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Rebajas


 

Hace un par de siglos los españoles tuvimos la oportunidad de ser franceses y la perdimos. No deberíamos desaprovechar ahora la ocasión de que nos anexione algún país decente y con clase. Nada de rescate, intervención u otras milongas, sino una adquisición en toda regla. Necesitamos que nos compren para sanearnos y reflotarnos. Como a una empresa podrida. No estoy hablando de empastes sino de endodoncias, de matar de una vez el nervio golfo, estoy hablando del despido procedente de decenas de miles de trileros que han esquilmado nuestros presupuestos o no han movido un dedo para impedir que otros lo hicieran. La política española necesita un ERE de proporciones descomunales y eso sólo lo puede llevar a cabo, desde fuera, alguien eficiente y bien nacido, con la necesaria distancia y agallas para pasarse por el arco de Trajano el tinglado de privilegios aquí montado y cambiar de un plumazo las injustas leyes que lo alimentan.

 

No hay ni un ápice de sarcasmo en lo que digo. Quiero ser alemán, quiero que me gobierne gente competente, honesta y cuadriculada, quiero dejar de oler la mugre de la picaresca, quiero perder de vista el careto de tanto buscón, de derechas e izquierdas, de arriba y abajo. A mí siempre me ha dado un poco de risa eso de la marca España, pero es que ahora me da vergüenza. Más allá de provocar el vómito o la carcajada, ¿qué demonios pretende la portada del diario ABC del pasado domingo?

 

Yo quiero poder decir que soy alemán, o francés, o inglés, que soy europeo de verdad. No quiero que me miren mal. No quiero que proyecten sobre mí la incapacidad chulesca de mis gobernantes, la indecencia de mis banqueros o la sanguinolencia de mis intocables tradiciones. Quiero dejar de acostarme pensando en el nuevo escándalo con el que me levantaré mañana, la siguiente impudicia, la enésima desvergüenza de quien delinque con mi dinero. Quiero que dejen de restregarme a la Roja, a Ferrán Adriá y a José Tomás como ejemplo de lo que molamos en España. Me la suda el futbol, El Bulli, la siesta, el sol, los toros, el chiringuito y las chirigotas. Quiero que huela bien, que mi capital sea Berlín, Londres o París, que mi marca sea la seriedad, el rigor, la decencia, quiero ser de un país del que se hable por su educación, su responsabilidad, su civismo, su industria, sus universidades, sus artistas, sus filósofos, sus científicos.

 

No tarden, es el momento para comprar. Estamos de liquidación.

 

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