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Mientras tantoTiempo inclemente con John Hiatt en la guantera

Tiempo inclemente con John Hiatt en la guantera


 

 

A veces no es una mala cosa, canta John Hiatt cuando la noche de Madrid no es aún irremediable. Habla del Tiempo inclemente, y antes de terminar imitando el repiqueteo sutil del meteoro con los dedos sobre el traste de la guitarra y la lengua contra los dientes y los labios, repite una y otra vez: “Escucha la lluvia, escucha la lluvia”.

 

A punto de volver a la carretera, viene John Hiatt a visitarnos en nuestra propia guarida y no podemos eludir la cita. Tiene lo que yo soñaba cuando la mitología estaba basada En la carretera y donde mejor me sentía era montado en la huida. Nos acompañó en el viaje en zigzag por la frontera abrupta entre México y Estados Unidos.

 

Permitidme que evoque un instante El rumor de la frontera. Serán pocas palabras: “La 9 West, cordel que se atiranta ante la linde mexicana, es la carretera del viaje. Una de las más solitarias de Estados Unidos, su trazo es rectilíneo, entre la pista que esporádicamente patrulla la migra (no menos de 300 indocumentados la burlan cada día por Columbus y aledaños) y el terraplén del tren fantasma, hoy invadido de árboles y arbustos. En la radio del coche vuelve a sonar Master of deception, el último disco de John Hyatt, recién cocido, que hemos convertido en banda sonora de nuestra deriva hacia el oeste. Entre ocres y amarillos, tierra requemada por el sol, montañas de palo de rosa, bajo nubes que hubieran maravillado a John Constable y depósitos de agua como el de Hachita, panzudos y oxidados…”.

 

Vengo a pedirle disculpas al cantante, que estuvo pletórico en el circo Price, porque es todo un récord cometer dos pifias en dos líneas: el título del disco era Master of disaster (con ella comenzó anoche su recital rockero, country y folk), y su nombre se escribe Hiatt, como cuando susurraba que escucháramos la lluvia.

 

Ahora se han desvanecido las voces, los automóviles, las intenciones más desprendidas y las más canallas. También tal vez las nubes que se deslizan a toda velocidad sobre los cerros pelados entre Douglas y Bisbee. Por carreteras secundarias vamos a volver a perdernos, buscando sombras que nos expliquen, voces que le den sentido a este vacío.

 

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