Richard Strauss y Gustav Mahler en la entrada del teatro de Graz el día del estreno de Salomé
De todas las cosas que hago, leer es la que más me reconforta. Con la aparición del eBook se habla de experiencia de lectura más que de leer, por las posibilidades que se abren con la narrativa transmedia: la posibilidad de ver un vídeo en un punto determinado de la narración, una animación que nos ayude a comprender mejor un contenido o hacer una lectura colectiva… Creo que estos recursos acabarán funcionando en un tipo de libros de carácter divulgativo o de consulta, pero no creo que lleguen a funcionar en una novela, donde la imaginación del lector juega un papel protagonista en la experiencia de lectura.
Hay libros con los que he pasado un buen rato, pero hay otros con los que pasaré el resto de mi vida. De entre todos estos, hay uno que leí hace casi un año del que hace tiempo quiero hablar aquí, pero no encontraba la ocasión. La ocasión se me presentó hace unos días cuando leí la noticia del festival que ha nacido a partir de “El ruido eterno”, el libro que Alex Ross, crítico musical del “New Yorker”, publicó en 2007. Empezará en enero de 2013 y terminará en diciembre de ese año. La obra cobrará vida y se dividirá en doce bloques cronológicos para disfrutarla en directo en el “Southbank Centre” londinense con la “London Philarmonic Orchestra”. Una gran noticia que, desgraciadamente, dudo que se hubiese podido originar por una iniciativa que naciese en nuestro país.
Yo creo que, cuando lo publicó, Alex Ross no era consciente de que había escrito uno de los libros más importantes de la historia de la música. Intentar describirlo me parece una audacia, así que no lo voy a hacer, pero leerlo me ha ayudado a entender la música en el contexto del siglo más fascinante de la historia. El siglo XX que, para Alex Ross, empezó, musicalmente, la tarde del 16 de mayo de 1906 en Graz, tras el estreno de la ópera “Salomé”, de Richard Strauss. El libro se subtitula “Escuchar al siglo XX a través de su música” y así es porque, a su lectura, se le puede unir la posibilidad de escuchar en la web todas las obras que se han compuesto al ritmo de los altibajos que marcaba el metrónomo de la historia.
Somos hijos, herederos y responsables de ese siglo, ¿pero somos realmente conscientes de la magnitud y la repercusión de los acontecimientos que lo han jalonado? ¿De cómo han afectado a la vida y a las personas? La lectura de “El ruido eterno” me lo ha descubierto mientras me hablaba de música con tanta sabiduría y tanta pasión que sólo puedo recomendar callar, leer y escuchar.
@Estivigon
