Cada semana leo, escucho o veo algo que me parece interesante y cada semana me debato ante la duda; ¿tendría que haber hablado de ello en el blog para anticiparme y mantener una cuota de actualidad, o, por el contrario, es mejor contarlo una vez que ha sucedido para poder ofrecer un punto de vista diferente con conocimiento de causa? Pues hay de todo, y como hay de todo, he decidido no volver a hacerme esta pregunta nunca más.
Esta semana hemos podido ver en la 2 un documental sobre la Movida madrileña. ¿Por qué ocurrió en Madrid? Por la misma razón que en la Tierra surgió la vida; porque se dieron las circunstancias idóneas. A pesar de que los ecos del franquismo seguían resonando en las paredes de algunos palacios y cuarteles, recuerdo un Madrid mucho más moderno y libre que el de hoy. “¡Rockeros; el que no esté “colocao”, que se coloque… y al loro! Queremos que Madrid sea una ciudad alegre y viva donde los muchachos y las muchachas puedan abrazarse y besarse sin que esto signifique deshonestidad”. Así nos hablaba a los jóvenes Tierno Galván, el único alcalde posible para que todo sucediese. De aquello, que fue como un rayo de luz entre tormentas, hemos pasado a las acampadas para pedir democracia real ya. Me entristece mucho, pero no imagino a ningún alcalde hoy, del color que sea, pronunciando las mismas palabras. Las involuciones son así. ¿¡En qué se ha convertido Madrid!?
Me gustó el documental porque me trajo muy buenos recuerdos, aunque creo que pasó de puntillas por la cara fea de la Movida y obvió su legado. Siempre que se habla de aquellos años de agitación cultural, aparecen los grupos, los directores de cine, los fotógrafos, los ilustradores…, pero casi nunca se habla de la gente, de los grupos, de los directores de cine, de los fotógrafos, de los ilustradores que se quedaron en el anonimato. Crestas, parcas, polos, corbatas, chupas, tupés; todos fuimos el combustible que alimentó el motor de la Movida. El éxito no era grabar un disco o exponer una obra sino sentir que formabas parte de un todo.
En 1980, yo empezaba Periodismo y monté mi primer grupo: Rock Royce. Es verdad que en aquellos años, salías con 500 “pelas” y te la podías coger muy gorda, pero comprar instrumentos era otra historia. Así que Pepe, José y yo buscamos un trabajo vendiendo espacios de publicidad del periódico Segundamano, que se había fundado en 1978. Como José y Pepé dibujaban muy bien, también les pidieron que llevasen dibujos para la portada y los pagarían aparte. Estaba hecho; hicimos cuentas y en poco más de un mes tendríamos todo lo necesario para triunfar. No recuerdo si llegaron a publicar alguno de aquellos dibujos, pero jamás vendimos un espacio de publicidad. José vivía al lado de la Glorieta de Bilbao, así que nuestro centro de operaciones diario era Malasaña: La Plaza del Dos de Mayo, la Vía Láctea, el Penta… Los fines de semana, el Rock Ola. No había más de doscientos metros entre el sofá del salón de mi casa y la puerta del local. Siempre había un concierto interesante; Secret Affair, The Church, Depeche Mode. Allí coincidíamos con “los famosos”.
Yo tenía un bajo que me había regalado mi tío Manolo de cuando era el bajista de Los Brincos. Pepe y José acabaron comprándose las guitarras y los “amplis” y nos alquilamos un local en la Isla de Gaby que conseguimos gracias a Manolo de la Calva. Eso sí que era un trabajo; todas las tardes a ensayar. La música lo llenaba todo y allí era inevitable entrar en contacto con los protagonistas. Por el bar de los locales aparecían Mamá, Los Trastos, Los Esqueletos. Hasta Francisco andaba por allí, que algunas tardes nos acercaba a casa en su Mercedes conducido por un chófer.
Nos hicimos muy amigos de Los Escándalos y organizamos un concierto juntos en el colegio mayor Elías Ahuja. Nos vio Gonzalo Garrido y quiso que grabásemos una maqueta, pero otra vez el dinero frustró nuestras aspiraciones y ahí quedó toda la aventura musical. Lo demás, fue el condimento que salpimentaba nuestra vida y que le dio sentido. Nunca, exceptuando el amor, he vuelto a sentir esa pasión por algo. Y eso es lo que, posiblemente, sea el secreto de todo, la pasión por hacer cosas diferentes y disparatadas que una vez nos unió, a un buen puñado de personas, unas célebres y otras anónimas, en busca de un mismo objetivo: sentirnos libres.
@Estivigon