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No, no está sentado el fotógrafo, como alguien podría imaginarse; está con la espalda apoyada en el techo del baño.
En la buhardilla de Don Pedro 7, los techos apretaban como la misma vida.
Una vez que hubo encontrado nueva vivienda, quiso inventariarlo todo con su cámara fotográfica. Había que dejar constancia -antes de desmontarla- de lo que había llegado a ser aquella buhardilla, donde se habían gestado -durante 12 años- tantas empresas artísticas como amatorias, (o viceversa).
Las cúpulas de San Francisco el Grande fueron testigos de todo aquello.
Foto: Juan Antonio Vizcaíno