Con esa habilidad que tengo para equivocarme, pisar zurullos de perros estratégicamente diseminados en las calles cuando llevo botas camperas son sus suelas de agarre (de mierda) y, en general, meter la pata o plantarme donde no debo, he llegado al convencimiento de que puede que no me equivocara de país al venirme a Burkina Faso, pero peor imposible al elegir Ouahigouya.
Me ha costado darme cuenta, más de 3 años que llevo aquí, pero más vale tarde que nunca. Aunque es tan tarde que es como si fuera nunca, porque ya no puedo trasladarme a otra ciudad, ni siquiera salir huyendo como rata que lleva el diablo. Porque tengo echadas todas las suertes y paso de repasar el Rubicón, ni el Rubalcaba. Ahora, si volviera a nacer, intentaría cagarla de otra manera. Porque la cagaba de nuevo, eso está escrito en mi naturaleza.
Os cuento tres perlas que me han confirmado en esta recién confirmada verdad.
De una parte la ciudad y la provincia concentra (según me han dicho, que no tengo informe oficial ni de la ONU, ni de la UE, ni del FBI, ni siquiera de la CIA) el 40% de las fortunas del país, pero pasan olímpicamente de invertir en su ciudad y/o región. Hasta el punto que me han asegurado que es la provincia más pobre de las 45 en que se divide el país…
¿Por qué no invierten?
Parece que entre otras cosas porque los habitantes de Ouahigouya son considerados de lo peor, por no decir lo peor, de entre los mossi. Esto no es una apreciación personal, por más indicios que tenga, es lo que todo el mundo me dice (antes las mujeres que conocía ya me lo decían de las mujeres de Ouahigouya, pero pensaba que eran cosas de la competencia por intentar ligarse a un pibón de casi 60 tacos y sus 120 kgs, como yo, ¡ah y calvo también!).
Ya os conté que en las revueltas estudiantiles del año pasado quemaron prácticamente todos los edificios oficiales o la historia de los delegados estudiantiles que estuvieron a punto de asaltar y destrozar mi biblioteca porque nos habíamos enfrentado a uno que utilizó torticeramente el nombre de la biblioteca para beneficio personal.
Se creen, se sienten por encima de la ley.
Hace poco una muchedumbre de ‘fieles’ musulmanes se dirigió a la cárcel local para sacar a un marabout (líder islámico-tradicional con capacidad de hacer wacks) que la Justicia había encarcelado por insultos y desacatos proferidos a través de un programa de radio.
No sólo lo sacaron de la cárcel para evitar males mayores, que no contentos con eso destrozaron el coche del procurador de la Justicia.
Así son los mossi de Ouahigouya, se pasan por el forro cualquier principio legal, que contradiga sus intereses o creencias.
Y por último la están tomando conmigo.
Desgraciadamente hay demasiada gente a la que le importa un güevo lo que esté haciendo por los jóvenes de Ouahigouya. Todo lo que no sea su propio beneficio personal les importa una higa.
Así, últimamente, he recibido varios e-mails anónimos poniéndome a parir, con todo tipo de insultos, incluso que soy peor que los directivos de otra ONG española de la ciudad. Excuso contaros lo que dicen de mi mujer, desde que quiere hundir mi biblioteca hasta que me va a envenenar para heredar mi ¿fortuna?
Desgraciadamente lo que me está quedando es el infortunio de haber elegido mal dónde dilapidar mis esfuerzos y mis recursos…
Recomiendan, incluso, que la Inspección de Trabajo se ocupe de darme un ‘trato preferente’, esta es la única aparición en prensa escrita a la que he ‘tenido derecho’ después de lo que llevo gastado aquí de dinero y de salud. También derroché algo de amor, pero ahora soy monógamo.
Y ha habido un artículo en una especie de panfleto tabloide mensual de 16 páginas que se llama Le Nord, en el que se despacha el periodista bien a gusto con el trato, poco menos que esclavista, que doy a los trabajadores de la biblioteca.
Le Nord no tiene edición digital, ni siquiera, una sede en Ouahigouya, que se escribe desde Ouagadougou, la capital, así que os he hecho una foto del artículo por si alguien lo quiere leer.
Lo primero que hice cuando tuve noticia, fue fotocopiarlo y ampliarlo y colocarlo en varios sitios de la biblioteca, entrada principal incluida. Para chulo, yo.
He ejercido mi derecho de respuesta. No sé si me lo publicarán el mes que viene, pero me están dejando muy frío todas estas manifestaciones de ‘cariño’.
Es lo que os digo: un tipo como yo, fuera de lo que son las ONGs estándar, no le gusta a nadie.
Peor para ellos, mientras note que algún niño, algún joven, se aprovecha de mi presencia y de lo que hago, me voy a quedar.
GALERÍA DE RETRATOS DE JAVIER NAVAS