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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 42 / 2011

De mi Diario : Semana 42 / 2011


Weiß/Colonia, 16.10. (1)

Ayer, Ray Tomlinson recibió un premio en Múnich con motivo de cumplirse los 40 años de un invento suyo que ha revolucionado la comunicación personal de millones y millones de seres humanos: el email. En una entrevista en el suplemento finisemanal del diario cuenta cómo fue que él los bautizó “SNDMSG”, por “SendMessage”, pero que pronto se impuso otro nombre, “Electronic Mail”, luego acortado a “E-Mail”. Y dice: «He luchado durante años para que se suprima ese guión. Recién este año tuve éxito. En el actual Libro de Estilo de Associated Press se registra por primera vez como “email” y no como “e–mail”». Así pues, de ahora en adelante, y al menos en mi diario, email y nada más que email. En homenaje a la lucha y a la victoria de Ray Tomlinson, una de las personas a las que más agradecido le estoy en este puto mundo.

 

Weiß/Colonia, 16.10. (2)

Diego me escribe desde Medellín a propósito de lo que hoy me publicó La Jornada: «En buena hora tu artículo de Nicolás Gómez Dávila. Ojalá algún día sus familiares nos dejen ver los verdaderos incunables de su biblioteca que, tengo entendido, están guardados en cajas a la espera (ojalá no) de que se los coma el tiempo». Le respondo: «El único enemigo serio de un escritor es su familia. En vida, él se defiende como puede. Muerto,  es imposible. Ya ves lo que le pasó a Kafka. Por desobedecerlo su mejor amigo, ahora cargamos con la cruz de tener que leer sus insoportables borradores». Espero que no se le hernie una neurona al pobre Diego, si no tiene sentido del humor negro estará todavía tragando saliva después de leer mi email.

 

Weiß/Colonia, 17.10., primera hora del día

Qué peli tan divertida, Mes amis, mes amours. Y qué rara. El 90% si no más de su metraje total transcurre en Londres, pero es una de las pelis más francesas que se podrían imaginar. ¡Londres parece París!  Es un fenomenal escamoteo, un fenómeno de prestigitación. Los aborígenes que la hayan visto se habrán preguntado, y con razón: «Pero, ¿dónde estamos nosotros, los ingleses?» Nada por aquí, nada por allá, metemos Londres en la chistera del mago… et voilá! ¡París! ¡Qué fuerte la tentación de sentir lo que los alemanes llaman Schadenfreude [=alegría del mal ajeno]!

 

Weiß/Colonia, 17.10.

Reflexiono acerca de la página “seria” que han creado, dedicada a los niños, en el Kölner Stadt Anzeiger, el diario al que estamos suscritos. Y me resulta evidente que por ejemplo mis hijos han crecido viendo a sus padres bajar de mañanita a recoger el diario en el buzón y leerlo mientras la familia desayuna, pasándose cuadernillos (Diny primero la sección local, yo la internacional y la deportiva). Y eso se ha heredado, según puedo comprobar cuando voy (siempre en las mañanas) a la casa de Montse en el desempeño de mis labores de abuelo; cómo es que Paul y Oskar están acostumbrados a leer por las mañanas en el diario, desayunando con los padres; incluso cuando se expresan usan algunos tics de los periodistas, sobre todo de los deportivos. ¿Cuanto durará esta ilusión de poder seguir defendiendo la fortaleza contra la marea de lo virtual? La verdad es que no lo sé, pero sí sé que por suerte no estaré acá para documentarlo en mi propia familia.

 

Weiß/Colonia, 18.10., de madrugada, regresando de un largo viaje a Escocia

Antes de irme a dormir alcanzo a ver este tuit en la cuenta T de Anacrís: «Oh, ah, Cantona, de Javier Marías. Cosa tan divina y humana. Las amo a las dos: la pluma de Marías y la patada de Cantona». Le escribo un email que recién le enviaré por la mañana, siempre es bueno el consejo de Miss Almohada: «La pluma de Marías (junto con el resto de la gallina) te la regalo envuelta en celofán y con un moñito rojo encima, pero no me vuelvas a ofender a Cantona diciendo que daba patadas, Nosferatucita, que te retiro el saludo hasta el día del Juicio Final a las 10.30 p.m.»

 

Weiß/Colonia, 18.10. (1)

Es algo que para decirlo derecho viejo, como lo expresaría un compadrito porteño de ayyyer, «no tiene goyyyete». Veo en la programación de la tele de hoy una peli de esas que son sin el más ínfimo género de dudas “para niños”: Capitanes intrépidos, con Spencer Tracy y un Freddy Bartholomew para comérselo a besos (al final de la peli, no antes). ¡Y la tranmisión es a las 3.45 a.m.! ¡¡La recontrarrequetemilputa que recontrarrequetemilparió a los programadores de esta peli a semejante horario!! ¡¡¡Pederastas!!! (porque ¿qué otra explicación cabe?)

 

Weiß/Colonia, 18.10. (2)

Hoy no fuimos a La Modicana porque nos invitó Víctor a comer en su casa, comida cocinada por él, y él es un cocinero formidable. Así es que nos sentamos en la cocina, sobre cuya mesa ya reposaba la entrada de pulpo que estaba diciendo comedme, y trasegamos tinto ecológico, Julio, Carlitos y yo, viendo cómo Víctor preparaba el arroz con vieiras. Resulta en verdad asombroso ver a un cocinero artesanal en acción. Los movimientos de sus manos ejecutan un ballet que los legos contemplamos como en trance; un ballet, además, transido de aromas y esencias etéreas, que hacen comestible el aire que se respira. Desde hace tiempo sospecho que el olfato es el sentido gastronómico mejor desarrollado, más que el gusto, de la misma manera que el marqués de Sade, y él sabía bien lo que hablaba, nos aseguró que el más sexual de los sentidos es el oído. Después del almuerzo (donde nos acompañó la gentil Lea) hablamos mucho de libros de cocina porque Víctor quiere escribir uno. Le menciono el de Xavier Domingo, De la olla al mole, que no conoce. Prometo prestárselo vía Julio, con quien nos citamos para el martes próximo en Sweet Sushi, un asiático del que la crítica gastronómica del diario hizo grandes elogios de su sopa de pescado, un plato que nunca nos cansamos de catar ni él ni yo, dondequiera que emanen sus efluvios. ¡Qué románticón me pongo al hablar de la comida, carajo!

 

Weiß/Colonia, 18.10. (3)

Me contó su enamorada que sacó a pasear a Henri en el cochecito, y al salir a la calle Henri le señaló con la mano la ventana del cuarto de Oskar y dijo: «¡Piep piep piep! [onomatopeya en alemán del piar de los pájaros]», y luego frunciendo los labios y señalándose el culo: «¡Fusshh!» Diny volvió a mirar la ventana, y ¿qué vio?, el chorreón de una cagada de pájaro en el cristal: «¡Este niño es tan, tan inteligente!», y su enamorada se derrite de amor mientras lo dice.

 

Weiß/Colonia, 19.10, antes de salir a navegar por los potables lagos escoceses (1)

Pasaron por la tele Elegy, la novela breve de Philip Roth filmada por Isabel Coixet con Ben Kingsley y la insufrible Penélope Cruz. La suerte es que no he leído esa narración de Roth, de modo que mi horror queda reducido a la peli. A unos diálogos de cartón piedra que parece que los estuvieran leyendo del teleprompter. Qué elocuente pensar que lo poco salvable de la peli son las actuaciones de Dennis Hopper y Deborah Harry, en dos papeles “secundarios” que por su naturalidad y por el respectivo carisma le roban cualquier protagonismo a BK y PC. Puedo imaginarme de manera dolorosamente palpable el espanto de Roth en el desagraciado caso de que le hayan mostrado este engendro.

 

Weiß/Colonia, 19.10., de madrugada (2)

Es mi único paralelo posible –y pensable– con William Faulkner. Irme todas las noches al sobre empapado en whisky [yo; él en whiskey]. Pero lo mantengo a rajatabla, ¿verdad, Bill?

 

Weiß/Colonia, 19.10.

En el canal Arte, todas las semanas, de lunes a viernes, suelen pasar series de reportajes de 45’ cada uno. Esta semana son viajes en tren. El lunes atravesando el país tamil, en la India. Ayer, Córcega de nordeste a sudoeste. Mañana le toca a Chile y el viernes a Israel. Hoy era el famoso tren Zephyr, de San Francisco a Chicago. Cuando faltan unos cinco minutos para terminar, el reportero dice que ya se encuentran sólo a 200 km de la última estación, y le pregunto a Diny: «¿Cuántos Estados dijeron al principio que atravesaba el tren?» «Siete», contesta Diny. Hago memoria y le digo casi sin solución de continuidad mientras cuento con los dedos: «California. Nevada, Utah, Colorado, Nebraska, Iowa, Illinois, sí, son siete, correcto». Pero pienso en Funes y me llevan los demonios. ¿Para qué coños necesita un ser humano tanta memoria?

 

Weiß/Colonia, 20.10., primera hora del día

La mujer del anarquista. Sólo he alentado dos odios en mi vida. El primero fue el franquismo. No Franco. No se puede odiar a un sapo (con perdón de los sapos). Esta peli, que no conocía, me trae de nuevo al primer plano de la memoria lo que significaron los primeros siniestros años del franco-falangismo que terminó siendo franquismo a secas, porque hubo falangistas entre los fundadores del partido que se distanciaron pronto del arribismo y el oportunismo del resto (y algunos terminaron muy mal, ¡por traidores!): en la peli aparece uno de ellos. Yo los he vivido, esos años, yo sé lo que es callarse por miedo y desconfiar de las pisadas que se oían en las escaleras de la casa. España es ya, desde entonces, y gracias a ello, un país asentado sobre el miedo. Se vio claramente el 23F, cuando la asonada de Tejero, cuando todo el mundo se quedó cagado de miedo en casa sin atreverse a rechistar, a la espera de qué decidía “el mandamás”. Qué carajo me van a venir a contar de democracia y de pepinillos en vinagre, un pueblo cuya historia reciente está hipotecada por los intereses creados. Andá a cantarle a Gardel, dirían en Argentina, si no tuvieran también ellos esqueletos en el armario.

 

Weiß/Colonia, 20.10. (1)

Jueves, día de estrenos en los cines alemanes, para que la gente tenga tiempo de leer las reseñas de los nuevos filmes y planificar cuál[es] ver durante el fin de semana. Hoy estreno de La piel que habito, la última de Almodóvar. Y Frank Olbert, uno de los críticos de cine de plantilla en el diario, cierra su reseña ajustando el film entre las escuadras y cartabones, muy alemanes, del ser y del parecer: «Por el lado del Parecer, La piel que habito es una pieza de lujo, un fuego de artificio, un festín para los ojosy justo por eso se encuentra su altura de caída tan arriba, porque por el lado del Ser no hay nada que se corresponda con ello. De ese lado, el film es un policial traído de los pelos, que no ofrece sino tipos esquemáticos: un doctor demoníaco y un criminal rijoso. Del hecho de que Almodóvar se luzca tanto, y sea también un poco vanidoso mostrando sus artificios como director, resulta lo contrario de aquello que tan vehementemente quisiera ser su peli, esto es: Arte». Prometo mi inasistencia, eso aparte de que Almodóvar rara vez me pone a vibrar el diapasón: Olbert tiene razón, en él suele primar el artificio sobre el arte.

 

Weiß/Colonia, 20.10. (2)

Hasta ahora el mejor reportaje de la serie del canal Arte, el del trayecto en tren desde Santiago de Chile a Talca, y luego en buscarril [=ferrocarril de vía estrecha/trocha angosta] desde Talca a Constitución, siguiendo la orilla del río Maule. El descubrimiento del periquito barranquero, una especie de papagayo que sólo se da en un parque nacional chileno, y hasta mereció los honores de un sello de correos, por ejemplo, valdría la pena ya por todo el reportaje. El cual sólo me deja un rescoldo de irritación irrefrenable: ¿será posible que la TV alemana le dedique alguna vez un reportaje a cualquier tema chileno, sin mencionar cada 5’ al vomitivo Neruda?  Creo que voy a escribir a la redacción principal de la WDR proponiendo un programa acerca de la ausencia de la hidrocefalia infantil en la poesía de  Neruda (¡él, que lo cantó todo!) y la causa concreta de esa ausencia, a ver qué me contestan, la puta que los parió.

 

Weiß/Colonia, 20.10. (3)

Un mail de mi tocayo en Buenos Aires me hace recordar Budapest. Estuve dos veces allá, siendo embajador de Nicaragua el malogrado Lizandro, y él y nuestra queridísima Lillian nos alojaron en la residencia, cuyo jardín colindaba con el del presidente de la República (un cargo protocolar, sin importancia política). Y una de las experiencias cinematográficas más lindas de mi vida fue ver, en la Cinemateca Nacional de allá, nada menos que Ninotschka, que Lillian y Lizandro no conocían, y que en Hungría había estado hasta entonces prohibida por la censura. El espectáculo de la risa de los húngaros, en especial durante la parte que transcurre en Moscú, era una gozada, porque nos dábamos cuenta de que se reían sabiendo que aquello no era una sátira (como sí lo era para nosotros, occidentales), sino sólo un pálido reflejo de la triste realidad del socialismo real que habían soportado tanto tiempo y de la que ahora, por fin, se podían reír.  Aquella risa no era sólo de diversión, sino sobre todo y más que nada de liberación.

 

Weiß/Colonia, 21.10. (1)

En la página dedicada a los niños en el diario, la columna Léxico responde hoy a la pregunta ¿Quién era Gadafi?: «Más de 40 años dominó Gadafi en Libia, ordenando, por ejemplo, reglas muy severas. Quien estaba contra Gadafi y sus partidarios era castigado por ello. Muchos libios no quisieron aguantarlo más. Protestaron y lucharon contra él. También otros países se sumaron a ellos. Su meta: acabar con la violencia y obligar a Gadafi a irse. Sólo que Gadafi se escondió tan bien que durante mucho tiempo no lo encontraron. Pero ayer lo detuvieron y lo mataron». Lapidario, ¿no? Yo hubiera añadido algo que leí también ayer en Twitter: «Gadafi llamaba “ratas” a sus enemigos, pero fue a él a quien lo encontraron escondido en una alcantarilla».

 

Weiß/Colonia, 21.10. (2)

La serie del canal Arte ha concluido hoy con una historia humana relacionada con el tren en Israel. La cuenta el reportero, hijo de uno de los ingenieros que construyó una locomotora aquí, en Deutz, al otro lado del río, con destino a Israel: formaba parte de las indemnizaciones que la Alemania federal pagó al Estado judío a partir de 1949, como compensación material por el Holocausto. Y este reportero de hoy siempre le oyó hablar a su padre de aquella locomotora, y quiso ver si aún existía y podría verla. Pudo. Está en el museo del ferrocarril de Jaifa. Un lindo punto final para la serie. Por cierto que Carlitos vio ayer el capítulo dedicado a Chile, y estuvo preguntándose todo el tiempo cómo reaccionaría yo a cada mención de Neruda. Le comenté, mientras almorzábamos en La Modicana, que creo haber descubierto por fin la razón de esa devoción del chileno por el fetiche Neruda: porque es la quintaesencia de la cursilería, que entre tanto me parece la seña de identidad más arraigada en ese pueblo. Y que se salve quien pueda.

 

Weiß/Colonia, 22.10. (1)

Anteayer desapareció Gadafi de la lista de déspotas. Y como a todo el resto le llegará su hora, le regalo este tuit a Ana María: «¡Atención a los pueblos de Bielorrusia, Birmania, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Zimbabue: el 11.11. es San Martín!»  Ojalá me oigan.

 

Weiß/Colonia, 22.10. (2)

A Diny, hoy, se le antojaron mejillones. Salió muy de mañana, al mercado de todos los sábados en Rodenkirchen, donde se instala también una pequeña pescadería, y regresó horrorizada con una bolsa de 1½ k de mejillones que le ha costado 9 euros. «El que algo quiere algo le cuesta», le cité a mi abuela Remedios, que era una sabia y adoraba a Diny, su nieta política extranjis, la esposa de su nieto predilecto. Y acabamos de cenar esos mejillones que Diny ha cocido en una sabrosa combinación de caldo concentrado de carne (un dadito disuelto), una lata de leche de coco, y curry. Sólo faltó para mi gusto un chorro de vino blanco, pero hmmmmmmmmmmm

 

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