Verbena de lechugas
el blog de Ciro Altabás
Saben, ahora mismo debería estar preparando un cortometraje de ficción sobre una banda tributo en vez de escribir esta entrada. Un corto sobre inseguridades, sobre los sueños de juventud que no se han cumplido, sobre el éxito y el fracaso. Una comedia que maldita la gracia que tiene, vaya. Protagonizada por el líder de la segunda mayor banda tributo a U2 de Zaragoza que, en un momento de crisis personal, se niega a salir al escenario en las fiestas de un instituto.
Para los del fondo, que nunca prestan atención, una banda tributo es aquella que homenajea a un grupo original famoso (o solista). Tocan canciones de Queen o AC/DC o los Beatles o Elvis o Héroes del Silencio. Algunas se disfrazan para imitar en todo lo posible al homenajeado, otras prefieren un estilo propio. Pueden ser profesionales o aficionados. Y sus nombres dan alguna pista de por dónde van los tiros, como Oasisn’t, Mandonna o Kissexy.
A finales de 2008 descubrí su existencia en la revista Q, y desde entonces el tema me ha obsesionado cual Moby Dick particular. Aunque en lugar de ser Moby Dick sería una ballena grisácea que imitara a Moby Dick y yo, en vez de un curtido capitán de navío con una pierna falsa, sería un bloguero con bonobús y lentillas. Por lo demás, exactamente igual.
Y, como suele pasar cuando estás embarazado, que sólo ves embarazados por la calle, ahora veo carteles de tributos por todas partes. Estas bandas han dejado de ser un simple chascarrillo: ahora llenan salas de conciertos, graban discos y tienen festivales propios. Lo moderno es imitar de nuevo a lo clásico.
Los argentinos God save the Queen hacen giras mundiales. El hijo de Frank Zappa toca las canciones de su padre en Zappa plays Zappa. En España, si te has quedado sin entrada para ver a AC/DC, tienes la alternativa de The Bon Scott Band que suelen tocar el mismo día que los originales. En las últimas fiestas del Pilar de Zaragoza había una carpa sólo para bandas tributo.
¿Por qué lo hacen?. ¿Es sólo por dinero?, ¿qué te motiva, como artista, a tocar las canciones de otro? (canciones que, encima, no vas a estar a la altura), ¿cómo es el momento de “a tomar por saco, hoy monto una banda tributo”?, ¿tienen groupies?. ¿Y el público?, ¿por qué ver una banda que imita a la banda que realmente quieres ver?.
Quise grabar un documental sobre el tema -convenientemente titulado “Tributo”- y aclarar todas estas dudas. Me puse en contacto con los Gansos Rosas (tributo a Guns N’Roses), les entrevisté, grabando un concierto en la Sala Heineken de Madrid el día de San Valentín y monté todo eso, como si fuera una secuencia completa, para encontrar financiación (pueden ver el resultado aquí). Acababa de terminar “Hobby”, un documental de sólo dos semanas de rodaje pero casi un año de montaje y buscaba algo ligero y accesible y sencillo. No hubo manera.
“¿Es esto legal?” preguntaron en MTV. Y es que, aunque los tributos no tengan problemas legales a la hora de interpretar las canciones de otro (previo pago a la SGAE), que eso se grabe y se emita o se ponga a la venta/alquiler ya es otro, ehm, cantar. Ningún abogado sabía dar una respuesta clara porque no se había hecho un documental sobre este tema en España y, ante la posibilidad de tener que pagar a los señores de Queen o AC/DC o los Beatles o Elvis o Héroes del Silencio, lo más conveniente era decir gracias pero no, gracias. Así que el proyecto ligero y accesible y sencillo se vio truncado. Y mi decepción fue mayúscula.
Pero el run-run seguía en este cabezón maño y decidí aprovechar la idea de dos maneras distinas: escribir un artículo y rodar un corto de ficción. El artículo está casi, casi, casi finiquitado y el corto lo debería estar preparando en vez de procrastinar escribiendo entradas como ésta. Se llama “Bono”, el guión está listo, busco actores y, aunque nadie me lo haya pedido, les iré contando sus vicisi… sus visici… les iré contando sus complicaciones conforme aparezcan. Ea.
Salchichas. Voy a hacer salchichas cuando por fin capture a este Moby Dick.
Para los del fondo, que nunca prestan atención, una banda tributo es aquella que homenajea a un grupo original famoso (o solista). Tocan canciones de Queen o AC/DC o los Beatles o Elvis o Héroes del Silencio. Algunas se disfrazan para imitar en todo lo posible al homenajeado, otras prefieren un estilo propio. Pueden ser profesionales o aficionados. Y sus nombres dan alguna pista de por dónde van los tiros, como Oasisn’t, Mandonna o Kissexy.
A finales de 2008 descubrí su existencia en la revista Q, y desde entonces el tema me ha obsesionado cual Moby Dick particular. Aunque en lugar de ser Moby Dick sería una ballena grisácea que imitara a Moby Dick y yo, en vez de un curtido capitán de navío con una pierna falsa, sería un bloguero con bonobús y lentillas. Por lo demás, exactamente igual.
Y, como suele pasar cuando estás embarazado, que sólo ves embarazados por la calle, ahora veo carteles de tributos por todas partes. Estas bandas han dejado de ser un simple chascarrillo: ahora llenan salas de conciertos, graban discos y tienen festivales propios. Lo moderno es imitar de nuevo a lo clásico.
Los argentinos God save the Queen hacen giras mundiales. El hijo de Frank Zappa toca las canciones de su padre en Zappa plays Zappa. En España, si te has quedado sin entrada para ver a AC/DC, tienes la alternativa de The Bon Scott Band que suelen tocar el mismo día que los originales. En las últimas fiestas del Pilar de Zaragoza había una carpa sólo para bandas tributo.
¿Por qué lo hacen?. ¿Es sólo por dinero?, ¿qué te motiva, como artista, a tocar las canciones de otro? (canciones que, encima, no vas a estar a la altura), ¿cómo es el momento de “a tomar por saco, hoy monto una banda tributo”?, ¿tienen groupies?. ¿Y el público?, ¿por qué ver una banda que imita a la banda que realmente quieres ver?.
Quise grabar un documental sobre el tema -convenientemente titulado “Tributo”- y aclarar todas estas dudas. Me puse en contacto con los Gansos Rosas (tributo a Guns N’Roses), les entrevisté, grabando un concierto en la Sala Heineken de Madrid el día de San Valentín y monté todo eso, como si fuera una secuencia completa, para encontrar financiación (pueden ver el resultado aquí). Acababa de terminar “Hobby”, un documental de sólo dos semanas de rodaje pero casi un año de montaje y buscaba algo ligero y accesible y sencillo. No hubo manera.
“¿Es esto legal?” preguntaron en MTV. Y es que, aunque los tributos no tengan problemas legales a la hora de interpretar las canciones de otro (previo pago a la SGAE), que eso se grabe y se emita o se ponga a la venta/alquiler ya es otro, ehm, cantar. Ningún abogado sabía dar una respuesta clara porque no se había hecho un documental sobre este tema en España y, ante la posibilidad de tener que pagar a los señores de Queen o AC/DC o los Beatles o Elvis o Héroes del Silencio, lo más conveniente era decir gracias pero no, gracias. Así que el proyecto ligero y accesible y sencillo se vio truncado. Y mi decepción fue mayúscula.
Pero el run-run seguía en este cabezón maño y decidí aprovechar la idea de dos maneras distinas: escribir un artículo y rodar un corto de ficción. El artículo está casi, casi, casi finiquitado y el corto lo debería estar preparando en vez de procrastinar escribiendo entradas como ésta. Se llama “Bono”, el guión está listo, busco actores y, aunque nadie me lo haya pedido, les iré contando sus vicisi… sus visici… les iré contando sus complicaciones conforme aparezcan. Ea.
Salchichas. Voy a hacer salchichas cuando por fin capture a este Moby Dick.