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Mientras tantoEl extranjero: notas erráticas sobre Edmond Jabès

El extranjero: notas erráticas sobre Edmond Jabès

La historia no tiene libreto    el blog de Joseba Louzao

 

Pasan los años, cambian las personas que te acompañan y tu
rostro, pero hay unos pocos libros que subsisten a cualquier mudanza. Son libros que no te
remiten a un pasado perdido, ni a los pasos de aquel entonces. Al contrario,
son páginas que continúan golpeándote en silencio. Allí es donde uno puede encontrar
frases que le transforman en un extraño de si mismo, lo que permite conocerse mejor. Te detienes ante la estantería, recoges un volumen y su lectura te
confiere singularidad. Intuyes que caminas hacia la
subversión, arriesgando en la frontera («¿dónde está la frontera, Extranjero, sino
al final de nosotros mismos?»). Lo abres lentamente y comienzas a leer en voz alta,
descubriendo que en el silencio surge, tras su escucha, un libro, o el principio.

 

De repente, eres un extranjero en el desierto y tienes
un libro bajo el brazo. Te acoges a la recomendación divina, llevando el equipaje mínimo del destierro (Ezequiel, 12, 3). Y te encuentras con el poeta Edmond Jabès, sólo él podría estar
esperándote, por ello, se convirtió en uno de los escasos profetas del siglo XX (“la verdadera palabra es profética”). Jabès reconoció que solamente podía ser coherente en
la contradicción constante de sus frases.
Nacido en El Cairo, se
exilió tras la crisis del canal del Suez. Egipcio y judío, escritor y
francés asumió su extranjeridad. Lo descubrí
a los 19 años, pero no sé muy bien cómo llegó a mis manos, y desde entonces busco en sus palabras fragmentadas siempre que siento la necesidad de quedarme sin aliento. Quizá porque es
la única manera de estar en el desierto y vivir plenamente la esperanza del Otro. Como escribió, nadie espera al extranjero, el extranjero es el único que
espera.           


Aunque quisiera, no podría explicar quién fue Jabès, me resulta imposible. Lo leo, lo disfruto y lo intento comprender (“comprender
para ser comprendido”). Es una lectura de paso, como él pretendía que fuera su escritura, que debe
hacerse con el equipaje mínimo del desterrado. Pero de esta última advertencia solamente tomas conciencia cuando
ya te encuentras sumergido en el laberinto de conversaciones, apócrifos e historias poéticas
de sus obras, del libro en el desierto. De esta forma, te enfrentas a la realidad del exilio, te sientes un
nómada cruzando el silencio. Y, entonces, puedes retomar la tradición
judía del propio Jabès para descubrir la Pregunta, ahora escondida en un cuento
jasídico rescatado por Claudio Magris. Esa breve narración describe el
encuentro de dos amigos en una estación. Uno de ellos le pregunta al otro hacia
dónde se dirige. “A la Argentina”, contesta. El primero no puede evitar señalar
que ese país está demasiado lejos. Sin embargo, no espera que la respuesta sea una pregunta:
“¿lejos?, ¿lejos de dónde?”.


El origen es, quizá, una pregunta, ¿lejos de dónde?


“Lo que llamas distancia no es más que lo que dura una
inspiración, una espiración”

EDMOND JABÈS

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