En un acto estúpido, un pastor protestante de una diminuta parroquia de Estados Unidos quemó un ejemplar del Corán. Considera que el libro sagrado de los musulmanes es una obra violenta y ya quiso llamar la atencion sobre el asunto en septiembre. La intervencion de las autoridades estadounidenses le hicieron recapacitar renunciando a llevar a cabo la accion blasfema en público. Ahora la ha realizado en privado. El hecho había encontrado un muy reducido eco en la prensa estadounidense, pero ha producido un inusitado y sangriento tumulto en Afghanistan donde una docena de personas han sido muertas violentamente. Todo ello en cierta medida porque la insensatez del pastor ha tenido un sorprendente pregonero, Karzai, el presidente de Afganistán.
Denunciando airadamente el hecho Karzai ha logrado soliviantar a sus compatriotas que, deseando castigar a los infieles estadounidenses, han irrumpido en lo primero que les sonaba a occidental, las instalaciones de Naciones Unidas de una ciudad afgana y asesinado a media docena de personas. Los disturbios con resultados letales continuaron en otras zonas. Que un clerigo estadounidense prenda fuego a un texto sagrado de otra religión es censurable y temerario. Con todo, la conducta de un presidente de un país que debe su acceso al poder a la intervencion estadounidense es incalificable. A semejanza de otros dirigentes islamicos, el afgano, habiendo vivido incluso en Occidente, se niega a ver que en el mundo occidental la libertad de expresión es plena y que hace decadas que la blasfemia fue despenalizada y paso a major vida, que no es ya corriente que un insulto a una figura religiosa sea severamente castigado y que si Jesucristo, la Virgen o el Papa pueden ser objeto de escarnio igual ocurre con el Corán o Mahoma. Aunque a muchos no nos guste.
Como ocurrió en el caso de las caricaturas de Mahoma, el lider afgano quiere que se intervenga oficialmente castigando al culpable. Obama ya ha manifestado que el pastor ha realizado algo lleno de intolerancia y condenable, pero Karzai quiere más, desea que el Congreso estadounidense se pronuncie. Con ello calienta aun mas a sus ciudadanos. Lo sorprendente no es que que el presidente afgano, en su juego de política interna, actúe con total irresponsabilidad. ¿Qué culpa tenían los pobres funcionarios de Naciones Unidas que estan en Afganistán ayudando a la población?
Lo curioso es que cuando se produce un suceso de este tipo -un hecho hiriente para la sensibilidad de los musulmanes religiosos cometido por un individuo en Occidente-la mayoría de los líderes politicos e intelectuales islámicos no salga al paso de la reacción violenta de sus correligionarios explicando lo que decimos, que una actuación aislada no es una cruzada contra el Islam y que en Occidente estas cosas acontecen incluso referidas a la religión cristiana. Justificar con el silencio una represalia con abundantes muertes por la quema por un “pirado” de un libro por sagrado que este sea no parece propio de un dirigente responsable.