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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 4 / 2012

De mi Diario : Semana 4 / 2012


 

Weiß/Colonia, 22.1., primera hora de la noche

La serie El Lobo cada vez me gusta más. Tiene una dimensión humana que cala muy hondo en el espectador, o al menos en mí. Y esa Bergen a vista de pájaro mientras aparecen los títulos de crédito al comenzar cada capítulo, ya forma parte de mi disco duro más acendrado. Varg Veum va camino de convertirse en el sucesor noruego de los comisarios suecos Beck y Wallander, bien que como detective privado y mucho más joven. Aunque casi tan enamoradizo.

 

Weiß/Colonia, 22.1. (1)

Fuimos a lo de Chico, una pequeña fiesta por el cumpleaños de Angie, «mi nuera predilecta», como yo la llamo: y no miento, puesto que es la única. Ella se revancha llamándome «mi suegro predilecto»; tampoco miente. Estaba Rebeca, pero no así Montse, porque Frank se fue ayer de vacaciones a esquiar a Davos, y mi pobre benjamina se quedó sola lidiando con su prole: aparte de que para venir a esta fiesta hubiese tenido que recurrir a los transportes públicos, en domingo, y con el cochecito de Henri. Ni modo, como diría un mexicano. Además de Rebeca llegaron dos matrimonios jóvenes amigos de Angie & Chico, con sus cuatro hijos (dos por pareja). Uno de los amigos es italiano, Fabio, el dueño del restaurante pizzería que hay en Weyertal, en la misma calle donde vive Carlitos, a quien conoce. Colonia es un pañuelo.

 

Weiß/Colonia, 22.1. (2)

Le escribo a mi tocayo bogotano que una vez, en la emisora, un compañero uruguayo tradujo «Der Tod und das Mädchen», el Lied de Schubert, como «La muerte y la niña», y le dije que si no sabía –ya llevaba algún tiempo en Alemania– que «Mädchen» (=Mädel, en lenguaje popular) significa «muchacha», pero me replicó que en el Río de la Plata ese Lied se conocía con el título que él había traducido. Esto sucedió allá por 1970 y en ese tiempo no había Internet, pero sí disponíamos de una buenísima biblioteca y me lo llevé allí y le mostré al menos una docena de grabados medievales hasta Durero, con el tema de la muerte y la muchacha, y le pregunté si le parecía que si tales tetámenes eran propios de niñas. El título, claro, es «La Muerte y la doncella».

 

Weiß/Colonia, 23.1., primera hora de la noche

En la tele Harper [en español se tituló Harper, investigador privado], una peli donde molesta bastante, o me molesta a mí, el no lograr centrarla genéricamente; y la clave de la indefinición creo por fin haberla descubierto esta noche: tiene que ver con la música de los títulos de crédito, que prácticamente la anuncian como farsa, parodia, pastiche, no como resurrección del género  Privat Eye, que se daba por muerto y enterrado. Pero los actores, desde un joven Paul Newman a una veterana Lauren Bacall, se desempeñan todos muito bom; beleza!

 

Weiß/Colonia, 23.1.

Llamo a la Ópera de Cámara para encargar entradas para el 15 de abril, la función matinal de la nueva producción de My Fair Lady, a la que Angie quiere asistir también, con Vincent. Pero como he visto que la recomendación en materia de edades es “A partir de los 12 años”, quiero asegurarme de que no habrá problemas yendo con un chico de nueve no cumplidos. La persona que atiende la llamada me pregunta si creo poderme responsabilizar de ello, a lo cual le respondo que Vincent es un fan de la puesta en escena de Carmen por Zeffirelli y dirigida por Carlos Kleiber. Se echa a reír y me ofrece cuatro asientos contiguos en la fila 7 de la platea.

 

Weiß/Colonia, 24.1. (1)

Me llegan rumores de que en aras de la política de ahorro, en España, es más posible que cierren el CDAN de Huesca, por ejemplo, en vez de recortarles sus emolumentos de sátrapas a quienes ejercen el poder político. Así las cosas, a nadie puede extrañarle ver, como símbolo de la España actual, el toro de Osborne con ese nombre vuelto anagrama: SOBORNE.

 

Weiß/Colonia, 24.1. (2)

Me platica Rolando desde hace un tiempo de que los crucigramistas de grandes diarios gringos han descubierto el español como material de trabajo, y hoy me dice: «Viejo, voy    a acumular las voces hispanas en los crucigramas del NY Times, del LA Times, y del Austin-American States, y con cualesquiera otras publicaciones que me encuentre, v.g. revistas de aerolínas, etc. Al juntar un buen montón te las envío, y quizás puedas salir con un artículo in re la continua hispanización de/en EE.UU.»  Le contesto: «Gracias, Rolando, pero acuérdate de la ley de Murphy que dice: “Cuando quieras acumular las voces hispanas en los crucigramas del NY Times, del LA Times, y del Austin-American States, y de cualesquiera otras publicaciones que encuentres, v.g. revistas de las aerolínas, etc., donde hasta ahora aparecen a cada momentomisteriosamente dejarán de aparecer”. Al tiempo, pero gracias por la intención». Pues eso, al tiempo.

 

Weiß/Colonia, 25.1., primera hora del día

Acabo de ver en la tele P.S., una peli que me encanta, con una Laura Linney adorable. También trabajó, de madre, en Nanny Diaries, junto a la insufrible Scarlett Johannson, y en Love Actually y en Mystic River. Es una actriz de aquellas que pueden salvar una peli, aunque hasta ahora no haya tenido todavía ninguna que salvar, excepto, quizás, Nanny Diaries. Al menos así lo pensó Stephen Holden, el crítico del New York Times: «Esta deslavazada adaptación de la sátira de Emma McLauhlin y Nicola Kraus, tiene un incuestionable activo. Cuando Diario de una niñera se tambalea bajo su inseguridad, se apoya en los firmes y cuadrados hombros de Laura Linney».

 

Weiß/Colonia, 25.1.

Me mandó Jesús desde Madrid un rastreador ultrarrápido de direcciones, mucho más rápido que Google Earth, http://showmystreet.com/, y como es lógico busqué Pflasterhofweg 11ª, pero todas las veces me aparecía la calle lateral, Weißer Unterkölnweg [=Camino bajo de Weiß a Colonia], sin que lograse yo manejar la imagen, con ayuda de las flechas cardinales, hasta ponerla delante de nuestra casa. Se lo digo a Diny, a quien quería mostrarle la novedad, y me dice que pruebe con Pflasterhofweg 13. Claro, y ahí caí en la cuenta, soy un cretino, el 11ª está en segunda fila, y la máquina rastreadora me mostraba el Weißer Unterkölnweg porque le resulta imposible entrar al centro de la manzana. Luego busqué la Glorieta de los Curtidores en Huelva (donde vive la Nena), la calle de Beek con la casa solar de los Hansen, donde nació Diny (Steegseweg 1, la primera dirección neerlandesa adonde le escribí), y también busqué la dirección de BN, que me contestó: «Mi calle sale pero no foto, sino plano, porque que el satélite pase por aquí y no haya nubes debe ser una casualidad muy rara». Le repliqué ipso fuckto: «Ay, me parece que tenés un programa muy poco desarrollado porque yo apliqué tu dirección con el número del edificio, y te pude ver empelota, recién duchada, mirando por el balcón. Revisá tu programa. Vale».

 

Weiß/Colonia, 26.11., primera hora del día

Mañana estrenan The Artist en Alemania y el canal SWR 3 de la tele acaba de pasar        El Cairo, nido de espías, del mismo trío: Hazanavicius dirigiendo, y Dujardin y Bejo interpretando, esa peli de un James Bond doblado de Clouzot. Pero en WDR 3 a la misma hora han reprogramado la segunda temporada de Wallander, la única en que actuó Johanna Sällström, y además esta noche era un capítulo decisivo, donde Linda deja de ser policía de patrulla para incorporarse a la brigada criminal, a las órdenes directas de su padre. Y Johanna tiene prioridad absoluta sobre cualquier otra peli que pasen a la misma hora. Johanna es nuestra Juana de Arco, la superviviente del tsunami del 2004 en Tailandia que no logró sobrevivir después al trauma; se suicidó el 13 de febrero de 2007. Alguien tan inolvidable que a nadie, empezando por Mankell, se le ocurrió la idea, no ya de sustituirla por otra actriz, ni siquiera de recuperarla como personaje. Johanna era Linda, hechas tal para cual, y las dos murieron a la misma hora en el mismo lugar y para siempre.

 

Weiß/Colonia, 26.1. (1)

Un día burocrático. Fotocopias para el seguro de enfermedad y el subsidio estatal. Despacho de correos certificados ad hoc en la oficina postal. Transferencias en el banco y solicitud de que me envíen un certificado que necesita mi asesor fiscal. Visita de la Ópera de Cámara, todo esto aún en Rodenkirchen, a fin de averiguar si las localidades reservadas para My Fair Lady son buenas, es la primera vez que vendremos a este nuevo teatro y Vincent es chiquito; después de hacer que me muestren la sala, las localidades de la fila 7 me parecen inadecuadas para él: reservo nuevas localidades que tendré que venir a buscar mañana porque no tienen implementado el sistema para poder pagar con tarjeta de crédito. Tomo el tranvía 16 al centro y le llevo a mi asesor fiscal un documento que le faltaba para mi declaración al Fisco por mis ingresos en el 2010: le echa una ojeada y me dice que, según sus cálculos, el Fisco me devolverá este año 221.11 €; controlo y domino el impulso de saltarle al cuello y besarlo. Y de allí todavía más al centro, y me regalo, por mis victorias (pírricas) sobre la burocracia, con una sopa de pescado + pincho de gambas a la plancha + una botellita de vino blanco frío del Ródano, en el Mar del Norte. Hosanna!

 

Weiß/Colonia, 26.1. (2)

Pepe Iges me escribe acerca de la música en el cine, diciéndome que «no tendremos en cuenta lo que alguien dijo maliciosamente respecto de la música del siglo XX, profetizando que la única que se recordaría de esa centuria sería la música de cine». Le contesto que «acá se han dado ya, en la Philarmonie, conciertos fabulosos, con grandes orquestas, dedicados a la música de Nino Rota, John Willliams, Morricone y varios de los grandes de la música del cine. ¿Y después de todo que es Mahler sino un compositor de música de cine que no se inspiraba en ninguna peli?»

 

Weiß/Colonia, 27.1., primeras horas de la noche (2)

Pasaron por la tele y volví a verla –y van ¿cuántas veces, Ricardo?– La grande bouffe (1973), que me recuerda mucho, siempre, Cien años de soledad (1967). Pero alimento la convicción (joder, “alimento”, me contagió la peli) de que los espectadores –suponiendo que el mundo subsista– seguirán viendo La grande bouffe cuando Cien años de soledad tan sólo sea ya una línea más, entre otras, en la historia de la literatura. Es el destino fatal e ineluctable de la literatura frente al cine, como lo fue el de la escultura frente a la literatura, cuando se dejó de contar con mármol para contar con palabras. Ahora dígaselo usted al 90% de los colombianos, para quienes García Márquez es una especie de asidero imperdible a la tabla de valores. Y desde su punto de vista los comprendo. Si les quitan a Gabo, ¿qué les queda?

 

Weiß/Colonia, 27.1.

Recibo un email del profesor Ryan Davis, de la Illinois State University, diciéndome que se encuentra realizando «un proyecto sobre la pandemia de gripe de 1918. En la correspondencia de Ricardo Collier albergada en el Imperial War Museum en Londres he encontrado una carta de un Ricardo Bada en la que expresa su deseo de escribir una novela ambientada en 1918 con [el] título Cementerio para extranjeros. Me dirijo a Ud. con el fin de saber si es Ud. el mismo Ricardo Bada». De entrada, no descarto la posibilidad de que se trate de una broma muy fina y bien tramada, sólo que ¿quién puede saber que yo quise escribir esa novela, como parte de una Comedia Humana de Huelva que abarcaría veinte volúmenes, para todos los cuales ya tenía el título y alguna parte de la trama?  El único confidente de mi descabellado proyecto fue Odón Betanzos. ¿Quién es Ricardo Collier, cómo pudo llegar a su conocimiento el título de esa novela mía ni siquiera empezada?  IBG se apuesta conmigo una botella de Single-Malt a que se trata de una laguna en mi memoria. Y la verdad es que si lo fuera, la consecuencia sería suicidarme.

 

Weiß/Colonia, 28.2. (1)

Las mil y una noches es una peli que no veía desde que era niño, en Huelva, y la han pasado acá en la tele a las 4:05 pm, una programación arquetípica para las horas muertas del sábado. Dentro de la cual, a veces, lucen perlas como las viejas pelis de piratas con Errol Flynn; pero esta de Las mil y una noches no amerita pasar al inventario joyero. Y sin embargo sigue poseyendo el imán de una de las bellezas más perfectas que hayan actuado delante de una cámara, Maria Montez, cuya estrella se eclipsó casi tan rápidamente como se había encumbrado. Quedó la leyenda de la hermosa mujer que le tenía pánico a atravesar el Atlántico y se ahogó en la tina de su propio cuarto de baño. La suya fue una de las tumbas que más trabajo me ha costado encontrar, en el cementerio de Montparnasse, en París, hasta que por fin di con ella, en el sector judío. Y en ese momento no pude contener una nada irreverente sonrisa: nada menos que Cherazade, la heroína árabe por excelencia, enterrada en el cementerio judío, no lejos del capitán Dreyfuss. Ni de la tumba del surrealista canario Oscar Domínguez, que jamás encontré, y ahora no la encontraré porque se debió vencer la concesión, no la renovaron, y adiós muy buenas, ya no figura en el registro.

 

Weiß/Colonia, 28.1. (2)

Quise hacer una consulta, entrando a una página web, y después de enviarla apareció en pantalla este acuse de recibo [que copio ad pedem litterae]: «Gracias por tu mensaje,  lo hemos recibido, si requiere de una respuesta, esta será respondida a la brevedad». Como se trataba de la página de un Grupo de Apoyo a un Patronato Pro-Animal, estuve muy tentado de enviarles una nueva consulta, a saber: «¿Me dirían, por favor, de qué color era el caballo blanco de Santiago?»

 

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