Un párrafo de un artículo -publicado en el diario El País hace unos días- en el que se anuncia la llegada a España a finales de enero de los representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI) que supervisarán la implementación del plan de rescate bancario acordado con nuestro país:
«Se estableció en ese encuentro que habría «un Comité de Coordinación Estratégica del que formarán parte, junto con las autoridades españolas, la Comisión Europea, el BCE, la ABE, el FMI y un Comité de Coordinación de Expertos, supervisarán estrechamente la labor de las entidades independientes. Estas últimas facilitarán cada quince días información actualizada al Comité de Coordinación Estratégica» «.
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En una de las crónicas escritas desde 1998 para la revista The New Yorker sobre el continente africano (la editorial Sexto Piso ha publicado recientemente una antología con el título de La herencia colonial y otras maldiciones), el reportero estadunidense Jon Lee Anderson recorre una Libia inmersa en la confusión –estado en el que sigue- tras la caída del régimen de Gaddafi.
Una de las escenas se desarrolla a las afueras de Trípoli, en un club hípico:
«[…] visité un complejo conocido como el Horse Club, que también había pertenecido a Gaddafi. El club contenía un pequeño hipódromo y, más allá, establos. Como muchas de las propiedades de Gaddafi, tenía el aire de una instalación de seguridad, protegido por muros y con una casa del guarda, ahora abandonada. En medio de los corrales, entre la hierba, había un edificio de oficinas que tenía una insignia con un título gubernamental; pedí a mi amigo Sulimán Alí Zway, contratista de materiales de construcción que me ayudaba como intérprete, que me tradujera lo que decía. Lo miró fijamente durante bastante tiempo, y finalmente me dijo: «Dice algo así como “Comité Temporal del Colegio de Defensa del Comandante-en-Jefe». Le pregunté qué significaba aquello, pero Sulimán no sabía muy bien qué decir. «Ésa era una de las cosas que ocurrían con Gaddafi», respondió. «Se basaba en la confusión. No se sabe qué son todos esos comités. Nunca lo supimos. Todos tenían nombres largos, como éste, que no tenían ningún sentido para nosotros».
La mistificación deliberada es una táctica común de los autócratas».