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Mientras tantoI see a rhinoceros!

I see a rhinoceros!


 

 

Cuando viajo, llega a agotarme la música y acabo escuchando programas de radio. Hace poco más de un mes, regresando de algún lugar, estaban conmemorando los treinta años del famoso concierto de los Stones en el estadio Vicente Calderón de Madrid. Sí; el de la tormenta. Yo no estuve porque fui al segundo concierto dos días después.

 

No recuerdo cuál era el programa, pero estaban invitados a la tertulia Ariel Rot y Álvaro Urquijo. Pues ya os lo podéis imaginar; yo estuve allí, la tormenta, los globos, sus majestades satánicas y bla, bla, bla… Pero pasada la nostalgia y despedidos los dos invitados, alguien del equipo dijo que, entre otras características del evento, las 2.000 pesetas (12€) que costaba la entrada era un precio más que asequible para la época. Yo me quedé de piedra (he constatado con compañeros de quinta que también estuvieron, que era un precio excepcionalmente caro para la época).

 

Por aquel entonces yo estaba en segundo de Periodismo y, lo mismo que mis colegas, no tenía un clavel. Alguna heroicidad estudiantil ablandó el corazón de mis padres y me regalaron la entrada a aquel concierto que se vivió como “el gran acontecimiento musical”. No iba a ser yo el único que no iba a ir… El caso es que en aquel verano de 1982, 2.000 pesetas, sin ser una fortuna, era una cantidad de dinero nada despreciable. Hoy podría ser 120€, más o menos. Pero es que eran cuesta mucho dinero contratarles, así que el promotor tiene que poner esos precios.

 

Porque antes había promotores. Pero los ayuntamientos y los partidos políticos empezaron a fastidiarles el negocio cuando empezaron a contratar a las bandas a golpe de talonario; como el dinero no era suyo… Así que los promotores, con el patrocinio de las marcas, tuvieron que inventarse los festivales. En esto, los ayuntamientos se quedaron sin dinero y los partidos con todo bien organizado para quedarse instalados en una cómoda y asumida alternancia. Ahora lo que pasa es que comprar música es casi un anacronismo. La gente flipa cuando te ven comprando un CD o alguna canción en Internet. ¿Pero tú compras en iTunes? Me han preguntado extrañados alguna vez. Es la razón de que los conciertos sean cada vez más caros, porque de alguna manera tiene que ganar dinero el artista.

 

Y más caros que van a ser. Concretamente un 13% más caros, porque ya no están cargados con un 8% de IVA, sino que este gobierno, que con tanta firmeza apoya la industria cultural ha decidido subirlo al 21%. Fuera de los festivales, ya casi no hay promotores que contraten a los artistas, así que ellos mismos son los promotores de sus conciertos. El 80% es para cubrir gastos y el 20% es el beneficio, ¿pero que ocurrirá ahora con la subida del IVA? ¿Lo cargarán en la entrada o se conformarán con un 7% de beneficio? No os extrañe ver cómo proliferan las marcas en los conciertos; en la ropa de los artistas, en el último hueco del escenario, en los instrumentos… Allá donde quepa una pegatina.

 

¿Habéis visto “Medianoche en París”, de Woody Allen? Bajo el argumento de que cualquier tiempo pasado fue mejor, nos lleva al París de los años veinte del siglo pasado, en el que se cocieron las corrientes artísticas que han encauzado la cultura desde entonces. Ahí estaban, entre otros, Luis Buñuel, Pablo Picasso, Salvador Dalí y Juan Belmonte; creadores vanguardistas españoles que marcaron tendencia en el mundo. ¿Cuántos españoles habría hoy marcando tendencia? José Tomás, por poner otro torero, Ferrán Adrià… Y mucho me temo que nadie más. Mirad hacia atrás y veréis que hemos sido un buen semillero de artistas, pero cada vez es más difícil crear en este país. Y con el apoyo y la importancia que los gobiernos le dan a la cultura, cada vez lo será más.

 

@Estivigon

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