Vamos a hablar de mochilas pero no de las de la vuelta al cole de El Corte Inglés. Las mochilas a las que me refiero son todas esas cargas sobre sexo que hombres y mujeres llevamos a la espalda gracias, entre otros, a nuestras vivencias, a la educación y, sobre todo, a la religión que ya saben Vds. que la moral judeo-cristiana nos ha hecho un flaco favor a todos. Antes de abordar el tema no quiero dejar pasar la oportunidad de comentar dos noticias de la semana: he oído en la radio que en EEUU, cómo no, se están impartiendo cursos en las iglesias para dejar de ser adicto a la pornografía. El locutor no ha aclarado si los seminarios iban destinados a los feligreses o al clero. O a ambos. En todo caso, me parecen encomiables los esfuerzos que hace la Iglesia por meterse donde no la llaman. Uno de mis entrevistados, no recuerdo cuál, me lo dijo en una ocasión: si la Iglesia se metiera menos en al cama de la gente les iría mejor. Si me entero de alguna novedad respecto a tan novedosa iniciativa, os lo digo.
Otro apunte de actualidad: echen un vistazo por favor a los geniales vídeos que ha interpretado la actriz Isabella Rosellini para explicar la vida sexual de los animales. Es imposible hacer mejor y más ameno un material tan didáctico: http://next.liberation.fr/cinema/06013041-le-porno-vert-d-isabella-rossellini. Como el Barrio Sésamo del sexo y los animales. Simplemente, genial.
Pero a lo que vamos: tengo unos amigos que ofrecen cursos de intim coaching, o sea, que ejercen de entrenadores para enseñarte a ser mejor amante o a disfrutar más de tu sexualidad en solitario. No, no es Mourinho el que hace de entrenador aunque a más de una nos gustaría (la que suscribe incluida). La peculiar idea surgió porque uno de los encargados del curso es productor de cine X y se percató de que cuando ofrecía formación para mejorar las habilidades sexuales de actores y actrices porno quienes se presentaban a las sesiones eran… señores y señoras de la mundanal calle. Así que se dijo: aquí he encontrado un filón. Y en eso está. Es curioso lo que me cuenta sobre las sesiones, teóricas y prácticas (ojo que las prácticas cada uno las lleva a cabo en la intimidad, no estamos hablando de orgías). La mayoría de los que asisten a estos cursos son mujeres, según me dicen porque las féminas son más abiertas (no me canso en animaros chicos a ser más aperturistas, que ya estamos en 2011 y el Neandertal va quedando lejos) “Al hombre le cuesta más reconocer sus limitaciones sexuales, tiende a pensar que es un líder y que lo sabe todo”, me dicen. ¿Y ellas, qué es lo que temen? “Les atemoriza el qué pensará el otro si le piden tal o cual práctica, si por ello creerán que es una fresca”. En definitiva, que la gente es muy reacia a pedir lo que les gusta en la cama.
¿Cuánto cliché e idea preconcebida, verdad? Qué de prejuicios… a ver, ni el hombre quiere follar a todas horas ni la mujer espera que tras un polvo le pidan matrimonio. Ya va siendo hora chicos, de que comuniquéis vuestros temores y vuestros problemas: si no tenéis ganas, si no se os pone dura, si os gustaría realizar tal o cual fantasía. Y lo mismo para vosotras: a deshacerse de la idea de que la mujer tiene que ser pasiva y de si el otro pensará que se es una puta por pedirle que la ponga a cuatro patas y la penetre sin preámbulos. El sexo tiene que ser divertido, desinhibido, fresco, sucio incluso, como afirmaba Woody Allen. Ojala aprendemos a desaprender y más felices seremos. Solos o en pareja.
(mis queridos/as lectores/as: gracias por vuestros comentarios. Sois la mar de majos).