Ya podemos estar tranquilos. Hollande va a salvar el Estado del Bien Estar en toda Europa, no solamente en Francia, y todo volverá a ser igual. Es decir: unos milloncitos de europeos viviendo de maravilla y una mayoría de no europeos trabajando como esclavos para que eso sea posible. Eso, de verdad, me tranquiliza. Ya pensaba yo que el orden mundial iba a darse la vuelta como un calcetín y que Occidente iba a comenzar a ser un poco más africano mientras estos últimos comenzaban a gozar de autobuses con aire acondicionado y una salud medio decente.
Salvar el Estado del Bien-Estar es como salvar a un cadáver de la muerte. Imposible. Más bien le podríamos recomendar a los Hollande, a los Rubalcaba y demás socialdemócratas que siempre salvan al esquelto capitalista que miren otros ejemplos, como el del Buen Vivir. Yo sé que no es perfecto, que su construcción está siendo conflictiva, que abandonar lo que conocemos para construir el pasado-como-futuro es una aventura colectiva inédita, pero al menos es razonable y humano.
Hasta que Eurooocidente (que incluye a todos los países que dominan la falsa economía financiera y la colonial cultura autodenominada «occidental») no se dé cuenta de que su modelo ya está moribundo y que hay que reinventarse, seguirá en la espiral decadente que nos puede arrasatrar a todos y todas. Hollande ha ganado, la socialdemocracia amenaza con volver a salvar el desastre de la derecha… nada está bien, ni siquiera el Bien-Estar.