Al volver la luz, rendida ya la noche de voces heroicas, bajan los hombres al valle, abierto a fuerza de caminos: Aunque todo es verde, puro espacio, allí se cobijan mil vidas y corren ríos enteros con sus truchas. Tan generosamente brota una inmensidad de hojas mientras el agua está fresca en los caños de la fuente y las golondrinas madres crían media docena de picos. A las doce del día, madruga la mano de Dios y el oro de su cubertería tintinea anunciando el esperado banquete en honor y gloria de su carrera labradora. A un palmo del suelo, se alzan suficientes las negativas de los hombres y aun resiste el puño apretado sobre el pan diario de su miseria. El verano se revela a la mirada intensa y desapegada que descubre el buen pacer de los ganados, la salud férrea de las truchas, las altas tomateras y su flor indefensa que da alimento.