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Mientras tantoDe cuando el malo de los pobres es un hombre bueno

De cuando el malo de los pobres es un hombre bueno


 

Queridos guineanos:

 

Hace poco el general-presidente que tenéis en la silla, valeroso presumido en dictar leyes, dijo en la capital de los Estados Unidos que, presumiendo otra vez, reconocía que era de los dinosaurios, pero que lo era porque el pueblo lo quería, y lo había elegido en más de una vez, con estos porcentajes demoniacos con que sus homólogos africanos nos tienen acostumbrados.

 

Cuando el general soltó aquellas palabras, sonriendo como pocas veces lo hace, fue aplaudido. (Tenemos rápidamente que hacer un inciso y decir que la sonrisa de Obiang no es cualquier cosa, y es que pese a que ya éramos mayorcito cuando saltó a la silla dejada por Macías, nunca le vimos sonreír cuando habla para sus paisanos. Pero sí lo hace para los extranjeros, una actitud que hemos visto repetida en otros grandes dinosaurios, como Mobutu, a quien, en los documentos que ha dejado para la posteridad, hemos visto sonreír varias veces, pero hablando con periodistas extranjeros, adoptando el semblante serio cuando está entre los suyos.)

 

Íbamos diciendo que cuando el general soltó aquellas palabras sobre cuán dinosaurio se sentía, hubo tímidos aplausos en la sala, y eran de los ladrones que lo hicieron ir ahí para oírle hablar sobre lo mucho que lo quería el pueblo guineano. Llegados aquí, podemos decir que el general-presidente podría tener razón. Y es que habiendo tanta gente ladrona e inconsciente cantando y bailando por él, sería normal que los gritos de los que quieren que se sepa que nunca lo han votado se ven ahogados por la chusma danzante. Nos referimos al circo montando en torno al hecho único de la cualidad petrolífera del subsuelo guineano. Pero no hay que cejar. Porque pese a los millones que gasta por ahí para que los ladrones le consientan las mentiras, es en la vida de los guineanos donde se sufre la presidencia longeva de uno de los presidentes más ineptos del mundo entero. Somos los guineanos los que tenemos que luchar para sacudirnos esta vil opresión. Y porque los que le siguen aplaudiendo al general ya tienen sus razones fundadas para hacerlo.

 

Sabiendo lo que ya se sabe, es urgente creer que lo se haga para restituir la legalidad en Guinea está en manos de los mismos guineanos. Y ya es hora de ir sabiendo que a la sombra de la longeva tiranía del general han crecido oscuros individuos que han entablado una feroz lucha por el poder, aunque disfrazada la misma bajo el manto cándido de la lucha por la democracia. Teniendo ya en su regazo a algunos líderes inicuos de la oposición, parte de nuestra lucha contra la dictadura instaurada por Obiang es descubrir que nuestros gritos podrían seguir siendo ahogados si no desbaratamos las maniobras de ladrones foráneos que quieren seguir aplaudiéndole mientras vegetamos en la miseria, y solamente porque ya tienen la excusa de que nuestro dinosaurio es sólo nuestro y allá lo que queramos hacer con él. La tibieza con que afrontamos la situación guineana propicia el anidamiento vil de guineanos y extranjeros que en otras condiciones merecerían el menosprecio y la vindicta públicos. Aunque fuera una verdad vieja, no nos cansaremos de decir que cada hombre es artífice de su mal dormir. Ah, los esfuerzos para contradecir esta verdad antigua, que serían los que haremos para erradicar la dictadura, serán enormes. Pero serán necesarios.

 

Barcelona, 28 de febrero de 2012

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