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Mientras tantoEsos campos del Señor

Esos campos del Señor


Creo que los sueños recurrentes que tienen nuestros internacionales en las largas concentraciones son de dos tipos: uno, eufórico, que representa el momento de alzar el trofeo, otro, casi una pesadilla, la vuelta a jugar en un campo de nabos. Ayer en Kaunas, muchos volvieron a recordar sus inicios y ejecutaron la representación como un auto de fe. A nadie se le cayeron los anillos ni se le torcieron las botas, sino más bien que era como jugar en Las Arenas o en uno de esos campos de tierra con cascotes de obra que todavía hay (no nos olvidemos) en muchos campos de las divisiones provinciales y comarcales que tan bien conocen nuestros cadetes.

 

Quiso Del Bosque volver a la provincia con una receta de los más segura, poniendo en el equipo a tres «leones» del Atlethic y prescindió de algunos «jugones» a los que el estado del terreno no les favorecía. Los tres bilbainos jugaron con la fe que les carcteriza y, sobre todo, la boya de Fernando Llorente iluminó una certeza cada vez más meridiana: Fernando Torres tiene que dejarle sitio. Javi Martínez es un chaval que promete emular a Patrick Vieira e Iraola, bueno Iraola, es un recurso para el punto flaco de esta selección:los laterales.

 

Me gustó España, porque cada vez es un equipo más competitivo que no se altera fácilmente por la adversidad. Ha logrado la Roja esa combustión interna que le permite jugar contra los árbitros, las patadas del rival o el estado del terreno y, disfruta, cuando enfrente le sale un morlaco de pedigrí.

 

A este paso, si las lesiones lo permiten, y Del Bosque sigue administrando su «oráculo manual» hay equipo para rato. Ayer demostraron un plan B con buenos mimbres. En los partidos que quedan del clasificatorio habrá que seguir probando con la clase media y dejar el álbum de cromos para las citas de mayor enjundia. Y no perder de vista a la sub 21 que este verano tendrá en el Europeo una buena ocasión de meterse en los Juegos de Londres. A una generación tan ambiciosa como la presenta una Olimpiada le suena a música celestial.

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