

Las mujeres suelen ser las que más sufren este ‘respeto a la multiculturalidad’, lo que las lleva a ser consideradas ciudadanos de 2ª clase o menos en muchas de esas ‘culturas’, si por tal puede llamarse a la incultura y el atraso.

 

Yo llevo casi 2 años en Burkina Faso y he intentado adaptarme y comprender muchas de las cosas que veo y que no me gustan. Mucha gente me ha dicho que tengo que respetar las tradiciones de donde estoy y poco menos que comportarme como se espera que lo haría un hombre allí, pero no puedo. Hay cosas con las que nunca estaré de acuerdo y que siempre intentaré cambiar, aunque no sea haciendo proselitismo, pero sí mostrándome claro y consecuente en una forma de actuar por si aquello de que el ejemplo, a largo plazo, sirve para algo o para dejar una pequeña huella. Porque no comparto cómo se trata a la mujer, por poner un ejemplo, en determinadas ‘culturas’.

 

Me he venido a España con mi copine y han surgido problemas de ‘multiculturalidad’ o lo mismo sólo han sido problemas de pareja o de relación entre seres humanos. Porque es fácil echarle la culpa a nuestros orígenes tan distintos o nuestras bases culturales tan diferentes e incluso tan enfrentadas. Religiosas, sobre todo.

 

Pero pensándolo bien creo que tendría los mismos problemas si me relacionara con una señora de La Moraleja (urbanización cara de Madrid), de comunión diaria.

Es verdad que el supuesto de que eso ocurriera, tener una relación con una mujer católica practicante, es poco menos que imposible, aunque tengo unos cuantos amigos con creencias religiosas arraigadas. Y en Burkina todos mis amigos están en ese apartado.

Así que, al final, me temo que puedo tener los mismos problemas de multiculturalismo con un montón de gente en España y que sólo es cuestión de buena voluntad para convivir, o coexistir, pacíficamente lo mejor posible. Eso sí, respetando unos principios básicos comunes a todo el género humano, que podrían ser la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A partir de ahí que unos hablemos castellano o vasco o catalán, o nos gusten las procesiones o blasfemar, cortar troncos, hacer torres humanas (castellets) o los toros (yo quise ser torero), es lo de menos. Y si lo hacemos extensible a África pues más de lo mismo si se respeta lo fundamental.

 

Hace tiempo, al principio de venir, me recriminaban que no podía comportarme como si estuviese en España, que tenía que respetar las costumbres y tradiciones locales. Y yo respondía indignado si se referían a la ablación, al trabajo infantil, al comercio de niños, la denigración y explotación de la mujer, violaciones sin castigo, la venta matrimonial de niñas, la esclavitud, la poligamia, y tantas cosas como siguen pasando todos los días y contra las que, tímidamente, se lucha desde el Gobierno burkinés, supongo que por exigencias de los organismos internacionales.

Incluso ponía como ejemplo la retrógrada España de antes de los años 60 y cómo el turismo empezó a cambiar la mentalidad de nuestro país. A  mi copine se lo ponía como ejemplo y que las mujeres, antes de aquello, ni podían fumar, ni llevar pantalones sin ser denostadas como prostitutas y despreciadas por la cerrada sociedad de entonces. Un poco como pasa en Burkina actualmente.

 

Es lo bueno que tiene viajar o mezclar culturas: lo que es bueno es bueno y si se mezclan las culturas, en vez de ‘conservarlas’ separadas como si fueran agua y aceite, al final gana el género humano (lo de fumar puede parecer malo, pero tener la libertad de decidir por uno mismo no tiene precio)

Así que multicultureémonos todos, mezclémonos todo lo posible y respetemos las lenguas, el folklore y todo aquello que nos enriquece a todos y no demos tregua a lo que denigra a cualquiera de nuestros hermanos, a nosotros mismos en definitiva.

 

Tengo un amigo nacido en un pueblo de Valladolid que se siente, o dice sentirse, más cercano a los suecos que a los andaluces, quizás por aquello de querer poner distancias con la parte más casposa y rancia de la cultura andaluza, pero me temo que es por esa manía que tenemos de buscar antes lo que nos separa que lo que nos une. Justo lo que me gustaría cambiar: encontrar siempre lo que nos une a los seres humanos, lo que nos hace hermanos.

 

Es lo que tiene la Navidad, buen rollito, tengo el azúcar por las nubes de comer tanto turrón y dulzainas y me salen artículos muy almibarados.

Pero os deseo a todos unas muy Felices Navidades, que seáis felices y tengáis mucha suerte.

 

PS.- Mi amiga Margarita, a la que comenté mis problemas de entendimiento multicultural con mi copine me dijo que me entendía, que llevaba casi 20 años casada con un alemán y que ‘sentimos’ de forma distinta por más que quieras entenderte. Os pego aquí un caso extremo de esa falta de entendimiento.

Pensé para mí: y los de Chamberí jamás entendimos a los de la Concepción (barrios de Madrid) cuando quedábamos, cuando era pequeño, a veces para unas dreas en un descampado. Aquello no nos llevaba a una apertura mental, por más que alguno acabara descalabrado.

 

 

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