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Mientras tanto"TÍTULOS": una entrada de blog de Ciro Altabás.

«TÍTULOS»: una entrada de blog de Ciro Altabás.


 

Estructura, diálogos, personajes. De todo eso se ha hablado hasta la extenuación (y lo que te rondaré morena) pero no se habla de los títulos de los cortos. Simplemente existen. Ocurren. Se bautizan con el santo del Día en el que nacieron y a por el siguiente.
 
Pero la cosa no es tan fácil. Tiene que ser único, inevitable, que prometa algo, fácil de recordar pero que destaque entre la multitud. Como tú.
 
Sé de lo que hablo: uno de mis cortos tiene el trabalenguoso nombre de “Manual Práctico del Amigo Imaginario (abreviado)”. Porque después de “Made in Japan”, “DVD” y “Phobia” quería algo que no sonara como un perfume.
 
Pero mi récord personal fue con mi primer corto en 1997. Ejem. Una, dos y tres: “Una pareja llega a un motel y entonces él ve algo extraño en la tele y entonces aparece alguien que podría ser un policía. O no”. No tenía sonido y no conseguí que se entendiera lo que ocurría – así que decidí explicarlo nada más empezar en el nombre. Ese va a ser complicado de superar.
 
Personalmente no me gustan los títulos de una sola palabra en plural (salvo alguna excepción, como Maquetas), ni los que tienen el nombre de un personaje (salvo alguna excepción, como Marisa) o de una ciudad (salvo alguna excepción, que ahora no caigo) Y es que será una manía, pero considero que siempre hay tiempo para tirar por ese atajo después de haber agotado todos los caminos anteriores.
 
Sobre todo porque cuando el título es de una palabra suele ser muy genérico. Sirve para tu trabajo, sí, pero también para el 95% restante. Por ejemplo: “Realidad”. O mejormejormejor: «Reality», que queda como más así. Le podrías cambiar el título a “Toy Story” por “Reality” y se entendería. Habría que echarle pelín de imaginación, pero se entendería. Podrías llamar “Psicosis” como “Reality” y se entendería y se escribirían ríos de tinta sobre su significado y hay que ver el genio de Hitchcock y etc. Todo se podría titular “Realidad”. O “Mañana”. O “Nosotros” (ojo que no he visto ningún corto que se titule así, son sólo ejemplos)
 
Aunque hay que reconocer que, cuanto más breve, menos cuesta escribirlo una y otra vez en los formularios de inscripción. “DVD” era perfecto en ese sentido: tres letras; ¿en español?: “DVD”, ¿en inglés?: “DVD”, ¿japonés, sumerio, aragonés?: “DVD”, “DVD” y “DVD”. Pero no todo eran ventajas: cuando lo presenté para los Goya tuve que entregar la bobina de 35mm en la Academia. Hasta ahí bien. El procedimiento habitual. Pero al recogerla me dijeron que ya la habían devuelto.
– ¿Devuelto?, ¿a quién?
– Ahora no te sé decir, pero ya lo hemos devuelto.
– Pero soy yo el que la trajo y no le he pedido a nadie que la recogiera… ¿quién se la ha llevado?
El encargado se fue a preguntar y en unos minutos volvió un poco más colorado, sin saber cómo explicar:
– Es que… a ver… ha venido un mensajero…. preguntando por un dvd… y le hemos dado tu corto.
Se resolvió con un par de llamadas y al día siguiente ya tenía mi bobina. Pero me hubiera gustado ver la cara del que envió el mensajero a por un dvd y le trajeron una lata del tamaño de una paella.
 
Y ve mentalizándote que fuera van a hacer lo que les de la gana / lo que buenamente puedan: el gran Juan Parra me comentó que su corto “Con dos años de garantía” no sonaba muy bien escrito en teclados que no tenían la letra «ñ». Y tengo un par de diplomas preciosos para “Manuel Práctico del Amigo Imaginario”.
 
Otra opción es irte de Madrid a Burgos pasando por Jaen: “I’ll see you in my dreams” es un nombre inesperado para un corto portugués con zombis. Pero funciona precisamente por ese choque y por la melancolía que evoca. Y, lo mejor de todo, no hay una escena metida con calzador donde el protagonista se despide de su amada diciendo “te veré en mis sueños”. Ugh.
 
En otro género, “Hazte amigo de las gordas” resume la trama y el tono y te pone un interrogante sobre la cabeza. Borja Glez. Santaolailla podría haberlo titulado “amigos” o “gordas” e irse a casa a verse unos “Fringe”, pero no.

Soy fan del “Porque” en “Porque hay cosas que nunca se olvidan”, el corto que tiene el Guinness de premios, sobre un grupo de chavales futbolistas en un pueblo italiano. Repetimos: no es “Niños”. O “Fútbol”. Es “Porque hay cosas que nunca se olvidan”. “Éramos pocos”, “Avant Pétalos Grillados”, “El futuro está en el porno”, “Tía, no te saltes el eje” o “El secdleto de la tlompeta” son algunos títulos que intrigan, resumen y presentan el trabajo… sin chafar demasiado. Yo voy escribiendo en una libreta títulos que se me ocurren, a la espera de encontrar un argumento. Y se va a enterar la humanidad cuando de con una historia para este “Aplastados por tortugas”.

En resumen: que “Toy Story” no se podría llamar “El futuro está en el porno”, y eso es bueno.

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