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Mientras tantoLa globalización de los TOP 10

La globalización de los TOP 10


 

Que conste que el disco me gusta.
Me gusta y bastante. Y eso teniendo en cuenta que indigar sobre la participación militar de Inglaterra desde Gallipolli a Afganistán no es mi tema recurrente para romper el hielo en una fiesta.
Pero Let England Shake, de PJ Harvey, me gusta.
No sé si lo pondría entre el Top 10 del 2011, pero me gusta.
Pero esta duda no la tiene todo el mundo, no.
De hecho, según wikipedia, hasta 31 publicaciones lo han incluído en su Top 10.
Y otras 15 publicaciones más lo han calificado como El Disco del Año.
Como ésta.
Ésta.
O ésta.
Lo cual suma 46 publicaciones, sin contar blogs, programas de radio, podcasts, notas escritas durante una clase de derecho civil, etc.
 
Por lo menos en esta ocasión lo entiendo, en el 2009 ocurrió una avalancha similar con el Merriwather Post Pavillion y todavía estoy rascándome la cabeza.
 
Y no es sólo en música. The Artist, esa relación entre un llorrón que no hace nada durante años salvo sentir lástima de sí mismo y una fan enamorada por motivos que ella sabrá, encabeza las listas de aproximadamente 358.911 publicaciones de cine. O eso parece. O The Elder Scrolls V: Skyrim en consolas. Y en libros, la verdad es que no estoy muy al tanto, pero me imagino que un Murakami, un Jonathan Franzen o un Javier Marías no faltarán.
 
Hace años, hasta que internet dejó de ser una novedad, comprar el número de diciembre de tu revista favorita y comprobar su “Lo mejor del año” era revelador, curioso, cabreante. Todo a la vez. Descubrías algo nuevo que se te había escapado. Te indignabas porque no estaba Terminator 2. Y así. Había alguna coincidencia entre publicaciones. Alguna. Pero ahora todas son prácticamente iguales. Nadie arriesga. A lo mejor Cisne Negro está en segundo lugar en una y en cuarto en otra pero cómo no vas a meter Cisne Negro. O El Árbol de la Vida. O El Topo o Melancholia o Midnight in Paris. Cómo no. Si lo ha hecho fulano. Tú de qué vas.
 
Y año tras año la globalización en las listas de Top 10 se ha convertido en un hecho. Pongo un “antes y un después de internet” por si ahí está la clave. Que no lo sé.
Ahora el redactor de turno tiene más fácil que nunca curiosear por encima del hombro a la competencia a ver qué han incluido ellos. O más sencillo: consultar metacritic o gamerankings o todas las páginas que hacen una media de críticas.
Y tiene un top 10 a prueba de polémicas y malos rollos y a lo mejor mete un “placer culpable” para disimular/equilibrar la balanza, un Fast & Furious 5 (como ha hecho la revista Time) y así no parece demasiado obvio. No es una situación fácil de salir: por un lado, si ignoras todo lo que todos los demás alaban, parece que vas de guay. Si lo coronas, parece que estés siguiendo la corriente. Bof.
 
Así, un entretenimiento puramente subjetivo que quizá tuvo que frenar después de tocar techo en Alta Fidelidad (tanto la peli como el libro) ahora se ha ido de madre con las Listas de las Mejores Listas del año. Bum.
O quizás simplemente me cabrea, porque elaborar listas es algo que me gusta(ba) como a cualquier aficionado, pero ¿realmente el mundo quiere escuchar que el nuevo Zelda es uno de los Mejores Juegos del 2011?, ¿aporta eso algo, hoy en día?
 
O quizás me he vuelto cínico. Y pienso que
cualquiera con banda ancha puede ir elaborando ya el Borrador Oficial de las Mejores Películas del 2012 (El Hobbit, El Gran Gatsby, Brave, las nuevas de Haneke, Wong-Kar Wai, Cronenberg, Kiarostami, Tarantino y Ken Loach, trofeos para Bill Murray como Roosevelt, Keira Knightley como Ana Karenina, y cierta películilla sobre Batman) e ir adelantando trabajo para que no le pille el toro el próximo diciembre.
 
Y no hablemos ya de las listas de “Lo peor”.
O, mejor dicho, hablemos.
Pero en otro post.
Feliz año.

 

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