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Mientras tantoLa didáctica en la dictadura guineana

La didáctica en la dictadura guineana


 

A estas alturas de la vida, y con más de 40 años de dictadura en las espaldas, se ve claramente que no es uniforme la percepción que tienen de ella los guineanos. Con “uniforme” queremos decir que la percepción que tienen de ella las diversas comunidades que forman lo que se conoce como Guinea Ecuatorial genera conflictos que se suman a las devastadoras consecuencias del hecho en sí, haciendo que sea muy difícil combatirla con eficacia. Y muchas veces estas diferencias son tan sutiles que solamente la profundización en las mismas las pone a descubierto.

 

Si cualquiera nos pidiera que hiciéramos una disección de lo que creemos que es la dictadura imperante en Guinea, diríamos que se caracteriza por:

 

—El no-respeto de los derechos humanos y las libertades básicas.

—Una galopante corrupción.

—La ausencia de división de poderes

—La impunidad, que confiere inmunidad a los que cometen delitos

—El nepotismo en las relaciones de los individuos con el poder y en acceso a las ventajas sociales.

—La exclusión de las etnias no emparentadas con la etnia del dictador.

—La desatención de las necesidades de la población.

 

En líneas generales, estos son los pilares de la dictadura, que pueden derivarse en otras características menores a medida que se expliciten o se detallen los casos en los que se sustenta la sociedad. En estos detalles mínimos tenemos que tener  en cuenta unos términos usados por los diversos grupos humanos del país. Son, entre otros, nacionalismo. Para casi la mayoría de los guineanos, significa el amor por lo que representa el país en general, resaltando sus valores y hechos positivos. Esta palabra alterna con patriotismo, no siendo,  a nuestro juicio, asimilables. Pero para el común de los guineanos, un nacionalista es un buen patriota. Alguien que pone por encima de todo lo que es Guinea Ecuatorial. También es corriente el término tribalista, peyorativo que reciben los que acusan a la mayoría de acaparar el poder. Mayoría, sería en este caso, la etnia fang. Las minorías son el resto de las etnias, bubis, ndowés, annoboneses, fernandinos y bujebas.  Los tribalistas, además, son acusados de separatistas.

 

Según lo que hemos observado de la dinámica del país en su búsqueda de soluciones a su situación desastrosa, se producen dos excesos en la apreciación del hecho dictatorial. Así, a la mayoría le resulta difícil aceptar como una característica de la dictadura la exclusión étnica, mientras los grupos de la minoría a veces el único mal que señalan es el acaparamiento del poder por parte de los individuos del grupo mayoritario, es decir, esta exclusión. Esta simplificación ha sido causa de muchos choques, imposibilitando la puesta en común de iniciativas nacionales para luchar contra la dictadura, reduciendo el hecho dictatorial a la simple lucha entre mayorías y minorías por mantener o imponer sus posiciones, con cruces de acusaciones de larga tradición, llegando a unos extremos inaceptables.

 

El que esto escribe, que es de las minorías por nacimiento, pero de la mayoría por asignación, pero no una mayoría étnica, sino la racional, quiere aportar su contribución a esta causa con estas reflexiones. En primer lugar, trataremos del tema de la exclusión étnica. Si se preguntara a cualquier guineano si existe nepotismo en Guinea se ofendería si alguien lo pusiera en duda. Es decir, se sabe que los altos miembros del Gobierno nombran y contratan primero a los miembros de su círculo familiar, desde la parentela inmediata hasta la política, de tal manera que en este nepotismo entran los suegros, los yernos, etc. No habiendo otros métodos públicos de selección de los cargos que la elección personal, y primando el nepotismo en la misma, está claro que los que se benefician de los mismos son de la etnia del que nombra, pues son los que son de su familia. Y como el nepotismo no se agota en él, sino que los siguientes altos cargos también practican este nepotismo, entonces se puede decir que los puestos para los de las otras etnias son testimoniales. O sea, si se niega la exclusión de las etnias, de se debería negar el nepotismo en las relaciones sociales de la dictadura.

 

Para salir al paso de esta acusación, las gentes de la mayoría citan a los individuos de la minoría que gozan de los favores del régimen y que actúan como uno más de ellos, aparte de las consabidas misiones para acallar o consolar a sus ciudadanos de su origen geográfico. Estamos hablando de cuando algunos guineanos citan a los Abia Biteo, a los Sisa Torres, o los Mecheba o Djanganys y otros individuos de la minoría que gozan de la dictadura. Es  innegable que son miembros de la dictadura y se enriquecen como ellos, pero ¿qué utilidad prestan a sus comunidades? Además, para contradecir a los que creen que estos señores constituyen la prueba de la transversalidad étnica de la dictadura, les proponemos el estudio de un caso reciente:

 

Concluida las reformas de la constitución, Obiang ha nombrado un nuevo gobierno, estrambótico como nunca, en el cual hay un primer ministro y dos vicepresidentes. La primera vicepresidencia ha recaído en Ignacio Milam Tang y todos han visto inmediatamente la maniobra, pues le consideran un hombre de paja, que pronto quedará eclipsado por la figura de Teodorín, el vicepresidente segundo. Esta impresión es general. Bien, ¿hay alguien que puede creer que Milang Tang, un hombre con más trayectoria que todos los individuos destacados de las minorías, sea un hombre de paja y estos sí sean algo en la dictadura de Obiang? Lo evidente es que sean ellos más títeres que él, y es la única realidad. Además, es por malicia que se no recuerda que los hombres de la minoría elegidos por el dictador no serían nada en sus comunidades. No son personas de respeto en la tradición de sus etnias, no eran nada hasta que destacaron por lo que pudieron robar, permitido por el que los ha nombrado. ¿Es acaso un forma de promoción de una etnia premiar a los miembros delincuentes de ella? Y sabiendo esto, queda claro que si están ahí es por la fuerza de quien los ha nombrado, el único que perdona sus crímenes, cuando los cometen.

 

Estas reflexiones no tienen ningún fin exculpatorio. No se quiere decir que los Abia Biteo, los Sisa Torres o los Mecheba no sean miembros de la dictadura. Tampoco se está diciendo que no cometan delitos. De la misma manera que no se dice que Milam Tang sea un inocente. Sólo se dice que se les permite la delincuencia para dar la impresión de que hay una presencia de todas las etnias. Y se ve que fuera de estos puestos, no hay otros individuos de estas etnias de la minoría que destaquen en nada más, casi se hacen imperceptibles.

 

No deberíamos terminar estas reflexiones sin hablar de nacionalismo. La idea que se tiene de nacionalismo en la Guinea de Obiang no es la que tenemos algunos, porque la misma es un sentimiento de pertenecer a una entidad que nos ha traído muchos dolores. El que esto escribe, por ejemplo, no tuvo ningún tipo de orgullo o sentimiento positivo de pertenecer a un país llamado Guinea Ecuatorial en 11 años, en que la isla de sus padres estuvo abandonado o violentado por la dictadura. Y esto puede ocurrir con otras zonas geográficas. Lo que a nuestro juicio sería útil para la Guinea actual sería este sentimiento de pertenecer a una etnia con cultura y tradiciones propias con necesidad de ser preservadas. Sería, pues, el nacionalismo de los bubis, los ndowés, el nacionalismo que debería nacer en algunas comunidades fang del interior del país, un movimiento que reclamara un modo de hacer las cosas diferente a los métodos de la dictadura. Esa sería la única manera para que los individuos de la provincia de Wele Nzas se desvincularan de la dictadura y dejaran a los miembros de la misma como los únicos responsables de los horrores causados por su omisión o acción. Sería un movimiento que se antepondría al falso patriotismo propugnado por los criminales que hoy campan a sus anchas en toda Guinea.

 

A sabiendas de que el nacionalismo visto como lo entendemos es asimilado a separatismo, manifestamos que no estamos reclamando el separatismo, sino una vía por la cual los que aportan valores negativos pueden ser llamados al orden, o excluidos de sus comunidades. El verdadero nacionalismo, el de las comunidades con tradiciones diferentes que están deseosos de compartir una idea común, es la que pondrá en entredicho la demagogia actual, en la que lo nacional sólo se apela cuando el poder ve que sus posiciones de dominio están en peligro. Es la única manera de que muchos guineanos de las mayorías vean que están siendo utilizados por la dictadura para permanecer en el poder.

 

Hay muchos que en esta Guinea firman sus artículos o reflexiones, y otros que se escudan en motes desconocidos o esgrimen otras razones para no dar la cara. Esta es una de las pruebas de que no pertenecen a ninguna comunidad, aunque se ofendan cuando alguien asocia a su comunidad de origen a un hecho negativo, como recientemente ocurrió con hechos ya bastantes conocidos. Esta posibilidad de asociar nuestros nombres a nuestras reflexiones es la que nos incluye en este grupo de las mayorías, pero no étnica ni demográfica. Lo llamativo es que esta mayoría simbólica tiene pocos individuos. Sería un buen signo para el devenir de la historia guineana que esta lista de miembros se vea engrosada en los meses venideros.

 

Barcelona, 31 de julio de 2012

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