“I have a weak heart = sufrir del corazón”, afirman los utilísimos diccionarios cibernéticos; traducen el sentido figurado. Literalmente, lo que hay escrito en lengua inglesa, es: “ Yo tengo un débil corazón”. ¡Qué timo las traducciones! Nunca unas palabras precisas podrán recoger toda la tradición sentimental de una cultura, de una nación, de un pueblo, de un clan, de una familia, de una pareja, de un individuo. 27 letras que se empapan de toda nuestra memoria, incluso del futuro que no tenemos; y de lo que imaginamos, aunque nunca haya existido.
¿Significa lo mismo -en nuestra prodigiosa lengua española- padecer del corazón, que tener un débil corazón? Dudas produce -en un cardiaco como Faba- la respuesta más precisa. Tener debilidad por algo o por alguien, es una forma de amor, deseo o adicción; no tanta como para ser considerada una enfermedad. Se trata de algo más liviano, como un suspiro o una llama, que no se sabe si está a punto de apagarse. Padecer una enfermedad es algo mucho más complejo y doloroso, que tener una debilidad por algo alcanzable.
Tener un corazón débil es tener un corazón sensible, apasionado, que late con fuerza; o se contrae, porque le llega demasiada sangre, y no da abasto para abrir y cerrar sus esclusas. La golosina del corazón es el oxígeno, dándoselo, lo tendremos feliz y contento.
Seamos frágiles de corazón mientras vivamos, disfrutemos de nuestras debilidades, entreguémonos a la ceremonia del bombón de licor, y al tufo reconfortante. Seamos animales, cultivemos -un tanto por ciento- la desinformación, démosle paz y rutina a nuestras vidas, que tantos sobresaltos sufren, toreando en la selva de las ciudades. Gocemos de la belleza fugaz de la flor y de la nube, de la sonrisa adolescente pura que no ha ingresado aún en el laberinto de dolor, del que está hecha la vida. Y démonos oxígeno, que si no… ¿para qué estar vivos? Alcemos la copa del placer, y brindemos por nuestro corazón y cada una de sus debilidades.
Corazón de fresón
Gabriel Faba. 2010
Técnica mixta: Lápiz pastel para las hojas, grafito para la sombra,
y -para el fruto- témpera con carne de fresón masticada,
fijada con engrudo; todo, sobre papel de estraza de frutería.