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Mientras tantoVistas de Riverdale

Vistas de Riverdale


 

Cuando quise mandar una primera postal desde Nueva York, busqué en una tiendita de recuerdos en el Village y encontré una imagen extraña. En ella, una anciana posaba sentada sobre una silla mecedora y a su espalda, en una espacio entre lo que parecía ser su casa y un bosque, se veía el agua de un río y unos acantilados cubiertos de árboles. En la parte de atrás  de la postal solo decía: Riverdale. Bronx, NY.

 

Mandé la postal, muy consciente de que la vista desde mi departamento en Brooklyn era muy distinta a la de aquél río y bosque anónimos. Detrás de mi edificio había mecánicos y chatarreras; mi paisaje de todos los días estaba conformado por partes de autos y carrocerías oxidadas, amontonadas y abandonadas sobre los techos.

 

Años después, en el Bronx, recién mudado a Riverdale, mientras caminaba mirando hacia el río Hudson, tuve un pálpito. En una curva de la vereda se levantaban dos hermosas casas de piedra cubiertas por enrededaderas.  Las únicas que sobrevivieron a una zona que con mucha rapidez se había llenado de edificios de departamentos. Eran dos casas gemelas, con pequeñas escaleras de piedra que llevaban a portales de madera muy bien conservados. Hacia un lado de la casa había una estrecha abertura antes de la siguiente propiedad (un edificio) y por aquél espacio se veía el río Hudson. La vista de aquella postal era en blanco y negro y este nuevo paisaje era multicolor, lleno de luz; pero eran lo mismo. Al fondo del río se veian los acantilados de los Palisades:Había encontrado la vista de mi postal.

 

 

Unos meses después, en una conferencia en la biblioteca pública de Kingsbridge en el Bronx, supe que aquellas dos casitas de piedra se llamaban Bronte Houses. No tenían relación con las famosas escritoras Bronte, pero sí eran motivo de inspiración para pintores y fotógrafos locales que las veían como símbolos de lo que Riverdale fue alguna vez: un lugar residencial con vistas espectaculares, un poco alejado del bullicioso y problemático Bronx.

 

Riverdale es diverso, pero por tradición ha sido siempre un barrio judío. Hace algunos años hizo noticia cuando un frustrado terrorista, engañado por los servicios de inteligencia, puso dos supuestas bombas frente a una sinagoga. El terrorista se creyó todo tan bien que llegó incluso a hacer la llamada con teléfono celular que activaba las «bombas» que él mismo había colocado .  El alcalde Bloomberg fue a Riverdale a pedir disculpas. Iba a ser una carnicería en un barrio donde lo que más abundan son ancianos, retirados de la vida pública y de la política (siempre bromeaba que el promedio de edad en mi vecindario estaba entre los 80 y los 90 años).

 

En Riverdale viven muchas personas que deciden terminar sus vidas en aquél rincón de Newyópolis donde todo lo que se oye es el fluir del río y la vida animal entre los árboles que crecen frondosos en el verano. Una de aquellas personas, tal vez, fue esa mujer que un día se mecía en su silla, posando para una foto que luego se convertiría en la primera postal neoyorquina de un inmigrante peruano. Mi primera vista de un barrio y de un condado que luego se convertirian en fuente de muchas memorias.

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