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Mientras tantoThanks Dad III

Thanks Dad III


 

Desde aquí me gustaría dar las gracias a todos los que últimamente se empeñan en vender  Beirut como la ciudad de moda, sin reparar en la desdicha que supone que los libaneses se lo crean. Zaytuna Bay, una fila de tablas que en dos años estarán carcomidas por la humedad, se extiende, al fin, junto al mar del puerto de Beirut. Algún “illuminati” se ha dado cuenta a buena hora de que el Mediterráneo, además de un basurero, puede hasta quedar bonito en las fotos del Facebook. Se prohíbe pescar, se prohíbe nadar, con un poco de suerte algún día se prohibirá que la descendencia torpe, embrutecida, analfabeta y obesa del Golfo Pérsico pasee por esta bahía dorada sin una buena correa de cuero.

 

Dado el tamaño de alguno de los yates se podría evacuar a todo el Líbano a Chipre en tres viajes. Las banderas americanas ondean por todas partes, esto es lo que Occidente nunca entendió del mundo árabe: desde que la MTV llegó a sus televisiones todos ellos sueñan con hacer el gilipollas con una visera y unas cadenas junto a una piscina llena de jamonas en bikini. Su desgracia, su tremenda desgracia, sobre la que tan bien escribió el periodista libanés Samir Kassir, es que no saben quienes son pero querrían ser cualquier cosa menos un árabe.

 

En primera línea de puerto se encuentra atracado el “Thanks Dad III”, la fantasía de cualquier narcotraficante de la Ría de Arousa. Basta un simple vistazo al dueño y a sus amigos para poner de manifiesto que, efectivamente, Johnny, Elie o quizá Mohammad, se siente profundamente agradecido a su papi por su encomiable labor explotando negros en Nigeria o Costa de Marfil. A pesar de lo que muchos digan la riqueza es profundamente democrática, a ellos, cristianos y musulmanes, los vuelve igual de retrasados mentales. Nuestro Johnny luce de domingo con su camiseta de polo argentina con la que pretende pasar por un aguerrido jinete de 120 kilos; alguien le dijo que eso estaba de moda y allá fue él con su mamá y sus cinco chachas filipinas a comprarse el kit de gaucho tolai al completo al ABC. Sus pantaloncitos blancos impolutos se combinan con unos mocasines azules y logotipo brillante. Papada, gomina, palmas de los amigos que no dan crédito a lo soplapollas que puede ser Johnny cuando lo jalean y el gesto triunfal de quien terminará pagándole todas las copas a las 3 zorras que beben mojitos en la cubierta.

 

Frente al mar, el nuevo perfil de rascacielos de lujo que ha visto nacer esta ciudad en los últimos años y el esqueleto destrozado por la guerra de un viejo vigía permanente, el Holiday Inn. Otro Beirut resiste.

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