Hay overbooking en el autodenominado primer mundo, así que regreso a posar los pies en la tierra sin las prevenciones de los buenos modales y sin horario de oficina que respetar. Al leer este post, yo estaré arriba… viendo nubes de transición y transitando entre mis propias nubes, contando ya los minutos para el aterrizaje, para el regreso a Otramérica.
Esta vez será una Otramérica nueva para mi. Inicio la ruta prometida como parte del proyecto de comunicación social que arrancamos hace tres meses y prometo contar a qué huele Cayena, cómo son los sonidos de Paramaribo (Par’bo para los amigos), en qué aguas se desliza Georgetown o por dónde se entra al intestino de Boa Vista… serán muchos sitios más y la mayoría, para mi, desconocidos. Uno cree que controla algunas geografías hasta que hace inmersión en ellas y, entonces, todas se tornan nuevas, fascinantes, tan laberínticas como sencillas.
Seguiré fiel a la cita con FronteraD, uno de esos sueños que merecen la pena aunque también vayan en contra del overbooking mediático de este ‘primer mundo’ desinformado. Somos todos tan ignorantes que cada palabra en FronteraD o en medios donde haya más que accionistas es un milagro, una cotidiana epifanía compuesta por gente que no nos conocemos pero que compartimos el empeño.
Para los que quieran seguir la ruta más de cerca (o de forma más fecuente) también está la posibilida de enlazar con el Blog de la Ruta, desde ashí asomaré el pescuezo para llevármelos en el trayecto e invitarlos a viajar sin plan de vuelo ni regreso certero. Los espero en el camino.