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Lecciones


La celebrada luz de febrero enciende la mañana entre las horas oscuras que cuentan las lecciones: La vida se revuelve en lo profundo del sembrado. Las nubes ensombrecen el prometido paseo de la tarde y los polluelos, abandonadas la música y la gimnasia, estudian la lengua griega que, ajena a su sabiduría, insiste en asediarlos de cien en cien líneas de catapultas y torres de asalto, héroes que mandan y obedecen y leyes no más valiosas que una sola ley. Hasta el pájaro cabra, doctísimo en enumeraciones, se espanta cuando asoman los diez mil vadeando el arroyo cercano que se derrama por calles y plazas como un mar embravecido. Entre ventiscas se trastean las puertas del cielo. La mano de Dios, desquiciada por el apremio vehemente de la diosa de la bisagra, en persona se coloca al frente de la entrada y desde las alturas otea los caminos del mundo que ya amarillean con las flores más tempranas.

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