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Mientras tantoChicos ambiguos

Chicos ambiguos

El sexo de Lucía   el blog de Lucilob

Casi tendría que actualizar diariamente este blog porque se me amontonan las ideas: no sé si hablaros de las cartas de Ruiz Mateos a Botín y compañía (pura poesía), del robo en el convento (me deja anonadada, no acabo de entender lo del voto de pobreza y que estas hermanas tuvieran la friolera de 500.000 euros); de los artículos de Dragó llamando cobardes a los occidentales que se marchan de Japón (yo creo que está chocho) o de una película porno de principios de siglo que colgó en su web un periódico galo (una maravilla titulada Sor Vaseline, mira qué coincidencia, también va de monjas aunque en este caso lo entiendo porque lo del voto de castidad debe de ser duro de pelotas). ¿No es así, amigos de la Conferencia Episcopal? Bueno, ya contestarán si lo consideran oportuno, lo que pasa es que como en los comentarios muy pocos firman pues claro, no sabemos quién es quién.

 

Lo de los mails y los sms es una perfecta pantalla para decir lo que a uno le da la gana sin necesidad de dar la cara. Es una forma de comunicación de lo más ambigua y de esto precisamente vamos a hablar, de la ambigüedad. Porque hay un tema que me preocupa sobremanera: los hombres son cada vez más ambiguos. Y este argumento lo corrobora miles de experiencias, propias y ajenas. Con esto no abogo por el típico semental, hacha en boca, que de buenas a primeras te dice que quiere echar un polvo contigo. Los extremos no son buenos, pero al menos, con el anterior espécimen sabes a qué atenerte, pero, ¿qué pasa con los ambiguos, con éstos que parece que sí pero no? Una amiga salió una noche con un compañero de profesión que no dejaba de enviarle mails cariñosos y resultó que el tío acabó ligándose a una rumana. Y no, no era la típica mujer del Este que te deja sin habla: ésta era fea y gorda. Mi amiga se subía por las paredes y desde entonces ha hecho suya una frase: “no me fío de los blancos y en botella”. Y es que ya no te puedes fiar, parece ser, de los mensajes verbales y no verbales…

 

Vamos a ver, chicos, ¿qué os pasa? ¿Por qué, si os gusta una chica, no lo mostráis abiertamente y os andáis por las ramas? ¿No veis que confundís al personal? Y en esto ha tenido mucho que ver las nuevas tecnologías y medios de comunicación. El mail sin ir más lejos: me topé el otro día con un artista y la verdad es que el chico me gustó. Diría que yo también a él, porque, como decía una compañera marroquí, “noté que pasaba la corriente”, y no de aire precisamente. Al llegar a casa tenía un mail suyo en el que me decía que “se había quedado con ganas de más y que le interesaba mucho mi blog y lo que en él contaba”. No entendáis mal, más ganas de conversación porque de ahí no habíamos pasado. Y yo, que soy bien resoluta, le contesté que eso se solucionaba tomando un café. Y aquí estoy, como Penélope, con el bolso bajo el brazo y la cafetera encendida. Vamos, que se me ha requemao el café y otras cosas…

 

Pero, para ambiguo, un compañero de sector con el que me lié y que, cuando volvió a coincidir conmigo quince días después,, me dejó en ascuas. Y eso a pesar de haberme calentado (la oreja y todo lo demás) hablándome durante un fin de semana entero de sexo, que anda que no había TSA en el ambiente… Pues vaya usted a entenderlo. Ni era gay (lo más, bisexual), ni tímido. Meses después me confesó que, como había llegado en esos días de un viaje, estaba cansado. ¿¿¿¿¿???? Imaginaos la cara que se me puso sobre todo cuando añadió que a las chicas resultonas nos sentaba bien que de vez en cuando nos dijeran no. Anda, que fui a dar con un gilipollas y además, psicólogo de diván… En fin, que si os invitan a un café, respondáis. Si o no, pero mojaros hombre. Si me podéis explicar por qué los hombres son cada vez más anguilas, os agradeceré las explicaciones. Feliz semana a todos/as.

 

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