Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img

Ons

Si no fuese tan puta   el blog de Manuel Jabois

La leyenda dice que por el Burato do Inferno se oyen los lamentos de las almas condenadas en su estertor pagando por sus pecados, y cuando en días de grandes tempestades el mar llega hasta allí batiendo las rocas los aullidos son entonces interminables. A las dos de la mañana se corta la luz en Ons y bajo esa penumbra adopta uno como ciertas las creencias, aunque sea con esfuerzo meláncolico. La isla va despidiendo el verano y en los últimos barcos del domingo suenan gaitas, palmas y panderetas; atruena la vida, en extraña ejecución. Algunas noches una procesión de almas en pena anuncia la muerte entrando a la isla por Punta Centolo desde Noalla a dejar el aviso y desaparecer evaporándose en el cementerio. A las doce de la mañana ya hay gente en las terrazas de Checho y Acuña derribando cervezas y pocas horas después se escuchan las voces y las guitarras. El día echa a rodar como una pelota de trapo: feliz, endémico, trasnochado. Como en cualquier isla, hay alcohol en exceso volcado en actitudes libres y complacientes; la estética irrenunciable de una vida en suspenso. Hoy no son más de setenta las personas que viven todo el año en Ons aunque cientos aprovechan para acampar allí o alquilar una casa y balancear, también a su modo, el tiempo detenido. Pocas veces los esqueletos de los diablos del Burato do Inferno emergen a tierra y casi nunca ha podido ver alguien a la Santa Compaña. Pero el suministro de luz y agua es escaso y el generador de la isla abre a las siete de la tarde y cierra a las dos, así que las costumbres se ejercitan: también las hippies. Hubo luna llena y ese rastro de luz fue todo lo que iluminó el camino de vuelta a casa a las cinco de la mañana: una estrella soberbia y grandiosa descolgándose allí mismo como un muñeco. A nuestra derecha subían más sombras y debajo, en el pueblo, se clausuraba el verano. Alguien trajo más botellas a la terraza y se decidió, pasada una hora, cerrar como fuera el Burato do Inferno y hacer desaparecer el espanto de aquellos lamentos condenados al fuego eterno.

 

Más del autor

-publicidad-spot_img