La elección de San Sebastián como capital cultural europea para el año 2016 ha levantado enormes ampollas en nuestro país. Unas son lógicas, podríamos decir que habituales. Las finalistas postergadas, Córdoba, Las Palmas, Zaragoza, Burgos etc…no reconocen fácilmente que la elegida sea mejor. En el caso actual, en alguna de ellas, como Córdoba, no se si me está cegando mi andalucismo, se ha sentido el agravio especialmente por haber oído de numerosos observadores que su propuesta era impecable y atractiva. Imbatible, había oído yo de algún paisano eufórico.
A los sentimientos normales de desencanto se une ahora uno más serio, de mucha más enjundia, el de la politización. El Presidente del Jurado, un suizo, ha tenido un funesto desliz, politizando el asunto gratuitamente. Se ha metido a redentor dando a entender que la elección de la bella ciudad donostiarra puede ayudar a la pacificación de la zona. Quebrantaba así las reglas de elección y abría, además, la caja de los truenos dado que para muchos escoger a una San Sebastián controlada ahora por los compañeros de viaje de los terroristas serviría precisamente para dar alas a estos, lo contrario de lo que el inefable suizo proclama.
Independientemente de los méritos intrínsecos de San Sebastián, es obvio que los tiene y numerosos, la concesión de la capitalidad a una urbe regida por Bildu brinda a los cómplices de los terroristas una plataforma inaudita, un púlpito privilegiado para avanzar sus ideas y sus propuestas y, a la larga, tal vez, un respaldo a sus tesis. Esto lo vería un ciego.
La concesión no es ciertamente buena para España. Aparte de ser una afrenta a las víctimas del terrorismo, ninguneadas por este gobierno, ¿ quien puede dudar que los ediles de Bildu aprovecharán la mencionada capitalidad para tratar de demostrar que el País Vasco no es España, que los terroristas detenidos por tener sangre en las manos son parecidos, son equiparables a las personas que recibieron un tiro en la nuca o a los familiares de estos, que las fuerzas del orden continúan actuando como en los malos momentos de la dictadura etc…?. La ocasión es de postín y los violentos camuflados de pacifistas y los separatistas no la desaprovecharán. De aquí a la internacionalización del tema vasco hay sólo unos cuantos pasos.
Que el gobierno designe a casi la mitad del jurado no parece, en principio, nefasto. Alguno de sus miembros españoles que conozco no se prestaría a presiones torticeras del Ejecutivo. Pero la experiencia del voto del Tribunal constitucional sobre la legalización de Bildu, las extendidas sospechas de que el gobierno hizo un hábil “lobby” con alguno de sus miembros para permitir el acceso del grupo separatista a las instituciones-la historia puede que no sea benévola en relación al efecto que el fallo judicial va a tener sobre la pacificación verdadera y DEMOCRATICA del País vasco, uno no puede ser optimista-han sembrado la desconfianza. Los mal pensados ven en esto una nueva muestra de la alevosa hoja de ruta que el gobierno habría pactado con los etarras, itinerario que hasta ahora se va cumpliendo en no pocos aspectos, y que todo ello puede ser conveniente para el adanismo infantil de Zapatero pero profundamente pernicioso para la España democrática.