Quince ejecutados, catorce de ellos decapitados, reporta la policía del puerto de Acapulco. Junto a los cuerpos, un mensaje: “A toda la ciudadanía en general no se le va a cobrar cuota. Atte. El Chapo Guzmán”, se lee. “A todos los que intentan entrar a esta plaza esto les va a pasar, atte. El Cártel más pesado el Chapo Guzmán”.
Joaquín El Chapo Guzmán Loera se ha convertido en el mayor personaje de la economía subterránea mundial mediante su ascenso como jefe del Cártel de Sinaloa, desprendimiento del Cártel de Juárez.
Bajo el liderazgo de Amado El Señor de los Cielos Carrillo Fuentes, el Cártel de Juárez se convirtió en el grupo criminal de mayor peso en el continente americano en la década antepasada y en la pasada. En estos tiempos ve menguar su poderío por la fuerza del Cártel de Sinaloa y un Chapo Guzmán que, de cuando en cuando, aparece en la lista de los ricos del planeta de la revista Forbes, o en las mesas de novedades de las librerías, como ahora con su rostro en la portada de Los señores del narco (Grijalbo) de la reportera Anabel Hernández.
Las noticias recientes sobre El Chapo lo ubican en un refugio en la sierra del estado de Durango, a donde llega y se retira en avioneta. Y, de acuerdo con el testimonio de un delator, bebe whisky añejo, ve noticiarios y dirige sus negocios por teléfono móvil. Al delator le ha confesado, asegura éste, que prefiere la paz que la violencia, pues los negocios del narcotráfico se vuelven muy difíciles cuando hay pleitos y muertos. De acuerdo con este testimonio, el mensaje de Acapulco sería falso. Un aviso de que El Chapo está en la mira de los que hasta el presente lo han protegido: las instituciones mexicanas y las agencias de inteligencia de EEUU.
Por un cable de WikiLeaks se supo que el Chapo es un crucigrama irresoluble para el ejército mexicano, porque tiene decenas de refugios, una red extraordinaria de informantes y una guardia personal de centenares de incondicionales. Como lo reitera el libro de Anabel Hernández, el problema del narcotráfico está en la corrupción institucional al más alto nivel. Algo nada nuevo pero casi imposible de creer fuera de México: las democracias “pirata” son una asignatura pendiente de la politología contemporánea, que prefiere la condición formal de los Estados que examinar la realidad de éstos.
De acuerdo con lo que ha sucedido antes respecto al crimen organizado en México, se puede esperar que El Chapo sea apresado cualquier día de éstos. La vida en primer plano de los jefes del narcotráfico está lejos de ser longeva. El ciclo de las organizaciones criminales de gran impacto está vinculado a las instituciones mexicanas y a la geo-politica de las agencias de inteligencias de EEUU. En cuanto al Chapo, su ciclo parece concluso. Otro lo reemplazará en la dirección del Cártel de Sinaloa, o algún otro Cártel cumplirá las directrices emergentes, o bien, surgirán nuevos grupos.
Un ejemplo: Los Zetas ascendieron de oficiales prófugos del ejército mexicano a sicarios del Cártel del Golfo, y de allí a convertirse en un Cártel aparte. Ya dominan todo el Golfo de México y Guatemala, a cuyo gobierno acaban de amenazar. Vale recordar que en este grupo participan exmilitares guatemaltecos de élite, los llamados kaibiles, entrenados al igual que sus pares mexicanos en escuelas militares de EEUU.
Para EEUU el control de México y Centroamérica se debe dar en el contexto de una crisis nacional-regional que permita la (para)militarización de los territorios (incluidos mercenarios a cuenta del Pentágono), el auge armamentista, las operaciones de inteligencia o punitivas a favor de sus intereses. El narcotráfico y el resto de sus industrias criminales es el pretexto de la geo-política estadounidense hacia el resto del sigo XXI y tiene dos puntos de irradiación: México y Colombia.
Quince ejecutados, catorce de ellos decapitados, son parte de lo mismo, al igual que el auge y eventual caída del Chapo. Ya van más de 30 mil muertos. La barbarie continuará.