
Encabezará la Cabalgata de la Huerta del Retiro el deslumbrante carro del Sol. Le seguirá en su desfile el carro del reloj de la Antártida, el del jardín egipcio, con su Tutankamón de mármol negro; el carro de las Casas colgantes de Cuenca, altísimo y circular, cuajado de piedras; el carro de la Barraca valenciana con su chimenea humeante; el carro de la Plata con su samovar gigante; el carro del jardín japonés con sus orquídeas y farolillos encendidos; el carro-barca de la marítima Virgen del Carmen; y cerrará el desfile el carro del Bosque, con su suelo de musgo cuajado de cochinillas vivas y gusanos ondulantes.
Tractores de lata, máquinas de tren de juguete, y pequeños elefantes autómatas, tirarán de las carrozas. Acompañarán el cortejo, orquestas de músicos portugueses y brasileños, modelados en barro cocido y pintado. Desfilarán demonios mejicanos, marionetas gigantes de Java, y gigantes y cabezudos del Levante de España.
En la parte inferior de este carro del Sol, montado sobre una tabla amarilla con molduras doradas, se asienta la lata israelita -en el centro- con la majestad de un Buda dorado. Por delante se alza una botella plana de aceite toscano, con perfil y rasgos de sol antropomórficos. A sus costados, una macetilla con una pita creciente, y un reloj con esfera de vidrio colgante, que se alza sobre una latita de maíz envasado.
La proa de esta nave improbable la forma una esfera estelar de cobre, (grabada con todas las constelaciones, y que gira sobre su eje), comprada en una tienda de efectos navales en Cádiz. A su lado, un par de plantas crasas crecen en dos vasitos de flanes, mientras un rabioso limón amarillo se adelanta en vanguardia, por encima de la escafandra brillante de un buzo rezagado.