En los palacios de México se escuchan los discursos huecos que descansan en las mentiras comunes. Di(s)putados curules de la mafiocracia que gobierna el país del crimen más organizado: el del Estado, las empresas y cuatro traficantes que han dinamizado la economía. En los palacios está el príncipe no electo de España, el presidente dudoso de Colombia, el mandatario transformista de Nicaragua y la lista de multimillonarios mexicanos que se benefician de la podredumbre política.
En las calles de México DF hoy retumba una voz sólida y contundente. Que está tratando de ser acallada por las balas y los gases, por la torpeza policial, que es el lenguaje que parece prometer Enrique Peña Nieto para los próximos 6 años. Lo hizo en Atenco, lo repite en la calle Juárez, o en Madero, o frente al Palacio de Bellas Artes. La historia enseña y EPN debería saber que su pueblo en más de una ocasión le ha dado la vuelta. La gente de las calles no está invitada a Palacio, aunque allá todos hablen en su nombre.
Me duelen las calles y me repugnan los palacios. No sólo en México. pero hoy, hoy, duele mucho México un país que no tiene presidente.
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