Una de las principales características de un buen plan de Finanzas Personales es la Gestión del Riesgo, sobre todo porque un objetivo crucial para la acumulación de riqueza es evitar las pérdidas catastróficas, así como tener exposición a lo bueno que pueda sucedernos. Lo primero es relativamente fácil de conseguir a través de productos como las pólizas de seguro y una actitud prudente ante las decisiones que tenemos que tomar en la vida. Podría decirse que lo primero entra dentro de la estrategia defensiva (faceta que no hay que descuidar, pues puede echar por tierra una carrera cuidadosamente planificada, por eso no verá usted, querido lector, a un nieto de Botín —o de Ana Botella, que para el caso viene a ser lo mismo— casarse con una stripper rusa por mucho que gracias a ello pueda fardar con sus amigos del barrio). Lo segundo es más complicado, pero hay algunas lecturas interesantes sobre el tema que nos pueden ser de utilidad y sobre las que podemos sacar algunas conclusiones.
— La Buena Suerte: Este es un libro que trata de explicar las claves de la prosperidad a través de un cuento con diversas moralejas. Según esta obra, el ser gafe no es sino actuar con una predisposición al error y las personas exitosas trabajan en la creación de circunstancias que les expongan a las oportunidades. Así, esa actitud proactiva de anticiparse a los hechos sería la verdadera Buena Suerte, que es posible prolongar en el tiempo. Mientras que los golpes de fortuna serían efímeros e improbables, de ahí que el 90% de los agraciados con un gran premio de la lotería vuelvan a su situación original en menos de diez años. Al texto cabe hacérsele la crítica de fomentar una visión del éxito como si éste fuera únicamente cuestión de méritos contraídos y no existiesen fricciones de mercado que hiciesen que alguien que lo ha dado todo por triunfar se pase años relegado en el rincón del olvido. Sobre este hecho ha escrito en los últimos días un brillante discurso el escritor Michael Lewis.
— Fueras de Serie: la obra de Malcolm Gladwell trata de buscar las pautas subyacentes tras las biografías de muchos grandes hombres (Bill Gates, Los Beatles, las estrellas de Hockey de las Grandes Ligas, y los Robber Barons, entre otros). La conclusión es que, aparte de poseer algunas características encomiables, el triunfo de estas personas se produjo por tener acceso a oportunidades que a otros les fueron vedadas. La segunda parte del libro explora las características culturales que propician el éxito en la sociedad actual (muy en la línea de “la letra con sangre entra”) y están llenas de propuestas para que los factores azarosos que determinan la formación de un genio lleguen a cuanta más gente mejor. Un libro bastante socialista que seguro que no ha leído ninguno de los miembros del anterior gobierno.
— El Cisne Negro: este libro va un paso más allá de los dos anteriores. Introduce dos figuras paradigmáticas de dos tipos de inteligencia. Una es la de Dr. John empeñado en la persecución de la riqueza por los medios convencionales, trasunto del homo rationalis. La otra es Fat Tony, un verdadero triunfador, no tan inteligente en el sentido académico como el anterior, pero conocedor de los incentivos y los sesgos de los agentes en un mercado. De entre los dos está clara cuál es la preferida de Taleb. Hay varias enseñanzas muy valiosas que se pueden sacar de esta obra. Entre ellas está el tipo de trabajos en los que debemos centrarnos si queremos ser ricos algún día (aquellos cuya producción no sea proporcional al consumo de nuestro tiempo) y también el tipo de apuestas personales, las que son asimétricas, aquellas en las que si te va mal la pérdida sea pequeña y si te va bien la recompensa sea enorme. La clave para conseguir tener exposición a los Cisnes Negros (sucesos altamente improbables pero de gran impacto) es a través de una gran curiosidad por la textura de la realidad.
Por último, en todo sistema de Gestión del Riesgo personal no puede faltar el Stop-Loss. Un tipo de orden que se utiliza en los mercados financieros para evitar que las pérdidas sobrepasen determinado umbral. Al primero que le escuché aplicar este concepto a la vida fue a Carlos Doblado. Y tiene mucho sentido. Por ejemplo en cuestiones amorosas, puesto que el enamoramiento (al menos en el caso de los hombres) es una cuestión aleatoria, si sale mal, hay que saber cortar la pérdida y no aferrarse a una posición perdedora impulsados por un sesgo de evitación del arrepentimiento. Dónde fije cada uno su nivel de Stop-Loss es una cuestión personal. El chartismo clásico nos dice que hemos de fijar el stop en el punto a partir del cual el escenario que preveíamos al tomar la decisión de compra queda invalidado.
Con todos estos elementos vamos bien despachados para tener un sistema a prueba de bombas. Recapitulando, puede dar la impresión que para una buena Gestión del Riesgo el esfuerzo en adquisición de conocimiento es tan enorme que no merece la pena. Pero si piensa, querido lector, que la formación es cara, casos como los de Afinsa, Rumasa o las preferentes de los bancos demuestran que más cara resulta la ignorancia.