¿Cuál es tu obra de arte preferida? La mía es el David de Miguel Ángel. Es “perfecta” porque su fuerza está en las imperfecciones. Sus medidas no se ajustan al canon exacto, su mano derecha es más grande de lo que debería ser. Todo esto es porque Miguel Ángel, al crearlo, pensó en las personas que lo iban a ver y desde dónde iban a hacerlo. Sus medidas no se ajustan al canon porque, por su tamaño, la desproporción ayuda a verlo mejor. La mano derecha es más grande porque es la que encierra toda la fuerza de la obra, la tensión de la onda que matará al gigante. Es perfecta por lo imperfecto.
Anoche estuve en un concierto. Últimamente sólo voy a los conciertos en los que tengo que tocar. No voy a muchos conciertos por dos razones: me voy haciendo mayor y me aburren. La primera es ley de vida, pero la segunda…
He visto a los Stones dos o tres veces y siempre han empezado tocando “Start me up”, que me parece uno de los mejores temas que se han hecho para empezar un concierto, casi siempre Keith sale con algunas copas de más. En el último concierto en Madrid casi se cae al suelo y se equivocó en una entrada. No se acordaba y, hasta que no entrase, Mick no podía dejar de dar saltos. Y yo disfrutaba viéndoles.
Quienes hemos leído la biografía de Dylan, conocemos esa manera de grabar con el primero que se encontraba por la calle porque llevaba una guitarra, un violín o una flauta travesera. ¿Sabes tocar eso? Pues vente conmigo. Eso era todo. Y yo disfrutaba escuchándolo.
Ya no disfruto y por eso me aburro. Ahora todo intenta ser perfecto. Los músicos son casi maestros. Su ejecución tiende a la perfección. Las grabaciones son inmaculadas. Los conciertos son oratorios. Conozco varios guitarristas a los que me cuesta seguirles la mano cuando recorren el mástil de su guitarra. Qué deprisa tocas, les he dicho en alguna ocasión. Pero jamás he podido decirles, qué bonito es eso que has tocado. En este camino a la perfección se ha ganado en técnica, pero se ha perdido en frescura. Al menos así lo siento yo.
Está bien querer superarse e intentar ser mejor músico, pero la perfección se puede convertir en una obsesión. La perfección es enemiga del arte. Por eso, cuando voy a un concierto y veo que el batería lleva cascos, mal asunto, porque van con claqueta.
@Estivigon