Foto: Vladimir Espina
El actor Nancho Novo definió a Teatra como “esa secta masónica que pulula por las criptas del Teatro Real”, refiriéndose a la Escuela de Arte Dramático de Madrid, ubicada en las traseras del Real, donde militaban todos ellos como estudiantes, a mediados de la década de los 80.
Para no contradecir este presagio, tal vez los de Teatra terminaron realizando su número décimo con una estética muy próxima a la Masonería y el Satanismo. La fascinación por La Cábala y los pensamientos cifrados siempre habían estado presentes en Teatra. ¿Qué era Beckett, sino un dramaturgo de la cifra?
La puesta en escena impresa que buscaba ser Teatra alcanzó tintes operísticos, diabólicos y santificados en su número décimo, a la perfección dedicado. Bajo toda esta iconografía truculenta circulaba la savia de un Teatro Nuevo e inconformista, la misma que -desde sus orígenes- había iluminado la línea editorial de la revista.
Con tanto preciosismo estético, elegir un lugar adecuado para la presentación de esta Teatra monstruosa y perfecta no resultaba tarea nada fácil. El péndulo de Foucault (siempre en movimiento bajo la cúpula del Real Observatorio Astronómico de Madrid, en el cerrillo de San Blas, junto al Parque del Retiro,) vino a redimirnos de nuestra búsqueda. La buena disposición de los responsables del Centro facilitó el feliz desenlace del acto.
Ya sólo nos quedaba encontrar al presentador perfecto para una revista y un escenario tan peculiares; tendría que estar a la altura de las circunstancias. La resolución de este dilema permitió la entrada de Fernando Arrabal en nuestras vidas, como una de las fuerzas benefactoras de Teatra; y arribó montado sobre una amorosa cucaracha.
El culo y los agujeros negros del Poder fueron junto con las cucarachas y la Virgen María, los nódulos principales de su inspirada disertación. Danzóla con brillantez, como siempre hace este demiurgo ibérico, instalado en los ventrículos más luminosos de la Francia. La redacción de la revista lo flanqueó vestida de negro, con caretas de esgrima cubriendo sus rostros. Del pecho de cada uno colgaba una letra romana dorada, formando entre los ocho la palabra y la cifra: “Teatra 10”.
A la concurrencia se le había pedido que asistieran al acto con ropa cuajada de estrellas, lo que dio una personalidad estelar a esta presentación de Teatra, que se realizó en el interior de un palacete neoclásico -proyectado por Villanueva- y que podría haber sido la Corte del Rey Basilio de La vida es sueño, si hubiera vivido dos siglos más tarde.
Arrabal, que vestía con impecable chaqueta roja de Maestro de ceremonias, acudió desde París con gripe a la presentación de Teatra. Todo un acto de respeto por unos jóvenes idealistas que seguían creyendo que el teatro era el mejor reflejo posible de España. Si Lourdes Ortiz, con dos presentaciones de la revista en su haber, había sido nombrada Madrina vitalicia de Teatra; Arrabal, que habría de llegar a alcanzar las tres, podría ser considerado, a su vez, como el Padrino perfecto de Teatra.
ENLACES CON OTRAS PRESENTACIONES DE TEATRA
Esta entrada es un anticipo de la página Web de la Revista Teatra que se está preparando en estos momentos, y cuya próxima apertura cada vez está más cercana.
Si quieres conocer alguna otra presentación de la mencionada revista, referida anteriormente en estas páginas, pincha en los siguientes enlaces:
Presentación Nº 12-13 de Teatra en París