Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoÉrase una vez hace cincuenta años

Érase una vez hace cincuenta años


 

No sé si esta historia ocurrió así, pero lo que sí sé es que ocurrió.


Metro


Mike bajó corriendo las escaleras en Covent Garden, pero cuando llegó al andén, las puertas del metro se cerraron delante de sus narices y sólo pudo ver como se ponía en marcha antes de desaparecer por la oscura boca del túnel rumbo a Leicester Square. Después de un día en la facultad enredado con las teorías económicas de Keynes, sólo pensaba en reunirse con los Blue Boys y desfogarse cantando un poco de Rhythm and Blues. Gracias a las buenas notas que sacó en sus estudios de secundaria, a Mike le habían concedido una beca para estudiar Económicas en la prestigiosa London School of Economics, pero aquel día que el azar quiso que perdiese el metro, no sabía que jamás iba a terminar la carrera.

 

Un día más, Keith había decidido saltarse las clases en el Sidcup Art College y tomarse unas cervezas con unos amigos por el centro. Nunca había sido un buen estudiante; ya fue expulsado de la Dartford Technical High School por su absentismo. Su verdadera pasión, quizás heredada de su abuelo materno Gus, era la música y tocar la guitarra era su modo de saciarla. Prefería cualquier tarde tocando en el apartamento de unos colegas, a las tediosas clases en la escuela de arte, pero el azar quiso que aquel día cambiase la guitarra por la cerveza y el apartamento por el centro de la city londinense. El trayecto desde Bexley había sido largo, pero la próxima estación, Covent Garden, era la suya, así que se preparó en el vagón dispuesto a salir pitando en cuanto se abriesen las puertas.

 

Era el año 1951 cuando Mike y Keith, con sólo ocho años de edad, ingresaron en la Wentworth Primary School. Se conocieron y fueron vecinos hasta 1954, cuando la familia de Keith decidió mudarse de barrio. No habían vuelto a verse desde 1955 hasta aquella tarde de 1960, cuando el azar quiso que Mike y Keith chocasen, uno queriendo entrar y el otro salir del vagón, en el andén de Covent Garden.

 

Se llamaba Brian, pero allá por el año 1961, cuando llegó a Londres, se hacía llamar Elmo. Entró en la música seducido por el jazz, pero acabó enamorándose del blues. Al poco tiempo de llegar a la capital, decidió poner un anuncio en el semanario Jazz News buscando compañeros para formar un banda de Rhythm and Blues.

 

Por aquel entonces, Keith y Mick (había decidido cambiarlo por el de Mike) habían retomado su relación que ahora se fundamentaba en la coincidencia de gustos musicales que compartían en la misma banda y acudiendo a los mismo conciertos. Una noche a principios de 1962 en el Ealing Jazz Club, habían pedido unas cervezas y estaban listos para escuchar una nueva banda que se presentaba en el local. Blues tradicional en la onda de Muddy Waters, Sonny Boy Williamson o Elmore James; les sobraban razones para acercarse a hablar con ellos, así que Keith y Mick abordaron a Elmo en cuanto acabó el concierto y las piezas encajaron y en abril de ese mismo año, Brian, que había recuperado su nombre, inspirándose en una canción de Muddy Waters, bautizó a la nueva banda con el nombre de The Rolling Stones.

 

Después salieron unos y entraron otros, pero la esencia estaba ahí, en lo que ocurrió aquella primavera de 1962, hace cincuenta años, cuando una concatenación de hechos fortuitos culminó con el nacimiento de la banda más importante de la historia de la música rock.

@Estivigon

Más del autor

-publicidad-spot_img