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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 41 / 2012

De mi Diario: Semana 41 / 2012


 

Weiß/Colonia, 7.10., en un lejano lugar de Escocia y a las primeras horas del día

Después de la policial sueca de la saga de Maria Wern subí a Fronterad la semana # 40 de mi diario y decidí ver una vez más Yellow Submarine, emborracharme de música y de colores. Y esperar que llegase un email que no llegaba. Y ya son pasadas las 3 am después de un doloroso recorrido por el pasillo, donde hay tantas fotos y tantos recuerdos de tantos amigos que ya se han ido para siempre, empezando por el mayor de todos, mi padre. Pero también Felipe Boso, Mario Benedetti, Camilo José Cela, José Cardoso Pires, don Paco Amighetti, Oscar Zambrano y su gringa, Antonio Cisneros ahora (la foto de la fiesta de despedida en su depto. de Berlín, al regresar a Lima, esa fiesta donde conocí a dos de mis mejores amigos, Esther y Fernando), y acá en mi cuarto de trabajo, frente a mí en la pared, Lizandro Chávez Alfaro, Severo Sarduy, Tito Monterroso, Rafael Conte, la legendaria foto cuando estuve entrevistando a Ernst Jünger en su casa y en presencia de Borges, los dos también muertosEs vivir acompañado de fantasmas, me digo, y a las 3.33 am la estafeta sigue vacía y me voy a dormir. «To sleep ↔ to die».

 

Weiß/Colonia, 7.10. (1)

10:48 am : No leo El País, es decir, no leo diarios sino el que viene en soporte papel todos los días al buzón de mi casa, el Kölner Stadt Anzeiger, y de él sólo leo la sección local, parte de la deportiva, la lista de valores de la Bolsa y la sección miscelánea. Acabo de abrir, por excepción, la página web de El País, pulso en la casilla de Cultura, y aunque aún no me lo termine de creer, no se menciona absolutamente para nada la muerte de Toño. ¿Lo tendrán en alguna lista negra, como tuvieron cierto tiempo en 1992 a Álvaro Mutis?

 

Weiß/Colonia, 7.10. (2)

Invité a Diny a almorzar en el chino de Rodenkirchen, para que no tuviese que cocinar hoy. Y si hubiera algún indio en las cercanías, habríamos ido a él, en honor a Toño, que se hizo fan de la cocina india durante el tiempo que vivió en Inglaterra. Pero el chino es lo que hay más a mano, y es bueno, y lo que más me gusta es que los domingos suelen acudir muchas parejas jóvenes con sus hijos, o algunos abuelos con sus nietos. El ambiente es muy familar y relajado, y la comida bastante potable. Diny encarga su inevitable pato crocante, y yo sopa de fideos chinos (esos que parecen como cabello de ángel) y langostinos con brotes de bambú y salsa de mango. Y al salir, una vez más, miro el estanque de la entrada, con sus pececitos de colores, y me acuerdo de algo que nos contó Paco Ignacio Taibo 2, en Erlangen, a René Strien –su traductor– y a mí: que por el número y tamaño de esos pececitos se puede saber (los expertos, claro) cuánto es que cotiza el dueño del restaurante a la mafia china por su “protección”. ¿Si será verdá? 

 

Weiß/Colonia, 8.10.

Desde hoy hasta el 20, vacaciones escolares de otoño, lo que antaño llamaban “vacaciones de la papa”, porque los niños debían ayudar a sus mayores en la recolección del tubérculo. Me cuenta Diny que el viernes, en casa de Montse, le preguntó a Oskar si este otoño ya no vendría a pasar una de las dos semanas con nosotros, como siempre lo hacía antes. Que no, porque ahora tiene sus amigos. ¿Y antes no?  Sí, pero era diferente. AyUn día se nos fueron los hijos y ya se nos empiezan a ir los nietos. Menos mal que nos queda Henri por un par de años si es que aguanta el cuerpo, claro, si es que aguanta. Y además, si no lo aguanta, Henri ni se va a enterar. Mejor para él. De momento, Opa, para él, tan sólo es una palabra identificable a través de una persona. Desaparecida la persona, será sólo una palabra. Pero los plazos son importantes, cuánto más yo viva, más me identificará. Y ese es el dilema jodido, que quiero gozar de él el mayor plazo que sea posible y el menor para que no sufra con mi desaparición. Y nada, nadade ello depende de nosotros, ni de él ni de mí, esa sí que es la gran putada.

 

Weiß/Colonia, 9.10., primeras horas del día

Lindo este festejo del cumpleaños de Ilse, en familia, a la cual de algún modo pertenecemos. Lindo el reencuentro con unos amigos a algunos de los cuales no veíamos desde hace qué sé yo, quince años. Pero mi pena se sobrepone a la felicidad del reencuentro. He detectado en NC unos síntomas nefastos, no se pueden dejar de notar, a pesar de que me reconoce, y hasta es capaz de ir a buscar el libro de poemas de Antonio Cisneros que tiene, dedicado por Toño, por Carlitos (el traductor), y por mí, que fui el epiloguista. Al irnos, bajo cuerda, mete algo en mi bolsa, «Yo ya no la necesito», me dice en voz baja y cómplice. Al llegar a casa, solo aquí, en mi cuarto de trabajo (no quise abrir la bolsa en el tranvía para que Diny no viese de qué se trataba), descubro que es una botella de Jack Daniels Single Barrel. Como sé, lo sé, que N me ha dado un encargo al deslizarla en mi bolsa, me sirvo un buen trago, con un chorrito de agua natural, a su salud. Cheers, querido, gente como tú es la sal de la tierra! Y lloro y lloro y lloro.

 

Weiß/Colonia, 9.10.

Mañana comienza la Buchmesse, la feria del libro de Fráncfort, que curiosamente sigue teniendo lugar todos los años a pesar de que ya no voy más a visitarla, y hoy el suplemento del diario está dedicado a ella. Lo repaso página a página, dos veces. Ni una sola reseña de un libro español ni latinoamericano, tan sólo un gacetilla acerca de Pablo Conejo, que ni siquiera leo. ¿Será verdá que sigue habiendo una literatura en lengua castellana, o será sólo una ilusión alimentada por los catálogos de las editoriales?  Yo ya no me fío ni del lucero del alba.

 

Weiß/Colonia, 10.10.

Henri en casa. Y la casa es como si generase luz desde las paredes, por combustión espontánea. Qué pena que lo hayan traido después de su siesta, ahora anochece más temprano y no es caso de salir a pasear hasta el río, lo haremos mañana. Pero lo que más me llega al alma es la absoluta naturalidad con que despidió a sus padres, sabiendo que se quedaba en su segundo hogar. Henri del alma, Henri adorado, Henri, tú, chiquitito mío lindo, tú, sin más.

 

Weiß/Colonia, 11.10., primeras horas de la noche

Acabo de ver Eagle vs. Shark, el primer largometraje filmado por un maorí, Taiki Waititi, en Nueva Zelanda. Una peli extraña, y extrañamente conmovedora. Una historia de amor y de venganza, y al mismo tiempo la de una familia donde todos son marginales, mentales y/o físicos. Yo no sé si Waititi se venga de los blancos neozelandeses contándola así, como una historia normal, como si quisiera decirles a los anglodescendientes de su país, «ustedes son así, una raza degenerada, pero a la que puedo presentar como normal porque ustedes son normales, esta es la normalidad de los neozelandeses, esta degeneración». Mientras que el samoano, el objeto de la venganza, es el único digno en su incapacidad física, resultado de un accidente. Esta peli me ha revuelto los esquemas. Tengo que comprar el DVD, si es asequible acá, y volverla a ver. Pero no lo creo posible, es una peli no comercializable. La programaron porque ayer comenzó la feria del libro de Fráncfort y este año su centro de gravedad es Nueva Zelanda, su literatura, una de la que sólo conocemos (conozco, quiero decir) los cuentos de Katherine Mansfield y las policiales de Ngaio Marsh, pero considerando ambas como inglesas, no como neozelandesas.

 

Weiß/Colonia, 11.10 (1)

Henri decide que no quiere ir de paseo al Rhin, nada de caballos ni de barcos, sino que prefiere el Kinderspielplatz, el jardín de juegos infantiles al lado del cementerio. Y allá lo llevo y allá nos encontramos con Monika, de 3 años y ½, nieta de abuela vietnamita y abuelo alemán, Monika que flirtea con Henri nomás le pone el ojo encima (y yo también lo haría, si fuese Monika), pero que luego le niega el derecho a cabalgar los delfines montados sobre resortes, y lo degrada, dos veces, a cabalgar el sapo, hasta que tengo que intervenir y le recuerdo a Monika que existe algo que se llama fair play, y ella se va de los delfines, pero ya sin flirtear, sino indignada. Mujeres¿quién coño las entiende?  Hay también en el jardín una mamá italiana joven, con su bambino, y es buen polvo la mammita, pero de repente Henri corre hacia su cochecito y grita que quiere ir de vuelta donde Oma. Regresamos por el cementerio, y me detengo un instante delante de la tumba del pobre Hans Willy y su epitafio en español, creo que de Neruda. Ese será un suicidio que nunca jamás lograremos explicarnos, ni los extraños, ni –lo que resulta incomparablemente mucho peor– su familia.  

 

Weiß/Colonia, 11.10. (2)

Oskar llamó a Diny (conmigo no conversa temas importantes) para saber si podría venir hoy a casa y quedarse a dormir aquí. Que sí, le dice Diny, y yo le pregunto si será remordimiento de conciencia por aquello que conversaron el lunes, y Diny, que es realista, y no un idealista imbécil como yo, me dice que no, que seguramente lo que sucede es que todos los amigos de Oskar se han ido de vacaciones. Oh, amor de los nietosPero no, qué hijueputa que soy, Oskar también podría haber elegido quedarse en casa de sus inflexibles progenitores, en vez de solicitar refugio político en Abuelandia, cuyos horarios de cierre son tanto más flexibles y negociables. Gracias, Oskar, por haber elegido el destíerro. Y además voluntariamente, qué tío.

 

Weiß/Colonia, 12.10., primera hora de la noche

Five Easy Pieces es algo así como la hermana menor de Easy Rider. Y a mí, además, me gusta más. Es una gozada ver actuar a Jack Nicholson antes de que se encasillara en unos tics que le convierten la gesticulación en puras muecas. Quién lo habrá aconsejado tan mal. Seguro que no fue Stanley Kubrik, que sólo se las exigiría para The Shining. Con decir que el único papel en que me convence, desde entonces, es en Chinatown, porque va con la cara vendada

 

Weiß/Colonia, 12.10. (1)

Oskar viene a mostrarme unos pantalones que se compró, color crema tostada, muy lindo color; la tela como de lona flexible, liviana. Le digo que me gustan mucho pero que son para el verano, que ya se acabó, así es que tendrá que esperar para estrenarlos. Y él y Diny me caen encima diciéndome que soy un carroza irredimible, porque lo moderno, hoy, es que los chicos usen en invierno calzoncillos largos de los que llegan hasta los tobillos, esos que nosotros, los antiguallas, considerábamos obsoletos –incluso aneróticos– cuando éramos jóvenes. Sic transit moda mundi!

 

Weiß/Colonia, 12.10. (2)

Llama Montse para darnos la gran noticia. ¡Henri tiene asegurada una plaza en un Kindergarten! Y lo más grande de la noticia es que se trata del Kinder a la vuelta de nuestra casa, en la calle Junto al Dique, donde el campo deportivo del pueblo. Eso significa que a partir del 2 de enero, de lunes a viernes, tendré que traerlo a casa y tenerlo acá hasta que pasen sus padres a buscarlo, ¿no es una bendición de los dioses, que por fin se me muestran propicios?  Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

 

Weiß/Colonia, 13.10., primeras horas del día

Programación **** y hasta una (Benjamin Button) de ***** esta noche. Pero todas ellas las dan en canales comerciales, y además estoy sin ganas de ponerme a ver pelis, apenado por la muerte de Maria, la esposa alemana de mi querido Luis Moreno, en Caracas. La última vez que vinieron a Alemania fue la única que estuve con Maria, y no llegó al cuarto de hora, veinte minutos todo lo más, pero percibí qué gran persona era, qué personalidad tan linda, lo que tuvo que afrontar, como alemana joven de los años 60, para casarse con un venezolano e irse a vivir al culo del mundo (desde el punto de vista alemán), ay sí, lo entendí muy bien porque cuando Diny y yo nos casamos y a renglón seguido emigramos a Argentina, para la familia de Diny fue como si nos marchásemos a tierra de caníbales, conozco la situacíón de primera agua, la he tenido que vivir. Pobre Luis, a quien tanto quiero. Nos conocimos en la Deutsche Welle, cuando yo llegué a trabajar en ella en enero 1965. Luis estaba en la redacción haciendo prácticas desde un par de meses, y conmigo no tuvo trato sino los últimos días, pero lo cierto y verdadero es que el amigo que se llevó fui yo y la amistad ha durado hasta hoy, 47 años. En fin, el único consuelo que me queda es que lo de Maria ha sido rápido y fulminante, como lo de mi padre, se fue casi sin sufrir ni hacer sufrir en vida. Y tambén me consuela pensar en el mucho amor que sus hijos le tienen a Luis, cosa que me consta porque una de las veces que vino a Colonia, con ellos, almorzamos los cuatro juntos y se notaba cómo adoran a su padre.

 

Weiß/Colonia, 13.10.

Con Susana en Buenos Aires la correspondencia es siempre muy especial porque al escribirnos solemos mimetizarnos muchas veces en Susanita y Manolito. Hoy me puso un email diciéndome que me quería felicitar por mi pronóstico de que el Nobel se lo podían dar a Mo Yan, y añadió: «Pero decime Manolito, ¿en l’almacén no aprendiste nada, che? ¿Cómo no te anotaste en una de esas casas de apuestas de Londres?  Te hubieras podido llevar unas cuantas moneditas con el retrato de la chica Bond. ¡Ay, ay, ay! Hijo, si no es el bacalao, o las butifarras, no entendés na’ de na’. Buen finde, la Susanita curiosa por ver de qué se trata eso de Grandes pechos y amplias caderas (china seguramente no ha de ser la chica)».

Le contesto súper criollo: «Mirá, petiza, tentao bien que lostuve, pero caché un pálpito: capás que si lapuesto a don Mo, el premio se lo dan a cualquier turro. Y mastuve. Por lo demás, espero que te guste Grandes pechos y amplias caderas, es una novela inolvidable. Y sacate de encima los prejuicios sobre tetámenes y caderámenes chinos tamaño bonsai). Un besototote, y felís güíquén. Manolito. /// Posdata : A propósito de China, tengo en oferta un lote de latas de conserva con sopa de nidos de golondrinas. Si tenés alguien a quien querés envenenar, son macanudas para ello. Te las dejaría a güen presio por sé pá vos. Vale».

***********FIN***********

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