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Mientras tantoPlaza de los Héroes

Plaza de los Héroes


 

Tendría que haber investigado la cuestión, pero hoy no iba yo de periodista.
Venía pensando en otra cosa de regreso a casa en bicicleta por la Avenida
del Ring cuando, frente a la Universidad, me topé con la manifestación de
protesta organizada por jóvenes de izquierda. Mientras un helicóptero
sobrevolaba la zona, un muro de policías les prohibía pasar, blindando los
accesos a la Plaza de los Héroes. Algún turista despistado preguntaba si se
estaba rodando una película. Los rostros marcados por heridas de espada y
los peculiares atuendos de los ultranacionalistas daban pie a pensar que
algo muy teatral estaba ocurriendo. Entonces caí en cuenta: era el 8 de mayo.
Hace 66 años acabó la II Guerra Mundial. El 8 de mayo de 1945 ha pasado a la
historia como el día de la capitulación de la Alemania de Hitler. Una fecha
emblemática para la memoria colectiva. El día de la victoria de los aliados
sobre el nefasto régimen nazi. Un día para festejar.

Pero en Austria, en lugar de celebraciones de alegría, vemos desfilar a los que lamentan la derrota del Tercer Reich. Desde hace años las autoridades dejan el campo libre para que sean éstos quienes ocupen la simbólica Plaza de los Héroes con su lúgubre conmemoración. Allí, ante el monumento de los soldados caídos, depositan su corona de flores y cantan el himno al “camarada”, calificando de héroes a los uniformados que perdieron la vida luchando en el Ejército de Hitler. Con un cordón policial gigantesco se cierran varias calles del casco histórico de la ciudad, en el trayecto declarado “zona prohibida se impide la libre circulación de ciudadanos. Si alguien quiere festejar la liberación, que se busque otro lugar en la periferia. El centro está reservado a los miembros de las cofradías de estudiantes ultranacionalistas, que aún siendo muy pocos se convierten así en protagonistas de esta fecha histórica. Inspirados por el contexto de la Plaza de los Héroes, en su discurso se pusieron a elogiar al archiduque Karl, que se veía allí petrificado en una de las grandes estatuas ecuestres. “El archiduque Karl, que nos protegió de los osmanos y luchó contra Napoléon, el incansable enemigo del honor alemán”.

Este grupo de asociaciones que más de una vez han sido condenadas por apología del nazismo no está compuesto de cabezas rapadas que surgen de los estratos pobres y marginados de la sociedad. Son estudiantes de derecho y de otras carreras propicias para el ascenso social y económico. Mediante rituales de iniciación compaginan sus identidades. Son solo varones, no aceptan mujeres en sus filas. Practican la esgrima y tener la cara cortada por el filo de una espada es para ellos un signo de distinción. Algunos desfilan vestidos con uniformes antiguos, llevan sables, se disfrazan de húsaros y siempre se toman muy en serio el disfraz. Tal vez se visten así para convencerse a sí mismos de que son capaces de reinstaurar el fervor nacionalista de siglos pasados. Tan posible, tan fácil y tan deseable como festejar un carnaval.

Después se lamentan los austriacos de que en el exterior todavía haya gente
que vea a Austria como un país “un poco nazi”. Es comprensible que se
quejen. Es verdad que son ya pocos los que simpatizan con esa ideología.
Pero también es verdad que son pocos los que protestan contra puestas en
escena como la que acabo de presenciar hoy, en la que una se pregunta por
qué Austria se esmera tanto en mantener viva esa imagen repudiable. El gran
despliegue policial impidió que hubiera altercados. Es un día emblemático,
un momento en el que el idioma simbólico adquiere especial peso. En este 8 de mayo en Viena a los filo-fascistas  se les adjudica el rol de “víctimas” del asedio de los manifestantes antifascistas. La historia otra vez al revés. (No olvidemos que Austria pasó bastante tiempo fingiendo haber sido víctima de Hitler) .

La Plaza de los Héroes, en los jardines del antiguo Palacio imperial de los
Habsburgo, fue el lugar donde en 1938 las masas recibieron con entusiasmo a
Hitler tras la anexión de Austria por Alemania. Pero también fue esta la
plaza de las manifestaciones multitudinarias de 1993 y 2000 contra la
xenofobia y contra el auge de la derecha liderada por Jörg Haider. El
paso del partido de Haider por el Gobierno fue breve (2000–2002).
Volvemos a tener un Gobierno de coalición entre socialdemócratas y
conservadores. Haider se mató en un accidente de tráfico en octubre de 2008.
Hoy su sucesor está ganando terreno en la oposición. Cabe preguntarse
entonces qué interés tiene el Ministerio del Interior en favorecer a los
extremistas de derecha reservando para ellos el lugar de mayor simbología
política de todo el país en un día como el de hoy, el 8 de mayo.

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