Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoDe mi diario: Semana 44 / 2012

De mi diario: Semana 44 / 2012


 

Weiß/Colonia, 28.10.

1:30 : The Big Fat Greek Summer [Mi vida en ruinas] es una de las pelis más intrascendentes que he visto en mi vida, y con lo mucho que a mí me jode la trascendencia, quiere decirse que es una de las que más he disfrutado en mucho tiempo. Después de verla (no la conocía) he buscado información sobre ella, con la impagable ayuda de Miss Hortensia Google, y resulta que toda la que encuentro coincide en considerarla intrascendente, aunque alguna condesciende a reconocer que mejora al final. Imbéciles. La historia de los Estados Unidos en los años 60 nunca se podrá escribir bien sin recurrir a las pelis intrascendentes de Doris Day. Me cago en la tapa del órgano, además de en las trompas de Falopio de Madame La Transcendence. Voilá!

 

Cambió esta noche el horario, ya tenemos el de invierno. Pero puntual a las 8:00 am suena el telefón que contesta y es Montse para preguntarle a Diny si mañana puede hacerse cargo de Henri un par de horas al mediodía. Diny le contesta que sí, y quiere saber que está haciendo el monigote. Montse le pregunta, «Henri, es la abuela, ¿quieres hablar con ella?», y se oye su voz a lo lejos, muy decidida, «No». Y Montse explica: «Está sentado en el taburete delante de la chimenea, como hipnotizado, y no hace sino repetír “¡Cuánta madera ardiendo!”»

 

Ayer tuve un día negro. Y todavía da coletazos. Me estaba esperando en la bandeja de entrada un email de Luis Miguel, que es uno de los mejores poetas de nuestra lengua, y me comenta, a propósito de la última entrada de mi diario, que hay «más humorismo involuntario del Vicente Vega: dice “winter down” y no “winter dawn”». Y lo miro, y lo veo y no lo creo, pero sí, lo transcribí mal, y mi única justificación es que ayer fue un día negro para mí, en el que anduve completamente «down». El buen don Vicente está libre de pecado, él transcribió correctamente «Unreal City, under the brown fog of a winter dawn». «Que quede constancia de que quien metió la pata fui yo», lo declaro públicamente al pie del post en mi blog de Fronterad.

 

Weiß/Colonia, 29.10.

1.55 am.: Sherlock Holmes, en la versión con Benedict Cumperbatch es la mejor serie policial inglesa (pero no sólo inglesa) que se ha producido en muchos, muchos años. A mi juicio desde el 1995, cuando aquella Pride & Prejudice con Jennifer Ehle y Colin Firth que dejó el listón imposible para quienes lo intentaran después. A los puristas del Conan Doyle original, este nuevo Sherlock Holmes no les gusta, y me lo explico. Pero al mismo tiempo me dan tanta pena Es como si uno se negara a reconocer los méritos de Velázquez porque no hay nada comparable a las pinturas rupestres de la cueva de Altamira. Qué miopía, por todos los dioses del cielo y de la tierra y de donde coño sea que haya dioses. (Son tantos, que uno pierde la cuenta)

 

Arcebelle es una de las 516 personas que reciben mi diario como anexo personal, además del enlace con Fronterad. Como anteanoche me olvidé, una vez más, de incluir el anexo, me escribe lo siguiente: «La diferencia entre el diario tradicional y el que me llegó hoy es como estar con alguien muy especial ante un vino tinto y un piano de fondo en un barcito francés, o estar en una fiesta de bodas en un salón con orquesta y quinientas personas». Los poetas, siempre lo he dicho, son quienes saben expresarse con imágenes que valen más que mil fotografías.

 

Esperando el tranvía en Rodenkirchen me siento en un banco junto a una joven pelirroja (teñida en matiz Ticiano) de la que me impresionan sus botas mosqueteriles de tacón altísimo y con una puntera lo más parecido que uno se imagina a la nariz de Pinocho en pleno desarrollo. Justo esta tarde he leído en el Vicente Vega el origen de la expresión «Être sur un grand pied», de cuando estuvo de moda en Francia que la calidad de las personas se expresase por medio del calzado: cuanto más afilada la puntera, mayor categoría social. La idea es tan requetestúpida que sólo se le pudo haber ocurrido a un francés. Quod erat demonstrandum.

 

En lo de Christine y Víctor: chupe de camarones. Christine y Víctor se nos van a vivir a la provincia (¡puñetero Berlín de mierda, papel secante de todo lo que puede echarle mano!), y hoy es el último día que pasan en este apartamento. El chupe, como de Víctor, está pa chuparse los dedos, pero todos andamos tristes, y no solo por la separación, también nos falta Julio.

 

Weiß/Colonia, 30.10

Emil Martínez-Arias@emilcr

Esto sí que es sorpresa y vergüenza (de ser cierto claro), q la @nacion le deba honorarios a Ricardo Bada, Soho supongo http://blogs.elespectador.com/ricardobada/autor/ …

He encontrado este trino en Twitter y he abierto la cuenta de EMA, pero en su Perfil no consta la dirección de ningún blog por el que acceder a su email y poderle escribir. De manera que le envío un email colectivo a todos mis amigos costarricenses pidiéndoles que «si alguien entre ustedAs y ustedes, y considerando que en Cámaralentolandia se diría que todo el mundo se conoce, conociera efectivamente a EMA, díganle de mi parte, por favor, que desde luego que es una vergüenza que La Nación esté sin pagarme 375 dólares que me adeuda desde el 21.11. del 2007. Pero que ya he recurrido a todos los medios posibles para que me paguen, y se hacen los oídos sordos, sin darme además ninguna explicación acerca de por qué prescindieron de mis colaboraciones; lo que a mi juicio es todavía más avergonzante para ellos. Eso sí, quiero que también le informen de que SoHo no me dejó a deber ni un solo dólar, dicho sea en honor de Karina Salguero».

 

Carlitos llega a casa, a buscarme para ir a La Modicana, y se abalanza sobre mis diccionarios para enrostrarme que es inexacto lo que dije en mi diario la semana pasada, acerca de que tuvo un ataque de agorafobia en el mercado de pescado. Y me lo demuestra. La agorafobia es otra cosa. Lo que no conseguimos, de momento, es localizar el nombre de la fobia a encontrarse enmedio de multitudes y sintiendo la cercanía de las mismas. [Lo descubriré horas más tarde, se llama “demofobia”. Y se me ocurre pensar si es que habrá tanta distancia entre la demofobia y la democracia, pero soy tan políticamente incorrecto que tal vez no debiera dejarlo por escrito].

 

La nueva camarera de La Modicana, una moza garrida, sobrina de la signora, me pregunta al ir a retirar el plato si estaban sabrosos los espaguetis con ragú de ternera. La miro a los ojos y bajo la vista al plato. Ella también, y se ríe: «Si vede!». Y tanto que se ve. Después de arrebañar con el pan hasta la última gota de salsa, este plato no hace falta lavarlo. (En italiano, la operación de rebañar –a mí me gusta más decir arrebañar, es más gráfico– se llama“fare la scarpetta”; es una metáfora, porque también la scarpetta, el zapato, va recogiendo a su paso todo lo que pisa).

 

Susana me dice que Henri acapara el protagonismo en mi diario, a ojos vista. Y le contesto: «Y sí, Henri acapara el protagonismo. Hasta con Carlitos, aunque sin resultados. Carlitos anda de limpieza en un garaje que tiene alquilado para su Citroën tiburón y donde almacena libros, cintas, papeles, todo lo que no quiere tener en casa. Y ayer de repente se encuentra con una bolsa de plástico en cuyo interior hay un elefante de madera, regio, montado sobre una especie de balancín para que el niño que se monte en él pueda hamacarse como en una mecedora: es un juguete indio que le tocó en una lotería de solidaridad con el Tercer Mundo. ¿Y en quién piensa al descubrirlo al cabo de los años mil?  En Henri. Y lo carga en el carro, y me lo cuenta mientras almorzamos en La Modicana, de manera que después del almuerzo vamos a llevárselo a Montse, para ver si se lo acepta como regalo. Llegamos a casa de Montse, llamo a la puerta, aparece Montse mientras Carlitos se afana en el baúl del carro sacando la bolsa, y ya viéndolo llegar por el jardincito delantero de la casa me temo lo peor. Cuando muestra el elefante, que es precioso (todo hay que decirlo), Montse y yo exclamamos casi unísono: “¡Pero Carlitos, que Henri va a cumplir tres años en enero!” Y sí, el juguete es preciosoy para niños de un año. Si el gigante de Henri se sentase en él para balancearse tendría que hacerlo con las piernas extendidas hacia atrás sobre el suelo, desde las rodillas, porque sentado normal las rodillas le llegarían a la altura de los ojos. De todos modos me he quedado yo con el elefantito, porque me encanta».

 

Weiß/Colonia, 31.10.

1:37 am: Ver Festen siempre será una fiesta. Esta es una de esas poquísimas pelis que redefinen la manera de ver pelis.

 

Abdolkarim Soroush es uno de los muy pocos pensadores islamistas, haciendo hincapié en lo de “pensadores”, es decir, de quienes usan su cabeza para pensar y no para confundir a los demás. Hay una larga entrevista con él, hoy, en el diario. Y ahí lo dice con meridiana claridad: que Dios (=Alá, aunque no lo nombre) no es un escritor. Y para que no quede lugar a dudas, añade que «Mahoma escribió y trasladó en su idioma [¡el de Mahoma!] aquello que había percibido como “palabra de Dios”» [las comillas también son de Soroush]. Y eso es algo que a mí siempre me ha resultado sugestivo, lo del idioma en que Dios –en sus incontables apariciones en no sé cuántas cosmogonías– les habló a sus profetas y sacerdotes. Estoy convencido de que hay cristianos que creen que Jesús les hablaba a sus discípulos en latín. Con fonética galilea, ça va sans dire!  De la misma manera que estoy seguro de que la mayoría (si es que no el 100% del fundamentalismo cristiano gringo) cree que el original de la Biblia está escrito en inglés. Me apuesto mi única corbata de Armani, con la absoluta certeza de que no la perdería. Sé que no es fair play, pero

 

Voy a Rodenkirchen para despachar en la oficina postal un regalo que Esther le lleve a Susana a Bueno Saire (adonde volará el domingo), y a Fronterad las fotos para ilustrar mi diario de viaje a ese mismo Baires con el carguero de contenedores MSC Venezuela en diciembre 2001. Luego, compras en el supermercado. Y siempre una invencible tristeza acompañándome todo el tiempo, una presencia invisible, pero fiel, y terca.

 

Weiß/Colonia, 1°.11.

Día anodino. Casi estoy tentado de escribir «Nada», como Luis XVI escribió «Rien» después de su noche de bodas con María Antonieta. Por cierto, ¿hablarían los occidentales con la misma desenvoltura, hoy, de sus lunas de miel, si supieran que la expresión deriva de un proverbio árabe?: «La primera luna después del matrimonio es de miel, y las que la siguen de amargura».

 

Weiß/Colonia, 2.11.

Vino María Ignacia Schulz a casa, con Stefan, su marido. María Ignacia es miembro del consejo de redacción de Alba Alemania, una revista literaria bilingüe en soporte papel y también virtual, de la que ya ha aparecido el # 1 y ahora en noviembre aparecerá el 2. La idea inicial viene de Francia, desde donde se extendió a Alemania y China, y finalmente Alemania, siempre con el mismo esquema bilingüe en el idioma del país respectivo y con idea de dar a conocer aquellos autores y aquella literatura latinoamericana no cortocircuitados por la industria editorial. Y ella, María Ignacia, quería contactarme desde que María Paz le habló de mí y de mis contubernios latinoamericanos. Vamos a comer a La Modicana, con Carlitos. Sólo Stefan no nos acompaña porque debe regresar con los tres hijos que tienen y con quienes están de viaje; pero que no nos acompañe no le impide quedarse un rato admirando el Citroën tiburón de Carlitos y conversar con él en esa jerga para entendidos que es el dialecto automovilístico. Al despedirse le dice a María Ignacia: «Viajas en una obra de arte y un monumento histórico, goza de ese privilegio».

 

En el canal Arte el reportaje de las 7.30 pm estuvo dedicado hoy a un biotopo no identificado y del que sólo se nos dice que se encuentra en Alsacia. Se trata de una cantera abandonada desde hace más de medio siglo e inundada. Su lejanía de las rutas de tránsito y el hecho de que quede oculta por un bosque hacen que sea uno de los pocos lugares realmente vírgenes del planeta. O al menos de nuestro continente. El relato de cómo llegó a poblarse subacuáticamente de vida vegetal y animal es tan fascinante como una buena policial de Indriðason, y con ello ya le estoy haciendo el elogio que se merece. ¡Y está completo en internet, gratuitamente, hasta el próximo viernes, quienes se interesen por él lo podrán grabar, yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

 

Weiß/Colonia, 3.11.

Me escribe Pepe Oliver y me envía uno de sus últimos poemas. Pepe es una de las voces líricas más importantes de la poesía alemana contemporánea. Uno de esos milagros verbales que se dan cuando la estirpe latina (“la rastra”, como la llamaba Domingo Manfredi) echa raíces y fructifica en otra lengua. Este poema que me manda ahora es muy “pepe”, muy representativo de su modo de afrontar el fenómeno verbal. Como estoy un poco en stand by, esperando que me lleguen las ideas para el artículo que debo entregarle a La Jornada la semana próxima, y como ya se sabe que cuando el diablo no tiene ná qu’hasé mata moscas con el rabo, lo traduzco, es decir, no, no lo traduzco, intento aproximarlo a nuestro idioma:

 

Diagnóstico o Aquí se informa de cosas enigmáticas

El cronograma de citas declaró la huelga general
y de pronto tuvo tiempo.
El ordenador caballodetroyó y hackeó: “¡Estoy cansao!”
El celular pensaba en las musarañas y sonreía conejilmente.
El auto fue a hacerse sicoterapia.
Hasta el hipermercado se ató a su cadena
(una vieja ganga)
y jugó a la busca del tesoro con los bonos de la caja.
El síndrome de burn out se deslizó hasta la Bolsa,
las acciones descifraban crucigramas depresivos:
¿Condonación de la deuda en tres letras irrevocables?
Los árboles jubiloseaban con ganas
y se doblaban de la risa.
El día era el día.
La noche era la noche.
Más tarde, los médicos confirmarían el diagnóstico,
el paciente no se encontraba up to date por completo,
estuvo hablando mentecateces.
¿La curación?  Está colocada a prueba de crisis
como Fondo Hedge de Inversión y rindiend%%%%…
Así pues, ¡salud!

 

Curioso que me haya acordado de Domingo Manfredi y de su mejor novela, La rastra. Él fue contable de mi padre, antes de obtener por oposición un puesto de funcionario en la Policía, y a él le debo los primeros elogios a mis balbuceos literarios. De él también el primer libro dedicado por su autor que figura en mi biblioteca, Playas de castigo, una novela todavía muy legible, sobre la vida de los guardiaciviles que purgaban culpas profesionales en las que entonces eran inhóspitas playas de Matalascañas y Mazagón. Y Domingo sabía de qué hablaba, había crecido allí, su padre fue uno de esos guardiaciviles en el purgatorio de las playas por donde el Reyno de Castilla se asomó al Atlántico: «En el tartesio llano, / por donde acaba España y sigue el mar».

 

***********FIN***********

Más del autor

-publicidad-spot_img